Con: Sean
Rogerson, Juan Riedinger, Ashleigh Gryzko, Mackenzie Gray, Merwin Mondesir,
Michele Cummins, Luis Javier y Alex Sander (no te podés llamar así…)
Dirección:
The Vicious Brothers
No. No hay caso esta
semana. Una peor que la otra. Lo lamento mucho, pero aquí va:
Con estética
Blairwitch Project, Grave Encounters comienza entrevistando a un desconocido
señor que dice ser productor de programas televisivos, que nos hace una especie de prólogo
de lo que vamos a ver: “las cintas sin edición del programa Grave Encounters”
que “nunca salieron a la luz” por el “terrible episodio del que los
protagonistas del programa fueron víctimas y testigos”.
Así es que, ya harto
de tener que soportar este tipo de imbecilidades, me acomodé mejor en la cama,
me puse las manos detrás de la nuca, crucé una pierna encima de la otra y me encomendé
a disfrutar, si es que se puede utilizar esta palabra, de esta ridícula
película que intenta ser de terror pero ni siquiera accede al escalafón de “película
que intenta ser de terror construida por niños de 10 años”, donde un malísimo
actor que lleva la voz cantante va, micrófono en mano como si fuera un
periodista, dándonos un tétrico panorama de lo que vamos a ser testigos esta
noche, ya que decidieron con sus cuatro secuaces pasar la noche dentro del oscuro
y abandonado hospital mental del pueblo Equis, donde, según los parroquianos
del lugar, por las noches se escuchan enloquecedores aullidos.
Y así empieza esta
pelotudez, igualita a todas las demás del tipo, que va mostrando despacio e “in
crescendo” cómo los fantasmas de los loquitos que habitaban el nosocomio
comienzan a demostrar que están ahí y que van a hacer mierda a cada uno de los
malos actores, consiguiendo que uno se ponga del lado de los fantasmas y los
aliente a que asesinen de una vez a dichos protagonistas, ya que actuando son
más malos que la mierda.
Pero lo que más me enloqueció,
lo que más me obnubiló, lo que más me hizo reír en el mes, es la escena de las
manos negras que salen del techo, recuerde mirar esta película sin estar
tomando cerveza o comiendo palomitas, porque la estampida de su inevitable
escupida seguida de frondosa carcajada puede que arruine su plasma de 32
pulgadas. Así que está advertido.
Mírela para cagarse de
risa, si quiere. Como película de terror es “de terror”.
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