lunes, 5 de junio de 2017

Fast & furious 8 (2017)








Con: Vin Diesel, Jason Statham, Dwayne Johnson, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Ludacris, Nathalie Emmanuel, Elsa Pataky, Luke Evans, Kurt Russell y Charlize Theron (sí: Charlize Theron)

Dirección: F. Gary Gray


Luego de debatirme por largo rato frente al póster de esta octava secuela teniendo otras miles de opciones para elegir -y sabiéndome incapacitado de contar con toda una hora y media de tranquilidad para escoger algo que realmente valiese la pena-, me dije: Es ahora o nunca. Nunca más tendré solo 10 minutos para hacer un paneo de esta bosta inconcebible así que vamos a verla un rato.

Y el film arranca de la precisa exacta forma que las otras siete secuelas de esta burrada inexplicable: Sol, chicas en culo que pasan delante de la cámara de a tres y en diagonal para un lado y el otro. Autos tuneados nuevos o viejos con su dueño rodeado de minas en culo que bailan con los brazos en alto y una cervecita de 333 mm en mano al grito de “wooow” moviéndose como sensuales gatos al compás de canciones latinas que hablan del meneo, el perreo y el culeo con cantantes aferrados cual garrapata en celo a ese efecto insoportable que modula sílabas como un robot y el film comienza en Cuba, donde la muerte de Fidel abrió las puertas a la civilización, al mundo moderno y a Fast & Furious 8, donde un sinnúmero de cubanos con autos del año en que los pedos se tiraban con catapulta asisten a una picada cubana donde el más mejor –un malo que no conoce siquiera un mes de clases de actuación con algún profesor de barrio aunque más no sea- comienza a remolcar un cascajo que acaba de ganarse, pero Dom advierte la movida y, abrazado a su enamorada Letty, lo tienta a correr una nueva carrera a cambio de no dejar al pobrecito cubano al que recién le ganó sin su cascajo –Dom es muy bueno y lo primero es la familia ¿?-. Así que corren y Dom por supuesto gana de la manera más aparatosa, exagerada y explosiva y se va abrazado a su enamorada Letty mientras una runfla de cubanas en culo levantan sus brazos moviendo las caderas con cervecitas en mano al grito de “wooow”.

Y a la mañana siguiente Dom despierta al lado de su enamorada quien todos sabemos de su condición de lesbiana en la vida real, quien incluso ya se mostró en todos lados con sus parejas mujeres de ocasión y quien no puede conseguir mirar a Dom al menos sin desprecio, no pido que ponga cara de enamorada, solo que no lo mire con asco. Vamos, Michelle, tú puedes. Piensa en la plata que cobrarás por esta octava secuela. Haz control mental. No estás semidesnuda y en la cama con un pelado espantoso, ícono de ese machismo yankie que tu condición sexual repele, estás con esa chica que tanto te gusta y en el hotel veraniego que tanto anhelaste este año. Esfuérzate que lo conseguirás.

Y mientras Michelle intenta sin éxito hacer la escena, Dom necesita ir a comprar leche y sale del hotel con sus músculos y su cara de gorila cagado a patadas cuando de pronto los turgentes glúteos de una rubia con rastas llaman su atención. Una mujer está en problemas. Tiene un Jeep rojo último modelo con el capot abierto y se encuentra con medio cuerpo dentro intentado solucionarlo, mostrando por supuesto la mitad de su culo al levantársele el short de jean. El auto es muy moderno y está roto. Las cosas de la vida. En Cuba cualquier otro vehículo que pudiese avistarse tiene un mínimo de 60 años de edad y funciona, pero esta belleza último modelo se rompió. El flagelo de comprar barato, seguramente.

Así que Dom se acerca a ayudarla y la rubia semidesnuda con rastas es parecidísima a Charlize Theron y uno dice “qué parecida a Charlize Theron que es esta mina” y la escena es pelotudísima y repetida hasta el hartazgo. La copia de Theron le dice que tiene un trabajo para él, lo primero es la familia, dice Dom, la familia no existe, dice la rubia y qué sé yo cuántas boludeces más y el película viaja a EEUU, donde La Roca Dwayne Johnson se dispone a entrenar al equipo de futból de su hija preadolescente y no voy a describir demasiado esa escena porque me dio náuseas y recordarla en detalle podría hacerme mal, pero les hace hacer el Haka maorí para intimidar a sus rivales mientras las mamás en la tribuna se lo quieren coger y el FBI espera a un lado de la línea del campo de juego para ofrecerle un trabajo que no acepta porque primero es la familia y entonces va en cana, donde se encuentra con su enemigo acérrimo número uno: Jason Statham, quien de inmediato le ofrece saldar cuentas a los puños, pero La Roca no puede saldar esa deuda porque un vidrio gruesísimo los separa, y para colmo está muy enojado porque no le permiten ejercitar sus despiadados bíceps así que agarra y arranca un escritorio de portland amurado a una pared de portland que tiene en su celda y se pone a hacer bíceps con levantando y bajando el escritorio de cemento.

Y fue ahí. En ese álgido instante en que me levanté, me acerqué al televisor y apagué la película no habiendo pasado más de 15 minutos.

Luego, como al día siguiente, me anoticié de que aquella rubia de rastas en culo no era otra que la verdadera Charlize Therón en persona.

Y solo puedo traer a colación un refrán milenario y cantonés que pinta de cuerpo entero esta situación que no acaba:

“La culpa no es del chancho, mas sí de quien le da de comer”.

Dejen de darle de comer a Vin Diesel. Por favor se los pido.


Incalificable.




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