lunes, 15 de abril de 2013

Kill Speed (2010)








Con: Andrew Keegan, Brandon Quinn, Nick Carter (sí, el BackStreetBoy), Natalia Cigliuti, Reno Wilson, Greg Grunberg, Christian Monzon, Graham Norris, Joshua Alba, Innis Casey y Tom Arnold

Dirección: Kim Bass



Resulta que Strayger, un joven piloto que no podría haber dedicado su vida a otra cosa con ese nombre súper TopGun que le clavaron, se gana el sustento transportando metanfetamina en grandes bolsas arpilleras desde México a los EEUU sobrevolando el árido desierto de Texas y siempre escapando de los policías de migraciones y de la DIA (¿Dirección Ictícola Antianfetamínica?) que lo persiguen desesperados en poderosas 4 x 4. Quizás hubiese sido mejor intentar atraparlo con un medio de locomoción del mismo ramo, por lo menos de esa manera hubiese sido más plausible la satisfactoria caza del malhechor porque, dígame la verdad, ¿a quién se le ocurre que una 4 x 4, por más copada que fuera, alcanzaría mano a mano a un Cessna Corvalis TTX que vuela por el cielo como gegén excitado  Ya ahí empezamos como el culo, ya no hay marcha atrás y aún los actores no han demostrado sus proezas mal actorales, así que prepárese, que esta es de las buenas.

Entonces el pobre negro policía, que siempre queda pagando la cuenta como el sheriff de “Los Duques de Hazard” pero sin onda, le pega un sopapo a la capota de su 4 x 4 como si ésta tuviese la culpa y se vuelve a las oficinas de “Inteligencia” del gobierno, dirigidas por un gordito al que, al menos física e intelectualmente, le queda súper grande el cargo y, envuelto en un disparatado traje que nada tiene que ver con lo que uno está acostumbrado en agentes del FBI o de Inteligencia o de esas cosas, comienza a gritarle al pobre negro todo su enojo en la cara por haber vuelto a fracasar en la misión.

Mientras tanto, en el cielo, Strayger, Rainman y BackstreetBoy juguetean entre las nubes con sus tres avioncitos, brindando y riendo por haber escapado una vez más de la justicia con la metanfetamina y la bolsa de dólares para luego aterrizar e irse, como siempre hacen los jóvenes exitosos norteamericanos, a tomar unas cervezas de 333 ml a un barcito infestado de mujeres hechas a base de silicona y poliuretano expandido. Y toman cervecitas, y disfrutan de la vida, la estúpida música que escuchan y de las tetas de las chicas hasta que, de pronto, aparece por el bar la morocha más del montón del mundo, que no tiene absolutamente nada relevante superior al resto de las jóvenes extras del boliche, pero que consigue mágicamente prender la mirada de Strayger, quien deja a su amigo hablando solo, se quita una tetona de encima y cruza el bar hacia su encuentro.

La joven le sonríe, se presenta y se hacen novios, y Strayger comienza a contarle con lujo de detalles su vida: cómo se gana el dinero, qué aviones usa, qué avión está por adquirir, quiénes son sus socios y quiénes son sus clientes más importantes. Un pelotudo de renombre había resultado Strayger... Por lo que días después, Rainman, mientras surfean unas olas y muestran sus tetas esculpidas, le recrimina esto ya que está muy sorprendido por la actitud de su socio-jefe, que siempre fue muy discreto y siempre ocultó sus labores. Pero Strayger, con cara de enamorado y la vista perdida en el horizonte, le pregunta si no escuchó aquel refrán cantonés, que reza que “un pelo de cachucha tira más que una yunta de Antonov de carga”. Y se va, caminando embelesado y completamente enamorado de la joven de Inteligencia que se hace pasar por su novia pero él ni lo nota.

Así es entonces que siguen transportando merca en avioncitos de acá para allá hasta que el joven y negro policía, cansado de no poder capturar a Strayger, decide ir a por quien le entrega las bolsas, el temible narco mejicano con el nombre más pelotudo del universo: “Escondido”, compuesto por un pelado malísimamente mal actor que, vestido de blanco, como corresponde a un narco hecho y derecho, fuma habanos rodeado de los extras más estúpidos que usted haya visto mientras habla por teléfono satelital cuando de pronto, y mientras Negro lo observa por unos binoculares, Escondido se da vuelta y lo saluda, como sabiendo que está detrás de aquel lejano arbusto, demostrándole que será apresado, justo en el momento que Negro es apresado por sus propios compañeros, que aparte de ser empleados de Inteligencia hacen horas extra como esbirros de Escondido. Así que lo capturan y lo torturan, sin necesidad alguna (tengo una lista así de grande de extras y protagonistas de esta huevada que merecerían esas torturas mucho más que el pobre negro, que es el único que más o menos zafa).

Y luego todo se trastoca, la policía atmosférica logra perseguirlos en aviones caza y el joven BackstreetBoy pierde la vida. Y Strayger y Raynman deciden rendir tributo a su amigo dejando de lado sus vidas de fleteros metanfetamínicos para colaborar con “Inteligencia” y así aprehender al maléfico “Escondido”, que aún tiene de rehén a Negro y deben rescatarlo. Entonces Strayger visita a Escondido, quien lo mira con mucha cara de malo muy mal actuada y le pregunta qué quiere tomar, Strayger dice que le da lo mismo, que si tiene, se tomaría una cervecita. Y Escondido lo fulmina, enardecido y le dice, haciendo tonto alarde de sus proezas: “¡Puedo conseguir lo que sea!” y, chasqueando los dedos muy histérico, grita “¡Cerveza!” mientras un paje muy mal actor la trae en una bandeja, generando toda una situación increíble e innecesaria, como si Strayger hubiese pedido “Jugo de culo de mono violado con chispas de Rambután Malayo arrancado recién de la rama”, ¡si pidió una cerveza¡ ¡Lo único que faltaba era que este remedo de Alan Faena no hubiese tenido unas tontas cervecitas en la heladera! ¡Por Dios! ¿Quién escribió esta basura?

Y luego se hacen amigos, pero por un rato, hasta que sus empleados que trabajan muy mal en la película enquistados en Inteligencia, le mandan mensajitos explicándole que Strayger en realidad es poli. Escondido intenta atraparlo y asesinarlo, pero Strayger se roba un avión caza (¿?) que Escondido tiene escondido, justamente, en un hangar lleno de pallets con dinero en efectivo muy mal hecho que se nota a la legua que es de fantasía y cuando prende la turbina le quema toda la plata. Y Escondido se enoja, se sube a otro avión caza que tiene (¿?) y se persiguen en el cielo hasta que el malo muere.

Así que déjeme de joder con esta huevada estratosférica. Es increíble e inconcebible. Y no sé qué me sorprendió más, que un narcotraficante supiera pilotar un avión caza o que Robert Patrick, a quien no nombré en toda la crítica, haya hecho de Presidente de los Estados Unidos de América.

Muy pero muy pero muy mala película de avioncitos.

No pierda el tiempo.

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