lunes, 2 de agosto de 2010

It's Ailve! (2008)




Con: Bijou Phillips, James Murray, Raphaël Coleman y Jimmy Page.

Dirección: Josef Rusnak.


Leonor es una joven estudiante de universidad que hace oídos sordos a lo que sus padres le dijeron (que no tenga relaciones prematrimoniales, porque esta mal visto) y se encama con su boyfriend y queda en cinta (¿Qué mierda quiere decir eso de quedar en cinta? Nunca lo voy a entender...)

Entonces decide irse a vivir con el novio, a la casa de los padres de éste, recientemente muertos en un trágico accidente automovilístico que dejo a su hermano menor (su cuñadito) en silla de ruedas.

Entonces el novio la hace entrar con los ojos cerrados al paradisíaco palacete de campo donde vivirán, y le muestra lo linda que dejó la pieza que ocupará el retoño de ambos cuando nazca (¿Nadie les dijo a los de Hollywood que nunca pero nunca, durante la existencia de los seres humanos en este mundo, una madre no fue partícipe de la decoración de un cuarto de bebé? A cada rato inventan esas escenas pelotudas)
Leonor está de equis cantidad de meses, pero le falta todavía. Va a hacerse una ecografía y el doctor recomienda confeccionarle una cesárea, ya que el niño, desde la última vez que la vio, creció de manera inconmensurable. La joven acepta la recomendación y se interna ahí mismito.

El parto va viento en popa hasta que sacan al bebé y le cortan el cordón umbilical, y el niñito se enoja muchísimo y se come a todo el staff de doctores y enfermeras que asistían el parto, para luego quedarse dormido en brazos de su madre dopada y con la panza abierta como lata de sardinas.

Un médico nota algo raro, entra, y ve el dantesco escenario. Cose a la jovencita y pone en neo al bebito (nadie supone que ese pequeño retoñito es el culpable) y se abre una causa en busca del terrible asesino de doctores.

El policía a cargo (Jimmy Page) intenta persuadir a la joven que vaya a hacerse ver por un facultativo de la comisaría que, mediante hipnosis, tratará de hacerle recordar algo aunque más no sea de aquel trágico día, pero ella se niega, aduciendo que debe amamantar a su bebé y que no recordará nada.

Los días pasan como pingüinos, diría nuestro querido Liniers, y el bebé va creciendo sano y fuerte (no lo muestran nunca al bebito) y empieza a masticarle a la madre los pezones como si se tratara de una hiena tironeándo tripas de una zebra que un león hambriento abandonó por estar ya satisfecho. Las tetas de la rubia van quedando como el orto a medida que su hijo se las mastica y decide verter la leche en mamaderas, pero el bebé no quiere mamadera. Quiere sangre.

Así que comienza a escaparse de la cunita por las noches para cazar alguna alimaña que pasee por el bosque. Es así que todas las mañanas la madre lo encuentra dormidito y feliz, con un conejo desmembrado encima, o con una rata masticada en la boca, o con una paloma destripada. Una gran pelotudez. Y la madre le oculta esto a su marido, que, con mucho trabajo, siempre llega de noche a su morada (morada se tendría que dejar la tararira a puñetazos por haber engendrado aquella bazofia).

El psicólogo de la policía, harto de esperarla, decide ir a verla a la casa. Ella lo atiende con resquemor, y cuando se pone difícil la cosa, le pide que se retire. El doctor se sube a su auto, pero nota que la puerta de atrás esta abierta. –Oh, ¿cómo puede ser? Si yo no abrí esta puerta… - Y la cierra. El bebé lo atraviesa por el asiento, le sale por la panza (sí, sí, así es, tal cual) y se lo manduca. La madre al escuchar los aullidos del doctor sale, ve la escena del crimen, y decide ocultar el vehículo en un hermoso lago que hay a los pies de la finca.

Luego viene su mejor amiga a visitarla, preocupada por la falta de respuesta a los miles de llamados que le hizo, y el bebé se la come a ella y al novio (ojala se haya comido en serio al novio, porque es terrible mal actor)

Bueno, sigue así por un rato, hasta que el marido un día va al sótano y ve en un placard, pedazos de personas que se ve que la madre le guardaba para que el bebé coma: piernas, brazos, cabezas, etc.

Frank (el padre de la criatura) va caminando a oscuras y patina en sangre y cae al suelo, en el preciso momento que el policía (Jimmy Page) entra con un arma, cauteloso, al sótano, a investigar, ya que siempre se quedó con la duda de qué fue lo que ocurrió en aquella cesárea. Y lo ve embadurnado en sangre. Y ve el placard con extremidades humanas, y se dice para sí: ¡Éste debe ser el asesino! ¡Quieto! ¡Las manos en alto! o ¡Arriba las palmas!, como usted prefiera.

Mientras tanto, por los tirantes de la casa, cual un gran ratón hambriento, el bebé acecha a los policías y a su padre, para lanzarse a comerlos ni bien pueda. Y se come a la mujer policía que acompañaba a Jimmy Page e intenta comerse a su padre. Éste logra encerrarlo en un gran cesto de basura metálico y lo lleva al medio del campo para darle el tiro de gracia. El bebé dentro del cesto deja de aullar como una alimaña peligrosa y comienza a llorar como un bebito hermoso, normal y tierno, convenciendo al padre, que desiste de sacrificarlo y abre el tacho con una sonrisa paterna. El bebé sale de adentro saltando como un canguro desquiciado y le mastica la panza, pero no lo mata.

La madre encuentra al bebé en el bosque. lo lleva dentro de la casa para darle la teta, y prende fuego algunas cortinas, muriendo carbonizada con ese pequeño monstruo, ante la mirada muy mal actuada de compungitud de su novio y su cuñadito, que quedan fuera sin poder ingresar a socorrerlos. Fin.

Una gran bosta, muy pero muy mal actuada por todos. Jimmy Page no necesita para nada hacer papeles secundarios en una película de terror de clase B ¿No consiguió suficiente dinero con Led Zepelin?.

No van a ser tan absurdos de alquilar esta cagada.

Le doy 0 Juanpablos.

2 comentarios:

Federico Fernández Reigosa dijo...

...pero Page se manda algún solo durante el incendio?!

Gilmour, Juan Carlos dijo...

No, sólo deambula disfrazado de polizonte.