lunes, 21 de julio de 2014

The Haunting in Connecticut (2013)






Con: Abigail Spencer, Chad Michael Murray, Katee Sackhoff y gran elenco

Dirección: Tom Elkins



Resulta que una joven y bonita madre de clase media norteamericana esposa de un joven y extremadamente apuesto policía lleno de músculos y con anguloso rostro de Johnny Bravo convence finalmente a su amor de mudarse a un alejado bosque maldito ya que, en la casa donde viven en plena ciudad, la tipa ve fantasmas.

Y vio qué fácil que es para una pareja norteamericana en sus treintas y con hijos chicos agarrar, tirar todo lo ya construido a la mierda y de pronto conseguir flor de casa súper copada en medio de 4 acres de bosque que justo estaban a la venta y que nadie se había interesado por la finca y que, gracias a los bancos y el trabajo de calidad al que acceden solo los norteamericanos, consiguen de un día para el otro como usted logra después de un poco de esfuerzo, conseguirse un par de horas para ver una película.

Así es entonces que, mudanza mediante, la joven pareja intenta rehacer su vida dejando atrás aquella fea etapa en donde la pobre Lisa no dejaba de ver gente muerta en todas las habitaciones. Y como toda pareja que aún no cumplió una década de matrimonio, están en la plenitud de sus alegrías y visten vaqueros gastados y remeras de cuello redondo blancas sin estampados, y todo lo tienen en cajas de cartón, nunca una buena bolsa de consorcio llena de pulóveres y cubeteras, no. En EEUU las mudanzas son muy bien estudiadas y todo está en su pertinente caja de cartón.

En eso, cuando menos lo esperaban, Joyce, la hermana mayor de Lisa, más turra que una gallina en celo, aparece por el nuevo hogar con minifalda y botas tejanas con toda la intención de quedarse a vivir con ellos. Andy, su apuesto cuñado, primero se niega pero luego acepta incluirla mientras la pequeña Heidi, su sobrina, salta de la emoción a conocer la buena nueva de que su turra tía que en el futuro le enseñará cómo ligar muchachitos se quedará con ellos y dormirá en esa vieja casa rodante abandonada con energía negativa que tanto incomoda a Lisa, quien aún no terminó de desempacar y ya siente la presencia de un sinnúmero de fantasmagóricos fantasmas que pululan por el lugar.

Pero Andy no va a permitir que el sueño de la casa nueva-vida nueva se escurra entre sus dedos de manera tan fugaz, así que toma del cuello a su bella mujer y le dice que nada de aquello que está viendo o presintiendo es cierto, que todo está ligado a su poderosa imaginación y que debe dejar de ver fantasmas –si hubiese sido tan simple, hubiera implementado esta técnica en su residencia anterior y se evitaba la mudanza y la hipoteca a 60 años-. Lisa asiente y deja de verlos un rato, pero días más tarde es la propia Heidi quien comienza a ver al viejo "señor Gordy", un extra de traje y sombrero que intenta componer a un fantasma y queda como Bergara Leumann, aunque sin onda. Y Heidi se hace amiga del viejito y su nombre calza justo para evocar a la dulce muchachita que vivía con su abuelo y cantaba “abuelito dime tu”, y los días siguen pasando y Heidi se va con el viejo Gordy detrás de los matorrales mientras su tía toma cerveza y su madre se siente cada vez más asediada por los fantasmas hasta que un buen día Andy, recorriendo sus nuevos acres, descubre a unos negros visitando una derrumbada construcción de antaño y, sorprendido pero no demostrando demasiada hostilidad, pregunta qué hacen en su propiedad, a lo que el joven mulato bien vestido responde: pero cómo, ¿va a decirme usted que compró esta propiedad sin saber que aquí, en la época de los esclavos, los ancestros del señor Gordy ayudaron a los negros a escapar de la esclavitud y los guardaban un tiempo debajo de estas tierras en un túnel que unía un condado con el otro y ahora estamos parados encima de éste y vamos a recorrerlo y de pronto un sinnúmero de huesos de esclavos engatusados con que por esos túneles encontrarían la libertad sin saber que en realidad se estaban introduciendo en un oscuro sótano en donde el abuelo del señor Gordy despuntaba su vicio de taxidermista y embalsamaba tigres, avestruces y esclavos y entonces el fantasma del abuelo del fantasma Gordy cobra vida e intenta matar a todo el mundo pero la joven Lisa consigue echar luz sobre el intríngulis y entonces la policía encuentra el laboratorio del viejo pervertido y por fin las almas de los cientos de esclavos embalsamados pueden descansar en paz y la película termina con un bonito collage de los actores y los verdaderos protagonistas de esta “historia real” en donde tanto Lisa como Joyce como la propia Heidi, ya grande, son tres gordas típicas de esas que nacieron dentro de un McDonalds y el apuesto Andy no es otro que un obeso pelado rubicundo que nada tiene que ver con el musculoso jovencito que lo compuso para el film.

Así que está advertido, no vaya a ser tan nabo como yo de alquilar esta tontísima película de fantasmas que veían unos gordos rozagantes y que luego fueron compuestos por unos bonitos modelos de ropa interior.


Le pongo 2 Juanpablos, uno para el extra que hace del señor Gordy, que es tan mal actor que da risa, y otro para el salame que ideó la tapa del film, donde hay una jovencita levitando que se debe haber tomado una Levité en otra historia, porque en la película ni siquiera aparece.




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