Con: Michael Keaton, Nick Offerman, John
Carroll Lynch, Linda Cardellini, B.J. Novak, Laura Dern, Patrick Wilson y
elenco
Dirección: John Lee Hancock
No, dios santo, qué hijos de mil puta.
Como no podía ser de otra manera y tratando el
tema que trata, quien mierda sea que puso la plata para contar la historia de
vida de Ray Kroc –seguramente el actual CEO de McDonald’s, fan Nª1 de este hijo
de su madre- The Founder describe “alegremente” y sin una pizca de vergüenza
cómo fue que un simple vendedor de jugueras eléctricas les robara a base de
persistencia el nombre de la hamburguesería a los hermanos McDonald. Y tan
plástico y falto de paladar es quien puso la teca que se quedó muy conforme con
esta basura y ordenó publicarla de la misma manera en que hoy uno va a McDonald’s
y se pide un Big Mac y se queda conforme con la basura que le entregan.
Ray Kroc fue el ícono del empresario exitoso
estadounidense, quien a base de búsqueda de la presa y luego de su desesperada fagocitación,
construyera el mega imperio más obsceno que creo hay en el mundo mientras se
pasara la vida tan concentrado en ser más y más rico que se olvidara del
pequeño detalle de engendrar algún retoño a quien dejarle la torta de plata y
muriera con una fortuna de 1600 millones de dólares que donó a la Cruz Roja, o
algo así.
Ray Kroc fue, en pocas palabras, un hijo de
puta que tuvo la suerte de encontrarse en el camino a dos hermanos más buenos
que el pan, quienes poseían orgullosos una hamburguesería en un pueblo con un
novedoso sistema de entrega rápida del pedido y que, cuando vio la inconcebible
oportunidad económica que se le presentara delante de sus narices, luchó sin
descanso y con éxito para quedarse con el microemprendimiento y cagar de parado
a estos dos buenos hombres que confiaron en él.
Entonces, si usted lo que busca es una honesta
biografía de este parásito de mierda a quien deberían haber encanado, no vea
esta película porque da náuseas asistir a la historia contada de esta forma:
como apoyando la actitud “picaresca” de “empresario despierto” en lugar de
cuestionarla y denunciarla por lo que claramente fue: Una estafa. Un robo.
Incalificable.
Por la plata baila el mono, dice el dicho y
tan cierto es que Keaton, Offerman, Carroll Lynch, Novak y Wilson se prestaron
sin tapujos a colaborar en esta mierda viniendo de donde vienen sin necesidad
de arruinar sus CV como lo hicieron dejando en claro mejor que ninguna otra
metáfora lo mierdero del pensamiento yankie básico.
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