martes, 31 de mayo de 2016

Colonia (2016)





Con: Emma Watson, Daniel Brühl, Michael Nyqvist, Richenda Carey, Vicky Krieps, Jeanne Werner, Julian Ovenden y elenco

Dirección: Florian Gallenberger


La verdad es que da pena ser oriundo de estos lares, tener una edad en donde al menos éramos chicos cuando todo ocurrió y por ello de alguna forma haber vivido y padecido en estricto daño colateral habiendo conocido gente que no está más, gente que se tuvo que ir a los santos pedos, gente que aprovechó la misericordia de otros que poniendo en juego su propia vida, familia o trabajo ayudaban en el escape y ahora viene Emma Watson –quien nunca jamás podrá quitarse la varita mágica de la mano y siempre la veré como la niña maga de Harry Potter (pero no la culpo a ella, esto sucede por el esfuerzo ansioso de Hollywood por intentar quitársela haciéndola actuar en cuanta producción disímil aparezca, mostrándola en tetas o haciendo de desquiciada mental o luchando por la libertad chilena cuando lo ideal sería tomarse un lustro sabático y volver más tranquila y olvidada)- y, de la mano de Daniel Brühl, se encomiendan a perseguir sus ideales de izquierda en un Chile de principios de los setentas y a instantes de perder a su honorable presidente de un tiro mientras Daniel, Emma y el séquito de extras con cara de condorito que consiguieron elevan sus puños revolucioarios y sus melenas al viento y no convencen ni remotamente aunque más no sea a la menos objetiva abuela de ninguno de ellos.

Nyqvist salva un poquito las papas, pero solo las suyas. “Nyqvist salva un poquito sus propias papas” -sería mejor enunciado este párrafo- al conseguir un poco de asco en la escena con los niños cantores en los vestuarios, pero volvemos a lo mismo de siempre: que vengan Nyqvist, Emma Hermione Watson y Daniel Brühl a contarnos una historia autóctona de nuestra Sudamérica violada en perfecto inglés y esforzándose inútilmente y como papanatas eclécticos en enunciar las pocas líneas en castellano que les dieron… Da pena.

Colonia da pena. Chile da pena. Los muertos chilenos no merecen ni el Chile que subsistió luego de Pinochet ni esta película patética e incalificable que lo único que hace es seguir violando nuestra memoria.



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