Con: Vince Vaughn, Hailee Steinfeld, Jordi
Mollà, Jon Favreau, Jonathan Banks, Taraji P. Henson, Bill Paxton, Shea
Whigham, Terrence Howard y José Luis Félix Chilavert como “el patovica”
Dirección: Peter Billingsley
Resulta que la bella y adolecente Cate Barrow
tiene varios problemas, no solo debe enfrentar la difícil tarea de cargar en su
mochila la pesada etapa de vida que le toca vivir sino que, para peor, tiene un
padre ladrón mafioso –a quien odia- al que no ve desde pequeñita por la
decisión de su progenitor de manera de protegerla del hampa, y un séquito de
productores que vieron como viable engendrar un nuevo film del género “Padre
que sabe pelear y escaparse que debe proteger a hija adolescente que lo
enfrenta y le reclama facturas viejas pero luego las distintas vicisitudes que
vicisitizan los reencuentran y se perdonan”.
Así es que un buen día su padre, quien se
dedica a vender atracos no a concretarlos, tiene un pequeño percance con un
cliente que termina muerto y entonces lo buscan para vengarse. Y por supuesto
que Vaughn no va a permitir que le toquen a la nena, ya aceptó sin peros que le
quitaran los rulos y le colocaran ese peinado de Carlos Balá arremangado y no
podría seguir aceptando faltas a la razón, por lo que busca a su hija a quien
no ve hace una docena de años y la arranca de su departamentito de adolescente donde
toca la guitarra y se la lleva contra su voluntad dos minutos antes de que José
Luís Félix Chilavert –qué bien hace de patovica, debería haberse dedicado a
esto y no a traicionar al pueblo argentino- llegue para asesinarla.
Y corren, escapan y alquilan habitaciones de
hotel de ruta mientras la relación, en un primer instante rígida, distante y
herida de muerte con el pasar de las escenas va mutando a esa bella y enraizada
relación de padre e hija que inconscientemente ambos quisieron tener al punto en que en un momento papá
aparece de hacer compras con una hermosa guitarra acústica que claramente puede
advertirse por su silueta envuelta en papel de regalo y la joven hija le dice
“¿Un regalo? ¿Para mí? ¿Qué es?”, pero el padre no le revienta la guitarra en
la cabeza por estúpida, solo sonríe y le dice “ábrelo” mientras uno no puede
enarcar más sus asombradas cejas mientras en el film comienzan a desfilar
actores que nada tienen que hacer aquí dentro, como Taraji P Henson, quien hace
un pequeño bolo en una escena o Jon Favreau, embestido en escaso extra que
termina muerto dos minutos luego de mostrarse al público, o Terrence Howard
(dios mío, Terrence, ¿qué ha pasado contigo?), todas sorpresas que no pueden
competir por falta de piné con la tremenda sorpresa que nos ataca al contemplar
a Paxton y Whigham caminando este tonto film.
Y si a todo este inconsumible cocktail le
agregamos que el film termina como no podría ser de otra manera, con papá e
hija súper enamorados y a salvo caminando por una plaza en un día de sol
(siempre estas películas terminan así, con un día de sol y poca brisa, jamás, a
pesar de que ambos estén a salvo y se hayan amigado la última escena nos
mostrará a la parejita protagonista a salvo y amigados pero debajo de un
paraguas atravesando una gélida lluvia de otoño), así que déjenme de joder con
esta basura, que demasiadas cosas tengo que hacer para estar perdiendo el
tiempo de esta forma.
Le pongo 2 Juanpablos. Habría que buscar a
quien hizo Taken y recagarlo a trompadas, por pelotudo.
1 comentario:
Opino exactamente lo mismo... La acabo de ver y es una basura... Y lo peor es que ese tremendo elenco hicieron terribles actuaciones... Un 1 para mí.
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