Con: Colley Bailey, Matt Mercer, Ace Marrero, Joana Sotomura, Natalie
Scheetz, Nick Príncipe, Dayton Knoll, Katie Stegeman y la participación
especial de Adrianne Harrell como la vieja más pelotuda y mala actriz que este
mundo ha visto
Dirección: Eric England
Resulta que una vez más –y ya van catorce mil, más o menos- un nuevo grupo de jóvenes se
dispone a remontar las rutas norteamericanas en busca de acampar, celebrar y
divertirse. Entonces Timy y Tomy ya tienen todo listo y solo falta pasar por Tamy y Temy, las chicas del film pero, oh, qué desazón, a pesar de ser todos adultos jóvenes libres que viven en un país democrático, el padre de Tamy
dejó la orden inquebrantablede llevar en el paseo a Toby, hermano mayor de Tamy, como una suerte de
moderna chaperona. Toby es mucho mayor que sus compañeros de viaje, tiene al menos 30, así que accede a viajar con cara de pocos amigos.
Así es entonces que los cinco jóvenes se
disponen a viajar y Temy pregunta a Timy: “¿Dónde
vamos?”, pero es Tomy quien responde que irán a una entrevista con un
escritor que acaba de publicar un libro sobre el extraño caso de “Damien” (porque todos los malos se llaman Damien),
un aldeano nacido en el pueblo más rústico del sur de Birmingham a quien por alguna oscura razón, sus conciudadanos protegen a sabiendas
de sus crueles asesinatos a todo aquel extraño que pretendiese visitar el condado.
Y este dato sería más que suficiente para que los
jóvenes detuviesen el vehículo e hiciesen un giro en “U” con destino a otra
locación equis para vacacionar. Las Toninas, Timbúes, Chañar Ladeado, por poner
algunos ejemplos, serían lugares aptos para rascarse el higo y celebrar, pero no. Todos
escuchan la historia con gran atención mientras Toby pone su mejor cara de “Dios mío, qué viaje insoportable que deberé
realizar por orden de mi padre cuando ya no tengo edad de recibir órdenes”
y comienza así, éste delirante periplo.
Pero al llegar al condado, una dulce viejecita que
regentea una estación de servicio de mala muerte en medio de la ruta y en la
entrada al pueblo, les asegura que están equivocados, que nadie en ese pueblo
es asesino, que el tal Damien no existe y que ni siquiera puede recordar cuándo
fue la última vez que vio al escritor por el lugar, quien hace años que vive en
otra ciudad.
Esto hace que, tanto nosotros como los
protagonistas de esta bosta, pongamos cara de preocupación, ya que, de ser cierto
lo que la vieja pelotuda dice, entonces la película no debería siquiera haber existido y
estos 4 jóvenes deberían estar probando suerte en otro rollo de Panavisión. Pero
todo el bar, que está infestado de parroquianos locales muy malos actores,
observa a los 5 jovencitos con cara de “Ustedes
no tienen idea dónde se metieron, esta vieja con esa cara de pelotuda que tan
mal actúa sus partes en realidad está entongada con todos nosotros que
protegimos, protegemos y protegeremos por siempre al malvado Damien por un motivo que jamás
será revelado durante el transcurso del film, así que no se queden con lo que
les dice la vieja, vayan e investiguen.” –todo eso dicen sus caras, aunque
usted no lo crea-.
Así es que Tomy invita a Tamy y al resto a acercarse
a la dirección del escritor mientras Timy saca fotos del lugar y un parroquiano
se le acerca con un cuchillo y le manifiesta con cara de pocos amigos que no le
saque fotos a su camioneta, amenazándolo de muerte. Y esto sería más que
suficiente, junto con las miradas del bar y la patética colaboración actoral de
la viejecita, para pegar media vuelta y olvidar que ese pueblo existe y que lo
conocieron (gracias, Pimpinella), pero no. Tomy está encomendado a terminar su investigación y
arremeten por una calle de tierra que conduce a la casa de Escritor, quien vive
alejado de la zona urbanizada en medio del campo donde no hay nadie salvo el célebre y
temido Damien, ataviado con ropas de granjero pervertido y con una cabeza de
chancho encasquetada en el bocho que, lejos de hacernos palidecer del terror
por el contrario nos recuerda al entrañable Alf cuando decía “¡No hay
problema!”, quien los acecha tras los árboles y va matándolos de a uno con la
ayuda de todo el pueblo para saciar su sed de venganza.
Así que el primero en
acabar es Toby quien, enojado con el resto, se pira solo por ahí y en un arroyo
ve a unas adolescentes en tetas que se mojan las tetas y se ríen meta mover las
tetas. Toby no puede creer su suerte y se saca la mochila para ingresar al agua
y así ver de ponerla o al menos tocar un buen par de tetas, pero todo era un triste señuelo, Damien lo
intercepta con su cara de chancho/Alf y le hinca un gran cuchillote en las
tripas, matándolo y tirándolo al río donde las jóvenes en tetas ríen y, una vez terminada su labor de señuelas, salen del agua y vuelven a sus quehaceres cotidianos.
Y luego es el turno de Tomy, a quien mientras
sacaba fotos a los árboles le pinta un meo y al momento de estar orinando el
río ve pasar con parsimonia el cuerpo sin vida de Toby, así que se da vuelta
para correr en busca de sus amigos pero, mala suerte, Alf lo está esperando con
un bate de baseball y le tira un batazo que Tomy esquiva. El bate se parte en
un árbol convirtiéndose en una filosa estaca que termina enterrada en la boca
de Tomy igual-igual que en una parte de un cuento que escribí hace un tiempo
atrás.
Y Tamy, al ver con pavor como Alf mató a Tomy, corre
desesperada en busca de Temy, a quien encuentra y cuenta con desparpajo todo lo
sucedido. Tamy y Temy huyen y corren y escapan, pero Alf las intercepta y mata a Temy de
varios hachazos en la espalda mientras Tamy no puede siquiera gemir del espanto que la
abraza, así que corre muda en busca de Timy, quien ya se topó con Escritor y lo acompaña en su camioneta. Pero
Escritor también está confabulado con el asesino y con el pueblo ya que Alf le
prometió que dejaría en libertad a su mujer si le traía más carnada, carnada,
¡carnada! (gracias, Illya Kuriakis). Esto enfurece a Timy, quien recibe flor
de palazo y termina maniatado junto con Escritor (¿?) y su mujer al momento en que
ingresa al granero Alf y entierra un cuchillo en la panza de Escritor, justo
cuando Timy lograba desatar sus manos para intentar reducir al aparatoso
asesino, a quien noquea con una pala de punta. Pero luego, en lugar de
ultimarlo a palazos –una pala de punta es
expeditiva en estos casos, yo hubiese agarrado la herramienta y se la hubiese
clavado en el cuello con la fuerza suficiente para decapitarlo, por ejemplo, y
así quedarnos con la certeza de haber terminado definitivamente con el peligro, pero no-. Timy
toma a la muchacha de una mano y huyen en la camioneta de Escritor, que no
arranca y da tiempo a Alf para recuperarse y perseguirlos al punto en que éste
consigue subir a la caja trasera y terminar de asesinar a Escritor, a quien pensaban
llevar al médico ya que había perdido mucha sangre.
Esto indigna a Timy, quien harto ya de Alf,
frena de golpe haciéndolo rebotar por toda la caja trasera y bajándose para tomarlo a
las piñas, pero Alf es mucho más grande y fuerte, por lo que Timy viene perdiendo
como en Camboya, así que la muchacha ayuda a Timy dándole un nuevo palazo a
Alf, quien cae nuevamente noqueado al piso dando a nuestras víctimas una nueva e impensada
oportunidad de ultimarlo. Esta vez yo hubiese utilizado la camioneta propiamente
dicha para pasarle por encima las veces que hiciera falta hasta corroborar que
el viejo Alf tuviese su cabeza aplastada y su masa encefálica desparramada por
el pavimento, pero Timy no piensa como yo –debe
estar muy shockeado-, toma el vehículo y huye del lugar mientras Alf va
recuperando de a poco el conocimiento.
Mientras tanto, en otra parte de la ruta, Tamy
vuelve desesperada al bar, toda llena de sangre y aturdida por la masacre que
ocurrió delante de sus ojos. El bar está repleto y la vieja pelotuda la atiende con
ternura y le dice que no se preocupe, que irá a buscar las llaves de su auto y
la llevará al médico. Tamy cree en la vieja desastrosa y sale al playón a
esperar su aventón al médico mientras los parroquianos que abarrotaban el lugar
la miran con cara de “Te lo dijimos,
todos morirán de la peor manera y esta vieja es más mala que el propio Damien”,
pero Tamy no lo nota y espera de espaldas que la dulce y pelotuda vieja la acompañe al
médico mientras la anciana se acerca con un gran cuchillote y la revienta a tajos
su espalda al grito de “¡¡les dije que se fueran!!” cuando de pronto, en el
momento en que más me estaba durmiendo, la pantalla se puso negra de golpe y el
nombre del director apareció como un disparo, señalándome el fin de la
película.
Así que ya lo sabe, amiguito, si quiere ver a
Alf, búsquelo en Youtube, esto no sirve para eso, ni siquiera para taparse el
sol con la cajita.