Con: Vin Diesel, Jason Statham, Dwayne
Johnson, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Ludacris, Nathalie Emmanuel, Elsa
Pataky, Luke Evans, Kurt Russell y Charlize Theron (sí: Charlize Theron)
Dirección: F. Gary Gray
Luego de debatirme por largo rato frente al
póster de esta octava secuela teniendo otras miles de opciones para elegir -y
sabiéndome incapacitado de contar con toda una hora y media de tranquilidad
para escoger algo que realmente valiese la pena-, me dije: Es ahora o nunca.
Nunca más tendré solo 10 minutos para hacer un paneo de esta bosta inconcebible
así que vamos a verla un rato.
Y el film arranca de la precisa exacta forma
que las otras siete secuelas de esta burrada inexplicable: Sol, chicas en culo
que pasan delante de la cámara de a tres y en diagonal para un lado y el otro.
Autos tuneados nuevos o viejos con su dueño rodeado de minas en culo que bailan
con los brazos en alto y una cervecita de 333 mm en mano al grito de “wooow”
moviéndose como sensuales gatos al compás de canciones latinas que hablan del meneo,
el perreo y el culeo con cantantes aferrados cual garrapata en celo a ese
efecto insoportable que modula sílabas como un robot y el film comienza en
Cuba, donde la muerte de Fidel abrió las puertas a la civilización, al mundo
moderno y a Fast & Furious 8, donde un sinnúmero de cubanos con autos
del año en que los pedos se tiraban con catapulta asisten a una picada cubana
donde el más mejor –un malo que no conoce siquiera un mes de clases de
actuación con algún profesor de barrio aunque más no sea- comienza a remolcar un
cascajo que acaba de ganarse, pero Dom advierte la movida y, abrazado a su
enamorada Letty, lo tienta a correr una nueva carrera a cambio de no dejar al
pobrecito cubano al que recién le ganó sin su cascajo –Dom es muy bueno y lo
primero es la familia ¿?-. Así que corren y Dom por supuesto gana de la manera
más aparatosa, exagerada y explosiva y se va abrazado a su enamorada Letty
mientras una runfla de cubanas en culo levantan sus brazos moviendo las caderas
con cervecitas en mano al grito de “wooow”.
Y a la mañana siguiente Dom despierta al lado
de su enamorada quien todos sabemos de su condición de lesbiana en la vida
real, quien incluso ya se mostró en todos lados con sus parejas mujeres de
ocasión y quien no puede conseguir mirar a Dom al menos sin desprecio, no pido
que ponga cara de enamorada, solo que no lo mire con asco. Vamos, Michelle, tú
puedes. Piensa en la plata que cobrarás por esta octava secuela. Haz control
mental. No estás semidesnuda y en la cama con un pelado espantoso, ícono de ese
machismo yankie que tu condición sexual repele, estás con esa chica que tanto
te gusta y en el hotel veraniego que tanto anhelaste este año. Esfuérzate que
lo conseguirás.
Y mientras Michelle intenta sin éxito hacer la
escena, Dom necesita ir a comprar leche y sale del hotel con sus músculos y su
cara de gorila cagado a patadas cuando de pronto los turgentes glúteos de una
rubia con rastas llaman su atención. Una mujer está en problemas. Tiene un Jeep
rojo último modelo con el capot abierto y se encuentra con medio cuerpo dentro
intentado solucionarlo, mostrando por supuesto la mitad de su culo al
levantársele el short de jean. El auto es muy moderno y está roto. Las cosas de
la vida. En Cuba cualquier otro vehículo que pudiese avistarse tiene un mínimo
de 60 años de edad y funciona, pero esta belleza último modelo se rompió. El
flagelo de comprar barato, seguramente.
Así que Dom se acerca a ayudarla y la rubia
semidesnuda con rastas es parecidísima a Charlize Theron y uno dice “qué
parecida a Charlize Theron que es esta mina” y la escena es pelotudísima y
repetida hasta el hartazgo. La copia de Theron le dice que tiene un trabajo
para él, lo primero es la familia, dice Dom, la familia no existe, dice la
rubia y qué sé yo cuántas boludeces más y el película viaja a EEUU, donde La
Roca Dwayne Johnson se dispone a entrenar al equipo de futból de su hija
preadolescente y no voy a describir demasiado esa escena porque me dio náuseas
y recordarla en detalle podría hacerme mal, pero les hace hacer el Haka maorí
para intimidar a sus rivales mientras las mamás en la tribuna se lo quieren
coger y el FBI espera a un lado de la línea del campo de juego para ofrecerle
un trabajo que no acepta porque primero es la familia y entonces va en cana,
donde se encuentra con su enemigo acérrimo número uno: Jason Statham, quien de
inmediato le ofrece saldar cuentas a los puños, pero La Roca no puede saldar
esa deuda porque un vidrio gruesísimo los separa, y para colmo está muy enojado
porque no le permiten ejercitar sus despiadados bíceps así que agarra y arranca
un escritorio de portland amurado a una pared de portland que tiene en su celda
y se pone a hacer bíceps con levantando y bajando el escritorio de cemento.
Y fue ahí. En ese álgido instante en que me
levanté, me acerqué al televisor y apagué la película no habiendo pasado más de
15 minutos.
Luego, como al día siguiente, me anoticié de
que aquella rubia de rastas en culo no era otra que la verdadera Charlize
Therón en persona.
Y solo puedo traer a colación un refrán
milenario y cantonés que pinta de cuerpo entero esta situación que no acaba:
“La culpa no es del chancho, mas sí de quien
le da de comer”.
Dejen de darle de comer a Vin Diesel. Por
favor se los pido.
Incalificable.
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