lunes, 1 de diciembre de 2014

Expendables III (2014)





Con: Sylvester Stallone, Harrison Ford, Arnold Schwarzenegger, Mel Gibson, Wesley Snipes, Jason Statham, Dolph Lundren, Randy Couture, Terry Crews, Kelsey Grammer, Antonio Banderas, Jet Li (6 minutos), Robert Davi (2 minutos, o menos), Gelnn Powell, Victor “el Kun Agüero” Ortíz, Ronda Rousey, Kellan Lutz y algunos más, convirtiendo este film en uno en donde son más los actores que trabajan dentro que los espectadores que están del otro lado de la pantalla

Dirección: Patrick Hughes



Resulta que mi primo, envidiablemente desconsiderado con la audiencia que alguna vez lo respetó y ya apostándolo todo al ridículo más mega dimensionado que haya existido ganándose un incuestionable lugar en el libro Guiness de los records, goloso del dinero y solo del dinero haciendo que Don Cangrejo deje de ocupar el primer puesto del “amante de la guita, que lo demás no importa nada”, agarró y triplicó su apuesta en esta nueva e insufrible secuela de Expandables III en donde los clichés más viejos del mundo se montan en temible competencia por superarse entre sí mechados con inexplicablemente torpes “contrastes tecnológicos” que pudiesen tener a favor musculosos de ésta era -de esos contrastes tecnológicos que solo sorprenderían a un colectivo de jubilados prestos a vacacionar en abril en Las Toninas- mientras una horda desesperante de viejos en desuso se suman desesperados y sin vergüenza a colaborar en este tonto film trillado como promesa de político bonaerense.

Entonces Barney (si a propósito mi primo hubiese querido buscarse un nombre más imbécil, menos valiente y por completo inofensivo, no lo hubiese logrado) debe rescatar de una injusta prisión de la Europa del Este a su fiel amigo (nunca trabajaron juntos, ni siquiera en estas tontas secuelas) Wesley Snipes para entonces acometer su nuevo trabajo encomendado por la CIA: acabar con un maléfico traficante de armas que le vende instrumentos de muerte a los más despiadados líderes locos que haya en el planeta (a excepción del líder más loco, que es el presidente de los Estados Unidos, a ese nunca lo meten en la tétrica bolsa), entonces todo listo para dar el golpe, ya todos los musculosos de otrora están dispuestos a desfilar sus arrugas aceitadas por el set de filmación y el avión ya levantó vuelo en busca de aquella locación despiadada y tercermundista en donde el Malo hace de las suyas sin imaginar que el dinosaurio Barney está llegando para encarcelarlo.

Pero el malo no es otro que Mel Gibson, un viejo enemigo de Sly quien aparte de malo y sádico es muy temerario y lanzado, por lo que cuando casi le atrapan, éste dispara en la nalga a un negro del equipo del dinosaurio Stallone y lo hiere.

Y mi primo no puede contener su enojo. Si hay algo que lo saca de quicio es que un integrante de su equipo reciba un disparo en el culo, y cuando va a cobrarse venganza no puede creer lo que sus ojos ven y quedan aún más pasmados de lo que de por sí las reiteradas cirugías se los dejaron, el malo no es otro que el malvado Mel Gibson, a quien mi primo mató hace años en una vieja trifulca (en serio, Sylvester, ¿no te parece que es demasiado pelotudísima la trama? ¿te importa?), y Mel huye, envuelto en una socarrona carcajada y demostrándole a mi primo que no solo aquella vez no murió sino que ahora será una cuestión “personal” (Dios mío).

Y Barney Stallone sabe que esta vez será muy difícil, y teme por su equipo, a quien quiere como si fuesen sus propios hijos, así que los reúne en un bar y, cervecitas pelotudas y yankies de por medio, les dice que hasta acá llegó su amor, y que no volverá a contar con ellos. Esto encoleriza al grupo, que pareciera que no ha visto una sola de estas películas con argumento tan pero tan elemental y se recontra cree que Stallone los está despidiendo en lugar de en realidad protegerlos del malo, e intentan persuadirlo de que se está equivocando, pero el viejo Rambo los deja hablando solos y se va en busca de un nuevo equipo de Expendables de corta edad, completa falta de cartel y óptima carencia de apego con él, de manera que si reciben un tiro, bueno, que se jodan.

Así que sale en busca de estos cuates y consigue tres torpes jovencitos musculosos, una chica (porque siempre tiene que haber una) y a Antonio Banderas, quien compone por lejos su peor colaboración fílmica desde que lo descubriera Pedrito Almodóvar.

Todo listo entonces, el avión hasta la coronilla de armas, extras reemplazables en serio y Antonio Banderas, así que, a por Mel Gibson.

Pero resulta que tan difícil no era capturarlo, en la primera intentona van y lo agarran sin contemplar que el viejo Mel podría tener un chip con GPS (a Stallone, como a mi padre, lo superan todos estos artilugios tecnológicos modernos y siempre les da una importancia que ya de por sí no tienen), así que Jo, Jo, Jo, lo rescatan y se llevan de rehén a los extras jovencitos, por lo que a Stallone no le queda otra (Dios santo bendito), de reunir a su viejo grupo para así rescatar a los jovencitos y aniquilar al malvado Mel…


El otro día Antonio Banderas, de paseo por nuestro país y en conferencia de prensa en la presentación de su nuevo perfume, se quejó abiertamente de la “mala suerte” que tuvo este film, que fue víctima de la piratería cibernética y tuvo 17 millones de bajadas gratuitas, y que el cine de esta manera terminará desapareciendo y blá, blá, blá. Y yo le digo al querido Banderas que es cierto que hay piratería, pero este tipo de films pelotudísimos y obvios hasta la patada en el culo no solo merecen ser víctimas de este flagelo, directamente deberían salir gratis para que todo aquel que quiera verlo no tenga que gastar un solo peso en disfrutarlo.

Yo era muy chico y en 1982 vi Airplane II, no tan buena como la primera pero muy divertida, en donde mostraban un futuro cercano con vuelos al espacio y en el aeropuerto futurista había propagandas de “Rocky XXXVIII” con un senil viejo decrépito y guantes de box ridiculizando a un Stallone que no paraba de publicar Rockys y Rambos sin importarle una mierda. Y todos nos reímos con esa escena. A nadie se le hubiese ocurrido en aquel entonces que Stallone, convertido en un viejo, seguiría haciendo de las suyas. Y la verdad que es admirable su físico, no es el viejito que imaginaban en los ochentas, pero seguir insistiendo siempre sobre lo mismo es algo que, en aqeulla época, nadie hubiese apostado.


Así que le pongo 3 Juanpablos al espíritu joven de este hombre de casi 70 años que no acepta el paso del tiempo, pero nada más que eso. Si le gusta divertirse con sus viejos amigos allá él. De ahí a quejarse por las bajadas gratis de internet… Demasiado pedido.

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