lunes, 21 de octubre de 2013

“Six Bullets” (2012)



Con: Jean-Claude Van Damme, Joe Flanigan, Anna-Louise Plowman, Charlotte Beaumont, Steve Nicolson, Uriel Emil Pollack, Louis Dempsey, Kristopher Van Varenberg que hace de hijo de Juan Claudio pero no lo es en la vida real y gran elenco

Dirección: Ernie Barbarash



Juan Claudio vuelve a la pantalla grande en la piel del temible Samson -porque siempre tienen esos nombres recios, que remembran fuerza y músculos, nunca un "José Luís", un "Iñigo", un "Adelqui". No, siempre Samson, Zeus, Godzilla, ese tipo de nombre bien descriptivo-, un carnicero borracho que, a base de litros de vodka y horribles recuerdos de su pasado como soldado belga, se gana la vida vendiendo filetes de hígado y rescatando por las tardes, una vez cerrada la carnicería, niños que han sido sustraídos de sus padres para luego utilizarlos en el mercado de la prostitución infantil.

Así que ni bien se hacen las siete, siete y media y el sol se va poniendo tras los edificios en Antwerpen, Juan Claudio limpia sus manos en el delantal de carnicero, abre la heladera, toma un trago de vodka –unos tragos, bastantes tragos-, se pega en la cara una barba candado de muy mala calidad intentando un ineficaz camuflaje, y parte hacia una de estas mansiones que hay en la ciudad infestadas de niños a los que están prostituyendo con el claro fin de socorrer a uno de ellos -y con su barba candado estilo “Eduardo Feinman” que ni el propio Feinman, inmerso en la más cruda borrachera a la que accediere luego de fumarse un charuto de flor, tomaría como real-. Pero para nuestra sorpresa, la centena de matones que protegen al mafioso que comercia niños no solo no la advierten sino que tampoco reconocen al célebre patadista Belga detrás del tonto camuflaje, que se nota a cuatro cuadras que es el mismísimo Jean-Claude Van Damme, por lo que éste consigue ingresar como Pancho por su casa y se pide un gin tonic a la espera de ser atendido por el peligroso mafioso, con quien tiene una cita para alquilar por un par de horitas a un niño secuestrado y así satisfacer -supuestamente- sus deseos más perversos de viejo enfermo.

Y cuando finalmente se reúne con el regente del local, éste tampoco descubre al célebre patadista belga detrás del tonto camuflaje y le habla en un inglés de mierda y le pide el dinero. Jean-Claude se lo da en silencio, hamacando su trago con parsimonia -al que le agregó un extraño líquido delante de la vista de todo el mundo- mientras el regente le señala que no le gustan los clientes que hablan poco, porque lo ponen nervioso. Y Jean-Claude insiste en guardar silencio detrás de su barba de cotillón mientras continua con el bamboleo del vaso de gin y se abre una puerta y aparece en escena el niño que debe rescatar, que es un jovencito de 10 años.

Juan Claudio intenta no poner cara de indignación, venganza y necesidad inmediata de justicia, pero no lo logra, aunque solo usted y yo veremos ese gesto en su rostro, los mafiosos solo ríen y cuentan el dinero que Van Damme pagó por el servicio con el niño mientras éste, imposibilitado de seguir soportando el momento, revolea para atrás el vaso de gin –que en lugar de gin tiene una terrible sustancia quemadora- que pega de lleno y con gran puntería en la cara de un secuaz, quien cae al piso meta gritar de dolor mientras Juan Claudio comienza a patada limpia armado con un simple tramontina que robó de un escritorio. Y apuñala a todo el mundo.

Luego toma al jovencito -que cuando lo ve entrar a su habitación pone cara de “otra vez me la van a poner” y esa escena es muy desagradable- y huyen del lugar en una moto mientras los secuaces intentan perseguirlos entre montones de vehículos de alta gama que van explotando detrás del paso de Van Damme y el niño. Pero al día siguiente, cuando Juan Claudio despierta y pretende abrir la carnicería y clavarse unos tragos de vodka, es llamado por la policía para que se apersone en la mansión, ya que gracias a su intromisión en la investigación policíaca murieron dos niñitas calcinadas que también eran prostituidas.

Horror. Lamento. Arrepentimiento. Más alcohol.

Esto destroza a Juan Claudio, quien se sumerge aún más en el vodka con tesón mientras llega a la ciudad el célebre Andrew Fayden, un ex campeón de ese deporte nuevo y pelotudo de box donde “vale todo” que viene a dar una exhibición o algo así con su mujer muy mal actriz y su jovencísima hija de 14 años (…) quien es secuestrada del hotel donde se hospedan a las pocas horas de haber arribado de la misma exacta manera en que ocurriere en Taken, solo que muy mal actuado, horrorosamente pensado, difundido y diagramado y escatológicamente obvio.

Así que Fayden se hunde en una depresión muy mal actuada, su mujer lo acompaña en la mal actuación con gran celeridad y juntos intentan convencer a Juan Claudio para que los ayude a buscar a su bella hija antes de que ésta sea violada por un colectivo de dos pisos de viejos pervertidos, pero Juan Claudio ya no quiere trabajar, todo el tiempo se le aparecen los fantasmas de las dos niñitas calcinadas que solo desaparecen luego de media botella de vodka, aunque luego acepta la propuesta (gracias a Dios, sino la película hubiese terminado ahí) y rescatan a la niña mientras el malo muere a manos de otra niña que escapa en el revoleo, quien toma un arma del piso que contiene 6 balas y se las dispara en la cabeza y en el cuerpo, presa de un inocultable trance vengativo y dándole nombre a esta película.

Así que ya lo sabe, no voy a ser yo quien le diga que esta película de Jean-Claude Van Damme es mala, usted ya es grandecito y debería saberlo por cuenta propia. Van Damme continúa con un físico que daría envidia al propio Sergio Goycochea pero ya está más para ir a pescar y dejarse de joder. Como la semana pasada, que fueron de pesca todos los famosos forzudos juntos y Stallone, que era el que más sabía del arte de pescar, siente que el lugar que están navegando es propicio para detenerse y probar pique, así que le grita a Arnold que tire el ancla, pero Arnold le dice que no hace falta, que ¡ya ancló Van Damme!. 

Cueeec!

Le pongo 2 Juanpablos, la parte en que el policía joven que hace de hijo del patadista belga le da a éste un beso en la mejilla me dejó buscando en los títulos si no era el propio hijo en la vida real porque ¿quién le da un beso en la mejilla a Jean-Claude Van Damme?? Yo no lo haría, por más que esté en el libreto.

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