jueves, 1 de diciembre de 2011

Marley & Me: The Puppy Years (2011)



Con: Travis Turner, Donnelly Rhodes, Merrilyn Gann, Chelah Hordsal, Sydney Imbeau y la invalorable actuación de Alex Zahara

Dirección: Michael Damian

El invento yankie más zarpado desde "Hulk Vs Wolverine", o desde "Alien Vs. Depredador". Es más, se me acaba de ocurrir. Anoten, genios de Hollywood, tienen mil opciones más para seguir recaudando dinero sin importarles nada a lo pavote, les doy unos ejemplos:

“ET el extraterrestre II”

ET vuelve a la tierra pero disfrazado de wachiturro, ya que los derechos de autor difícilmente puedan quitárselos a Steven Spielberg pero no importa, contraten a cualquier actor de reparto sin grandes dotes actorales así no atraviesan conflictos judiciales con don Spielberg. Entonces vuelve ET y se pone a cantar porquerías mientras señala el piso desde arriba de su cabeza todo el tiempo con unos lentes negros que le quedan enormes.

La Historia sin fin II - La vuelta de Falkor:

Bastian ya es un hombre grande, tiene una panadería y por las tardes lleva a Falkor a pasear a la plaza. Falkor está viejo y anda flojo de caderas, y lo tiene que ayudar a cagar porque cuando hace fuerza medio que se cae para un costado. Y eso es todo, capítulos y capítulos de Bastian vendiendo pan y pastafrola en la panadería y Bastian llevando a pasear a Falkor a la plaza. No vale la pena ni siquiera buscar un argumento, no hace falta. Con el título nomás arrasan, venden seguro.

“Bob Esponja y la madeja de hilo”

En esta simpática ocasión, Bob Esponja es un gato hogareño, y se la pasa jugando y corriendo tras una pícara madeja de hilo que continuamente escapa de sus garras. Y eso es todo. No está Patricio ni Arenita ni Don Cangrejo ni la película transcurre debajo del mar. Solo pongan "Bob Esponja" y venden miles de tickets.


Qué lindo que sería que un terremoto inteligente destruya por completo solo las oficinas en donde dos por tres se hacen esas reuniones de “ideólogos” de Hollywood en donde no idean un carajo y se prenden cual garrapata lujuriosa de algún éxito en desuso sin importarles un carajo ni la trama, ni lo que dejo en el público, ni la contradicción absurda en la que se hunden y solo les importa facturar y facturar por doquier.

Ojalá. Ojalá se mueran todos.

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