Con: Nicolas Cage, Guy Pearce, January Jones y
Harold Perrineau
Dirección: Roger Donaldson
Antes de comenzar esta crítica quiero dejar
bien en claro que durante todo el trancurso de la trama Nicolas Cage jamás es perseguido por dos helicópteros con
incandescentes seguidoras que lo buscan desesperadas iluminando aquí y allá con
frenesí bajo una copiosa lluvia de otoño. No llueve en toda la película. No hay
helicópteros. Así que volvemos al recurso imbécil de montar una tapa “atractiva”
al ojo para que uno diga: “¡Fa!, ¡persecución!”. Son muy tarúpidos cuando hacen
eso.
Hecha la aclaración, comenzamos:
Nicolás es un tranquilo profesor de lengua que
da clases en un colegio bien pesado al que asisten sólo jóvenes “de color” con
una enorme revolución hormonal que los deposita constantemente en peleas, riñas
y trifulcas de todo tipo.
Pero Nicolás se mantiene apartado de esas
situaciones. En realidad Nicolás se mantiene apartado del papel por completo,
porque jamás logra meterse como correspondería o como, al menos, prometió
cuando firmó el contrato que le dio todos esos nuevos palos verdes en su cuenta
bancaria al aceptar trabajar en esta absurda película de acción.
Y está casado con January Jones, la trigésimo
sexta mina más linda del mundo según este humilde servidor. Y January compone
un papel de dulce rubiecita que toca el violoncelo y que hace que los días de
Nicolás tengan sentido. Ay…, qué tierno eso que dije.
Y la vida es hermosa y les recontra sonríe. Y
ellos son la pareja más feliz del mundo. Qué digo del mundo, de la galaxia y el
universo todo, ya que esa es la manera que tienen los directores de cine mediocres de
dibujar el prólogo o preámbulo de una situación que destruirá de inmediato ese
bosquejo feliz para convertirlo en el más sádico, horroroso, dantesco y
violento escenario de venganza y muerte que uno pueda imaginar.
Tiempo atrás esto lo hacían con un policía,
era el policía bueno el que generalmente llegaba a su casa luego de haber hecho
23 multas de tránsito y 3 apercibimientos y al entrar se encontraba con su
mujer empalada con la baranda de la escalera y su pequeña (y rubia, porque tiene que ser rubia) hijita cortada
en fetas y diseminada por todo el estar. Pero como era lo más lógico del mundo
que un tipo con un arma vaya y se vengue ante esa situación calamitosa,
decidieron comenzar a dibujar al vengador como un tipo tranquilo y bien
pelotudo. Así que ¿qué mejor que un profesor de lengua que no pincha ni corta
ni siquiera en el aula donde da clases? (a veces la tosquedad de las ideas
hollywoodenses es implacable).
Así es entonces que Nicolás decide ir a romper
la noche “solo”, es un banana total y los jueves sale sin su bella esposa para juntarse con su
mejor amigo de color, que es el director de la escuela donde él trabaja, y se
descabezan meta jugar al ajedrez con varios vasos de ponche sin alcohol (Sí, es
así de exagerada la pintura del carácter del protagonista, pasa que el director
que la filmó supone que el mundo está lleno de gente idiota que necesita que le
marquen los contrastes de esa elemental manera).
Y bueno, mientras Nicolás le come la reina al negro con
prestancia y vehemencia, un señor de muy mala presencia
agarra a January, su mujer, que acaba de salir de su ensayo de violoncelo y la
recaga bien a trompadas y la viola dentro del auto mientras el director mecha
las escenas de violenta y depravada violación con los enérgicos e inspirados
movimientos de fichas en el tablero de ajedrez donde Nicolás está
verdaderamente “on fire” ganándole al negro.
Así que termina la partida y Nicolás se
despide de su amigo y vuelve a su auto con una sonrisa extremadamente exagerada
de placer por haberle ganado el partido de ajedrez. Pero cuando entra en
el auto ve, con inmediato pavor, siete llamadas perdidas de su mujer, que con
el último hálito de conciencia intentó pedirle socorro mientras él, como un
pelotudo, tomaba ponche sin alcohol y jugaba endemoniado al ajedrez.
Y Nicolás sale rajando al hospital para verla.
January está irreconocible, el violador no solo la violó, también la reventó a
trompadas dejándola más fea que el hombre elefante. Nicolás llora y le toma la
mano, pero January no da ni bola en el estado en que se encuentra. Está sedada
con un puré de peligrosos calmantes, por lo que Nicolás decide ir a la
sala de espera a seguir llorando en el momento en que lo intercepta Guy
Pierce (que parece haber olvidado la inteligente carrera actoral que venía
construyendo y decidió escopetearse las pelotas siendo aun una joven promesa en
plena actividad) y le dice que qué garrón lo que le pasó, y le da una tarjeta
ofreciéndole sus servicios para ajusticiar al violador.
Nicolás desecha la tarjeta reprobando la
invitación con todo su cuerpo, pero Guy le explica que si quiere justicia
deberá confiar en ellos. Que lo único que tendrá que hacer a cambio es hacerles
un pequeño favor algún día, como "tomar una foto" o "seguir a alguna persona" ya
que, si no se cuidan entre ellos, serán aniquilados sin cesar porque la
policía y la justicia están muy burocratizadas y nunca se consigue hacer pagar
a los malhechores su justo precio.
En este caso, el justo precio hubiera sido agarrar al
violador, recontra cagarlo a trompadas y violarlo sin vaselina con un grueso
consolador, por lo que Nicolás, días más tarde y ungido en la más pavorosa
indignación que solo puede saciarse con una atroz venganza, finalmente decide
llamar a Guy Pierce y aceptar el trato.
Pero se ve que el justo precio por los golpes
y la violación, en la zona donde vive Guy Pierce, se pueden remplazar por la misma
plata con un tiro en la nuca y chau pinela. Así que Pierce le muestra la foto del
chabón muerto. Nicolás se queja porque lo mataron de un tiro en lugar de
violarlo y cagarlo a trompadas, y Guy le dice que cómo supone que iban a hacer
para violar a ese gordo, que nadie se hubiera sumado a la trifulca si la trivia
era hacerle el poto. Y Nicolás se enoja, señalándole que ahora ni en pedo
cuenten con su ayuda. Pero Guy le pregunta si es pelotudo o comió vidrio, que
ahora tendrá que colaborar sí o sí si pretende que su mujer se mantenga con
vida...
Y bueno, ahí comienza la película, donde
Nicolás continua yendo a dar clases de lengua, pero incómodo, ya que siente que
lo están persiguiendo y en todos lados ve gente que quizás lo esté mirando y su
vida se transforma en un calvario sin lluvia ni helicópteros hasta que finalmente le piden que devuelva el
favor yendo a un zoológico y siguiendo de cerca a un supuesto pedófilo que más
tarde resultó ser un periodista que estaba investigando a la “secta de la
justicia” y él sin querer lo mata y entonces se pone a investigar y descubre
todo el intríngulis y terminan todos, incluso su negro amigo que aparte de ser
su amigo es jefe de Guy Pierce, cagándose a tiros en un shoping abandonado de
New Orleans.
Fin.
Nicolás Cage está cada día más viejo y más
pelotudo.
January Jones es muy linda mina.
Guy Pierce debería rever su actitud y
contemplar la posibilidad de no participar en ciertas producciones. Del respeto
al abucheo se pasa en un santiamén.
Le pongo 2 Juanpablos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario