lunes, 1 de abril de 2013

Jue ming pai dui (2009)





Con: Bryant Chang, Maria Ozawa, Julianne Chu, Kristian Brodie, Joseph Ma, Kao Yin-Hsuan, Vivi Ho, Jerry Huang, Lene Lai, Liz Yang y gran elenco

Dirección: Kevin Ko


Demostrar en el primer manojo de segundos que lo que nos están por tirar por la cabeza  es la película taiwanesa más mala de la última década, es un record difícil de batir.

Usted pone el DVD en el reproductor y luego de la pantalla del menú, que le propone las cuatro pelotudeces habituales y la correspondiente presión en “iniciar película” conduce sin escalas, de golpe y de un torpe tortazo a una imagen bien pelotuda de unas chinas bailando. A la escena le falta luz, está filmada con una filmadora vieja a casét, y el que filma no tiene mucho criterio del espacio que debe enmarcar la escena. Todo eso ocurre antes de que sucedan 5 segundos de film. Y eso no creo que sea superado jamás en la historia que resta de la humanidad, así que demos un fuerte aplauso a Kevin Ko, el director más previsible y rapidamente horroroso del mundo todo, ganándole por muchísimas cabezas al segundo, sea éste quien fuera.

Así es entonces que, luego de esta tontísima escena, una japonesa muy sexy ingresa en el baño del boliche para mirarse en el espejo, pintarse los labios y cachondear a quien esté mirando este "bodrio incapaz" cuando de pronto descubre un bolso de cuero, tipo cartera grande, muy tentador para ser robado. Duda. No sabe si la dueña del bolso esté o no en los boxes individuales haciendo pis o caca. Así que se sigue maquillando, esperando ver si aparece la dueña del bolso. No aparece. Decide chusmear de cerca en los boxes, a ver si así oye al menos si hay alguien dentro pillando o tirándose un cuete, pero no. No hay nadie. Todo listo entonces para robarse el espléndido bolso de cuero rojo donde entran cómodamente una cabeza y un brazo entero de una persona recientemente cercenada.

Entonces lo toma con ambas manos y, dispuesta a llevárselo puesto, lo levanta, pero el bolso está muy pesado, como si dentro del mismo hubiese una cabeza y un brazo entero de una persona recientemente cercenada. Se le cae al piso, haciendo un sordo ruido, como si dentro del bolso hubiese una cabeza y un brazo entero de una persona recientemente cercenada. Ella da un paso hacia atrás, temerosa. Aun no se devela el contenido del bolso, pero todos sabemos lo que hay dentro, incluso la joven japonesa, que ya se lleva una mano a la boca y se agacha para abrir ella misma el bolso, ya que en la caída no se abrió como seguro planearon así que deberá abrirlo por sus propios medios. Y sí. En efecto. De adentro del espléndido y robable bolso de cuero rojo olvidado en la mesada del baño de aquel boliche nocturno hay una cabeza y un brazo completo de una víctima recientemente cercenada por el asesino que, justamente, ahora se encuentra detrás de la joven y bonita japonesa, que grita espantada por el previsible descubrimiento mientras el asesino le corta la cabeza con un cuchillote.

Luego, en otra comarca del país oriental donde fuera que está filmada esta innecesaria película de terror, un joven malísimamente mal actor va en motoneta a disfrutar de su día de franco, yendo a visitar una exposición de autos de alta gama, pero su jefe (nunca se sabe de qué trabaja ni quién es su jefe) lo llama al celular y le dice que vuelva a trabajar, que olvide su franco si no quiere quedar de patitas en la calle, y que vaya de inmediato a buscar al poderoso y mal actor presidente de la inmensa compañía "Chang", y que lo lleve dónde sea que éste quiera ir. Así que el ponja se enoja y vuelve y hace de chofer de este ricachón pelotudo, hasta que en un tiro, sin querer, sube al Mercedes para ir a buscarlo y así llevarlo donde sea que quiera ir, pero se encuentra con el poderoso empresario dándole bomba a una muy interesante japonesita que trabaja en el film.

Sorpresa. Rubor. Excitación. Erección. Asiáticas desnudas. Vayan a buscar el pororó.

Chang, preocupado porque se descubra su affaire con la exquisita y re ponible joven, soborna a su chofer y le obsequia una noche en el boliche más caro, concheto y pelotudo que haya en el mundo, y le dice que vaya y que diga que es su primo. Y que se divierta mucho. Que quizás este obsequio sirva para que mantener en secreto el reciente descubrimiento hot.

El chino es más bueno que Laura Ingalls en un domingo de Ramos, y nunca se le hubiese ocurrido salir a los gritos contando lo que vio, pero el regalo le viene de Pericles, así que se empilcha y se va a ver de engancharse alguna japonesita garchable y a tomarse unos drinks gratarola en una bôite exclusiva, de Arribeño.

Luego, mientras intenta mezclarse entre ricachones con mucha timidez, la noche le va demostrando que debería aprovecharse de su condición de “primo de Chang”, ya que las japonesitas, una vez enteradas de su parentesco, se le tiran encima como alguaciles a un parabrisas en un día de primavera que anuncia copiosa lluvia inminente. Así que deja la timidez de lado y se pone a jugar a la ruleta con los veinte millones de crédito que tiene “su primo” siempre que va a la bôite aquella. Y encima juega todas las fichas al 14 y gana, así que todo bien. Y para colmo de colmos, la jovencita súper escandalosamente hermosa que capítulos atrás estaba en posición de perrito recibiendo carne amarilla por la retaguardia en aquel Mercedes negro cuando el chino los descubrió, ahora está en la fiesta, y sólo quiere acostarse con el chino pobre. ¡Y se acuestan! ¡Y lo hacen! Y para colmo de colmos de colmos de colmos, cuando el chino pobre se va del hotel con una sonrisa tan grande que está a punto de separarle la parte superior de la cabeza del cuerpo, viene un conserje muy mal actor y le dice que espere, que no se vaya que el dueño del lugar le quiere regalar un Ferrari 360 gris, y viene el tipo y se lo regala, y el chino se va con otra japonesa muy montable mientras, en el cuarto donde tuvo sexo con exquisita joven, ésta se queda pelotudeando en pelotas, con la camisa que le dejó el chino pobre mientras el asesino la acecha desde atrás de una columna y luego le corta bien el cogote y la arrastra por el piso, mostrándonos su culo desnudo (el de la exquisita joven).

Y luego quedan todos atrapados en un lugar (…) El chino, la otra china ponible, una chinita de minifalda y un político. Y en un video les muestran que ellos, los anfitriones, saben perfectamente que ellos, los invitados VIP, no son ni ricachones ni poderosos ni ocho cuartos y solo son un grupo de patéticos pobres que se hicieron pasar por ricos y ahora pagarán por haber osado mezclarse con gente como uno, de elite. Y comienzan a torturarlos de las maneras más asquerosas que a ustedes se les ocurran delante de los demás invitados, que saben perfectamente lo que sucede en esas fiestas macabras. Y no voy a seguir contado, porque no vale la pena.

Deje esta película en la góndola si no quiere explotar de la bronca.

Le pongo 1 Juanpablo. La escena en que el chino se piroba a la china exquisita está muy buena.

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