Con: Henry Thomas,
Reshad Strik, Kevin Corrigan, Alyssa Sutherland, Eli Roth (no logro imaginar
por qué) y la desesperante participación de Lothaire
Bluteau, gran mal actor si es que se puede señalar eso sin faltarle el respeto
a los malos actores.
Dirección: Fruit
Chan
Todo un tema "terminar
de ver" ésta película, porque arranca con una música muy hipnotizante, como para irse
a apoliyar inmidiatly, desparramando en la pantalla la siguiente aclaración, que
seguramente pretendía allanar el camino hacia la comprensión de la historia y
lo único que consiguió fue que mi mujer se duerma de inmediato y que yo intente
verla cuatro veces, torrándome siempre en el mismo lugar:
“En la edad
media, los aldeanos rumanos torturaron y mataron a una joven gitana, Matya,
porque nació con una marca de nacimiento en el rostro.
La semilla
del diablo.
Los
aldeanos afirmaban que la madre de la niña, Chavi, hizo un pacto con el diablo
gitano, Beng, en el que Chavi podía elegir a cualquier hombre que ella deseara
siempre y cuando la pareja diera a luz a:
La semilla
del diablo.
Tras su
muerte, se decía que Matya acecharía al pueblo como un “Mulli”, un espíritu
impuro, ya que la maldición de Beng no desaparecería hasta que el crimen fuese
descubierto y otra mujer llevase su descendencia, y así Matya renaciera.
En 1928, el
director húngaro Bela Olt comenzó a filmar la historia de Matya con la actriz
gitana Lila Kis.
El film
nunca fue terminado y Olt desapareció.”
¿Quién pone
tan rebuscada información en el inicio de una película sin que nadie del
entorno le señale que eso que quiere aclarar, más que aclararlo, lo oscurece irremediablemente???
Bueno,
comienzo:
Resulta que
Elliot, de “E.T. el extraterrestre” finalmente
admitió a sus casi 40 años que Steven Spielberg no volvería a convocarlo y
aceptó que lo suyo era participar en cualquier pelotudez, incluso en esta,
caracterizando a un joven y ¿prometedor? productor de películas de terror que es quien
pone la tarasca para que se termine de filmar, en Rumania, la película de un joven
director mientras éste, presa de las más ridículas posesiones, se pone a mirar
el techo como un imbécil si no toma su medicación diaria, ya que tiene extrañas
alucinaciones con un fantasma muy mal hecho que aparece en las cintas de la
vieja e inconclusa película rumana en el inicio mencionada.
Así es que
el mal actor que hace de director de cine debe partir a las rumanas tierras de Rumania
donde lo esperan para filmar la misteriosa película inconclusa pero, antes de
partir, va a visitar a una ex novia que tiene cáncer y está por morir, y cuando
se está despidiendo aparece su ex cuñado y lo increpa y le pasa facturas
actuando su papelito de manera pésima y audaz, montando una tonta escena que
nada tiene que ver con el filme pero que ayuda a conseguir minutos
importantísimos para lograr superar la barrera de la hora con diez que se
necesitan para entrar en el segmento “película pedorra” y no calificar solo para “corto
berreta”.
Y luego, ya
arribado en Rumania, lo espera Grigore (que
debe pronunciarse “Grígor”), que es un rumano que habla muy torcido, que es
muy pero muy flaquito, que utiliza un sombrero como el que usare Lee Van Cleef
en “The
Good, the Bad and the Ugly” pero sin el más mínimo dejo de onda, y una
vestimenta rica en cueros que lo presenta como una suerte de enano anoréxico mezcla de desalentado cowboy
con insípido hard rocker. Y Director le da las valijas y Grígor lo conduce
hasta el set de filmación (muy pero muy
sacado de Young Frankenstein, haciendo que a uno le den ganas de cagarlos bien
a trompadas por irrespetuosos) y cuando llegan es de noche y Director
quiere conocer el set de filmación mientras Grígor (que suena como Ígor!, qué casualidad!) le suplica que espere hasta
la mañana y le aclara, tarde, que ese no es un buen lugar para filmar, que la
gente muere cuando filma ahí, que hay una maldición en el set y que nunca
debería haber decidido ir a filmar a Rumania.
Pero Director
no presta atención a los alertantes vaticinios del enano cowboy hard rocker y se
dispone a filmar, mientras un viejo con una asquerosa mal formación en la
clavícula derecha y unos dientes ideales para que los agarre uno de esos
odontólogos gauchitos que no le temen a nada, observa todo agazapado desde un
costado con una picaresca sonrisa en sus horripilantes labios.
Y los
técnicos comienzan a morir de a uno, y la película intenta ser filmada lo mismo
a pesar de los desastrosos accidentes que se van sucediendo mientras el viejo
deforme vigila todo con una sonrisa decrépita y Elliot, de “E.T. el extraterrestre” continúa colaborando en la película y Director
insiste en actuar mal todas sus escenas hasta que mueren varios más y Director
se enfrenta finalmente con el tullido de dientes marrones y joroba clavicular, se traban en feroz
pelea y, para mi sorpresa, porque podría haber vivido toda mi vida sin ser
testigo de esto, Director le rebana al viejo el montículo de carne que reposa
en su clavícula, quedándose con el inmenso quiste en la mano, que le tiembla y
le habla y le dice cosas raras mientras el viejo se muere de risa tirado en el
piso meta escupir manguerazos de sangre por la clavícula.
Y ahí todo
se pone muy confuso, aparece en escena la novia con cáncer, pero es solo parte
del delirio que gobierna a Director (y a aquellos inútiles que escribieron esto) y la película termina con la actriz
principal del set de filmación besándose acalorada con Elliot, de “E.T. el extraterrestre” al que en un
manoseo le corre la camisa, meta besos por todos lados, para que uno pueda
advertir, con inmenso pavor, que a Elliot, de “E.T. el extraterrestre” ¡le está creciendo el quiste cebáceo en la
clavícula!!!
Y todo se
pone negro y el nombre del director aparece de golpe, de la mano de la música
de cierre mientras mi rostro enmudece, mi cuerpo se levanta de la cama y mis
manos extraen el dvd a la vez que mi cabeza suplica por saltarle encima, aunque
rescatándome a último momento, advirtiendo que deberé reponer el producto
pagando una cantidad de pesos que superará por mucho el costo del alquiler del
mismo, haciéndome sucumbir en las más profundas e irremontables depresiones.
Le pondría
0 Juanpablos, pero no los tengo.
Un enano anoréxico rumano llamado Grigore, que usa sombrero de cowboy y ropa de cuero de hard rocker, es un personaje secundario que debería estar siempre. En cualquier película.
ResponderEliminarNi hablar...
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