lunes, 4 de febrero de 2013

Chernobyl Diaries (2012)






Con: Ingrid Bolsø Berdal, Dimitri Diatchenko, Olivia Dudley, Devin Kelley, Jesse McCartney, Nathan Phillips, Jonathan Sadowski, Milutin Milosevic y gran elenco

Dirección: Bradley Parker



Resulta que tres desconocidos y malísimos actores jovencitos compuestos por una parejita  "tipo" y una amiga en común están paseándose por Europa, sacándose turísticas fotos en los lugares más salames, como frente al portón del palacio de Buckingham, frente al Arco de Triunfo, o en el Coliseo, etc. Hasta que finalmente llegan a la casa del hermano de Jovencito, quién por trabajo vive desde hace años en Kiev y es tan mal actor como los primeros mencionados.

Y éste los recibe con gran alegría y los invita a tomar unos drinks y sus visitas les cuentan lo bien que la están pasando y le muestran fotos, pero Hermano las pasa con aburrimiento y les admite que a él le va más el turismo aventura. Y se ponen a hablar de eso cuando de pronto se le ocurre invitarlos a pagar por quizás el más peligroso de los turismos aventura que usted haya escuchado, que es ir a dar una vuelta por Pripyat y Chernobyl en una combi (que aparentemente, según este director ridículo, en Ucrania hay locales céntricos que promueven este nocivo pack turístico de la misma manera que en Madryn hay locales que venden clases de buceo, pero bueno, póngale onda usted también, que si no no se puede escribir ninguna historia de terror nueva…)

La parejita se niega, horrorizada, pero la jovencita que los acompaña, dispuesta a quedar bien con Hermano ya que tiene claras intenciones sexuales con él le dice que ¡Sí! levantando un puño enérgico al cielo mientras se clava un fondo blanco de vodka, en una clara y trillada actitud norteamericana.

Así es entonces que se acercan a un local que promueve en su vidriera: “Turismo de Aventura / Pripyat-Chernobyl - $350 per cápita” y entran y pagan.

Y justamente, como si se tratara del local Scuba-Duba de Puerto Madryn donde unas chicas y chicos esperan que se forme un grupo rentable para llevarlos a bucear o a acariciar lobitos marinos, un gordo muy afable, al recibir la paga de este grupo de cuatro nuevos clientes, ya tiene copada la combi así que todo listo.

Y viaja, viajan, viajan hasta que los transeúntes dejan de ser parte del paisaje, los autos que van y vienen por la ruta solo vienen, y cada vez son menos, y llegan a un puesto militar donde unos soldados con intimidantes Kaláshnikov AK-47 colgadas al hombro y mucha cara de haber desayunado una botella de añejo Horilka con sánguches de anchoa les impiden el paso. El gordo se baja de la combi no sin antes advertir a sus clientes que no vayan a hablar y que lo dejen a él hacer el numerito (¿qué les dirá?) y se acerca a los soldados y se pone a gesticular vaguedades para luego volver derrotado a la van, con franca expresión de desaliento, pone marcha atrás y pega la vuelta, diría Lucía Galán, ante la disconformidad del grupo, que le exige que les devuelva el dinero.

Pero Gordo Afable, con los dientes apretados y en esa postura tan incómoda de estar todo doblado mirando hacia atrás mientras se conduce en reversa, les murmura: “quednsé trnquilos, que vmos ntrar pr otro lado”.

Y agarran un camino de tierra muy sinuoso y poseado y finalmente llegan a Pripyat, la ciudad fantasma donde vivían los empleados de la planta nuclear de Chernobyl que el 26 de abril de 1986 tuvieron que salir corriendo con lo que tenían puesto para no volver a entrar a la ciudad, ni ellos ni nosotros, por los próximos cien mil años, ya que la contaminación radiactiva que quedó diseminada en el lugar es tóxica de muerte, perenne e inhabitable.

Así es que llegan y bajan de la combi con gran ilusión y se disponen a sacar fotos. Realmente es muy interesante el lugar. Da escalofríos estar en una ciudad donde no hay nadie y donde todo quedó en pausa desde hace casi 30 años. Y visitan escuelas, hospitales, edificios de departamentos y se pasan un rato agradable escuchando las historias que Gordo Afable cuenta con monótona dicción de instructor de turismo y bueno, ya pasaron dos horas, así que mejor que vayamos yendo porque está oscureciendo y aparte si ahora nos quedamos más tiempo la toxicidad del ambiente nos hará mucho daño celular así que emprendamos la retirada hacia la combi.

Pero cuando llegan y se encomiendan a pirar de Pripyat con una experiencia única e irrepetible que quedará por siempre en sus memorias, la camioneta no arranca.

Tensión. Inquietud. Incomodidad.

Gordo Afable, incrédulo, levanta el capót buscando el problema, y ¡oh, sorpresa!, se encuentra con todos los cables eléctricos mordisqueados, pelados y cortados, así que así no irán a ninguna parte.

Horror. Pavor. Discusiones pelotudas. Pases de factura.

Para colmo, Gordo Afable intenta calmar a sus clientes tomando su Handy y pidiendo auxilio, pero nadie le responde un cazzo, son las 7 de la tarde, está anocheciendo y en Ucrania es la mejor hora para meterse en un bar a envodkarse a pleno.

Peleas. Amenazas. Intentos de recuperar la calma. Fracaso de esto último.

Y así comienza entonces esta tontería, donde unos extraños perros radiactivos rodean la combi y acechan a los protagonistas hasta que Gordo Afable y Jovencito salen a intentar vaya uno a saber qué huevada en lugar de quedarse dentro y son comidos y masticados para que aquellos actores sin un solo dedo de frente que aún se encuentran en la camioneta  exclamen: “¡vamos a rescatar a nuestros amigos!” y corran la misma suerte que los primeros, escudriñando las calles de Pripyat en una noche cerrada en donde cientos de zombies radiactivos salen de la oscuridad como si se tratase del tren fantasma más choto del mundo (porque nunca se los ve de lleno, siempre aparecen por un costado como movidos por una palanca, en un segundo y con una ráfaga de luz que los ilumina, o sea, como claramente advertí más atrás: Como el tren fantasma más choto del mundo) y se los van comiendo de a poco hasta que solo quedan con vida la muchacha amiga de la parejita y el hermano de Jovencito, que llegan todos quemados y llagueados a Chernobyl donde agentes de seguridad todos encapsulados matan a tiros a Hermano y retienen a Muchacha, a quien hospitalizan. Y mientras le ponen suero y le hacen los primeros estudios le preguntan cómo entraron a Chernobyl, qué es lo que hacían en Pripyat y qué es lo que vieron.

Y Muchacha les cuenta todo, con lujo de detalles, así que deciden encerrarla en una habitación ya que la joven “sabe mucho y vio cosas que no deben develarse”.

Muchacha implora que no la encierren, pero los médicos le dicen que estará todo bien con escasa convicción y la mandan para dentro, donde un número impreciso de zombies radiactivos se la comen.

Así que ya lo sabe, si usted gusta del cine de terror tonto, donde las escenas de terror son, valga la redundancia, "de terror"; donde el argumento hace agua por todos los costados y donde las actuaciones rasan la pelotudez más plena, vaya ahora mismo a alquilar Chernobyl Diaries, la va a pasar fenómeno.

Le pongo 3 Juanpablos siendo muy generoso.



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