viernes, 6 de mayo de 2016

I am Wrath (2016)






Con: John Travolta, Christopher Meloni, Rebecca De Mornay, Doris Morgado, Paul Sloan, Patrick St. Esprit y elenco

Dirección: Chuck Russell


Resulta que el cincuentón y recontra feliz de la vida Stanley acaba de llegar en un vuelo desde el lugar donde le ofrecieron una importante oportunidad económica y de trabajo. Y la algarabía, el congojo, el regocijo, el optimismo y la beatificación facial le explotan en la cara fuegos de artificio, como si hubiese sido atacado por un rayo de buenaventura sin igual mientras cae rendido y por completo enamorado en brazos de su bella cincuentona mujer quien lo espera a la salida del aeropuerto expresando incluso ella en su rostro un cúmulo inusitado de algarabía, congojo, sosiego, optimismo y regocijo. Y se abrazan y la vida no podría ser más perfecta mientras encadenados en un empalagosísimo abrazo de reencuentro ella pregunta si le dieron el trabajo y sí, por supuesto que se lo dieron, el rostro de ese hombre no podría haber experimentado más muecas de  prosperidad en aquella bajada por escalera mecánica y entonces se toman de la mano y parten rumbo al estacionamiento departiendo algunas primicias sobre el floreciente futuro que les espera lleno de trabajo, bienestar y bonanza que solo sumarán puntos y más puntos para seguir cimentando solo con certeros éxitos rotundos esa relación madura que los mantiene tan unidos y enamorados desde hace veintipico de años.

Y tan felices son, tan embelesados están en contemplarse mutuamente como poseídos que no advierten que, al humo y por el lateral derecho, se les vienen tres motochorros a quitarles la cartera.

Motochorro 1 pide una ayudita. Esposa abre la cartera para darle pero Esposo advierte “No. Hoy no. Estamos demasiado felices para que nos arruines el momento” (¿?), y discrepancia va, piña viene, ¡pímba!, motochorro asesina a Esposa como no podría habérsele escapado a nadie desde el primer momento en que apareció en escena, en donde toda esa catarata inmunda de desmedida felicidad solo nos advertía que en breve moriría y de la peor forma.

Y Stanley cae al suelo, abrazando a su bella y ex buena actriz mujer, solo le falta gritar “¡¡¡NOOOOOO!!!!” mirando arrebatado el cielorraso del estacionamiento y la vida, esa que hace instantes era sublime y orgásmica, acaba de terminar para siempre.
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El dolor, la pavura y las mentiras del diario Clarín hunden al viejo Stanley en una cruenta depresión. Intenta justicia por derecha yendo a hacer las pertinentes denuncias. Descubren al agresor e incluso Stanley lo identifica detrás de un vidrio, pero vio cómo es la ley en este mundo y el asesino carterista queda libre porque es peón del más malvado y poderoso mal actor que podría haber existido, quien distribuye droga en la ciudad y tiene luz verde para delinquir porque ostenta en su celular un video que compromete al hijo del gobernador, quien en una fiesta mató a una chica en un perverso juego sexual y quedó re de frente manteca con la carupa bien escrachada, y si eso sale a la luz terminarán todos en cana.

Así que Stanley no tiene tiempo que perder. Ya no perdió tiempo quien escribió esta basura y fue a las fuentes copiando a rajatabla la trama de al menos diez mil películas de venganza por mano propia y John Travolta no va a ser menos, sobre todo porque quiere terminar de filmar de una vez para comerse las exquisitas medialunas de su amigo argentino. Y entonces agarra, llama a su coequiper del pasado, aquel con quien matara montones de malvivientes o terroristas o presidentes de facto de países como el nuestro (nunca queda claro a quien mataban en su equipo de elite), da un puñete a la pared para sacar de un doble fondo su maleta llena de justicia, se pone una campera de cuero y los revienta a todos.

Y esto no quedaría solo ahí si no fuera que al final el director decidió darle un toque gracioso en toda la última escena en el escena del hospital, la cual prefiero guardarme y no revelar así ustedes mismos la experimentan y ansían como yo arrancar el TV de la pared y arrojarlo por la ventana sin avisar a los ocasionales transeúntes que pudiesen pasar justo debajo de su balcón.

Y eso es todo lo que podría decirles de I am Wrath, el último film de John Travolta antes de venir a servirse unas facturas a Castelar.


Le pongo 3 Juanpablos. Uno para el peluquín que le enchufaron, el cual es tan absurdo y tan de otro tono del pelo del actor que realmente no se puede creer, el otro para las tremendas cirugías que se pergeñó en el rostro, que lo convirtieron en una suerte de Pato Donald recagado a cadenazos y uno para Chuck Russell, director de esta basura quien otrora  nos regalara The Mask y hoy mire con lo que sale…  

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