Con: Katie Cassidy, Tracy Spiridakos, Donal Logue, Adam DiMarco, Shannon Chan-Kent, Torrance Coombs
y Leah Gibson
Dirección: Michael
Greenspan
Katie es una joven y
turgente morocha que hace footing y está espléndida pero que intenta
sobrellevar el terrible y truculento suceso que se cruzare en su camino, que es perder a su
gran amiga y compañera de vida, quien desapareció misteriosamente una noche y
nunca más se supo de ella ni se encontró el cuerpo.
Así es que con su
otra amiga, y luego de debatirlo y debatirlo, deciden realquilar la tercera
parte de la casa donde viven ya que no pueden enfrentar los gastos de a dos por
mucho tiempo más. Y aparece en sus vidas Spiridakos, quien se muestra como una
rubita re tranqui, que todo bien, negro.
Y de inmediato se
hacen amigas y Katie le cuenta sobre su amiga desaparecida y Spiridakos le
manifiesta todo su apoyo y se hacen más amigas y más amigas hasta que un día
viene a visitar a Katie un ex novio muy mal actor, réquete golpeador que la
réquete golpea en el sótano de la propiedad, infestado de bombachas súper sexys de las tres universitarias colgadas del tender hasta que, de pronto, Spiridakos escucha ruidos en el sótano-lavadero, baja, ve a su amiga en el piso debajo de un tipo que está propinándole todo tipo de piñas y no lo duda, agarra
un hacha pequeña que hay colgada en la pared y le atraviesa el marulo sin siquiera pedirle permiso.
Katie no puede
creer ni lo cerca que estuvo de morir a manos de su ex mal actor novio ni lo
que acaba de hacer su nueva amiga, y se lleva las manos a la boca, perpleja,
mientras Spiridakos le recomienda que la ayude a envolver el cuerpo, así lo
tiran por ahí.
Y entonces esa
nochecita lo cargan en la 4x4 de Katie (porque
en EEUU todos tienen autos copados, no importa la clase social o la edad que
uno tenga) y se van a la parte de atrás del campo del padre de Spiridakos, a un lugar que nadie
visita nunca y, luego de hacer un enorme pozo donde entraría cómodamente una
tumba colectiva de esas que se hacen en las grandes masacres mundiales, tiran
el cuerpo de Exnovio dentro. Katie intenta comenzar con la tapación, pero
Spiridakos le dice que espere un momento, que primero le tiene que dar
muchísimos fierrazos en la cara, para desfigurarlo al punto de que sea
irreconocible, y le tiene que cortar las manos, para que no puedan tomarle
siquiera las huellas digitales.
Así que Katie espera, no
sin un dejo de preocupación. ¿Quién será Spiridakos que resuelve con tanta
experiencia el tema de enterrar un exnovio como si fuese Wolf, el expeditivo "ocultador" de PulpFiction?
Tensión. Duda.
Inquietud.
Y luego vuelven a
su casa, están muy mugrientas y lastimadas, sobre todo Katie a quien aún le
sangra un poco una ceja producto de los golpes recientemente recibidos, pero
Spiridakos, con gran ternura, comienza a limpiarle la herida acercándose mucho
a su amiga, al punto en que uno dice: “eh,
che, si se siguen acercando así, se van a poner un pico...” en el preciso
instante en que Spiridakos, con gracia y tesón, le clava flor de chupón de
lengua a Katie, quien de inmediato moja sus bragas en un latigazo irrefrenable
de calentura sin igual y comienzan a meterse mano y besuquearse con obscenidad
y a enterrarse las manos en la entrepierna, meta refregarse las cachuchas con
frenesí.
Sorpresa. Incomodidad. ¿Consternación?
Sorpresa. Incomodidad. ¿Consternación?
Y luego se hacen
novias, y siguen con sus vidas, dándose picos y haciéndose mimos hasta que
Katie decide preguntarle a Spiridakos por qué tiene esas feas cicatrices en la
espalda (Spiridakos tiene la espalda como
Jesús el día en que lo crucificaron, bien cagada a latigazos) y la rubia le
cuenta que su padre es flor de hijo de puta, que la re cagaba a palos y que
mató a su madre, pero que nunca pudieron endilgarle el crímen y que, para colmo
de injusticias, está lo más bien, yendo a emborracharse todas las noches y
enganchándose jóvenes minitas re ponibles, así que le pide que la ayude a
matarlo. Katie se niega. Spiridakos muestra su verdadera personalidad ventajera
y medio psicópata (sólo Katie no lo había
notado) y la extorsiona y le dice que si no la ayuda a matar a su padre irá
a la policía y les contará sobre un cuerpo enterrado en cierto campo.
Y así empieza
entonces esta huevada protagonizada por una rubia y una morocha que están muy
apetecibles y que, por orden del director y para conseguir buena asistencia de
público tanto en el cine como en el alquiler del dvd, se pegan unas biabas
interesantes, meta chupón de lengua y manotazo en partes pudendas que lo dejan
a uno bastante inquieto. Pero no seguiré contando la trama porque incluso y
para mi sorpresa, sobre el final se pone regular y todo hasta para los
adolescentes para los que fue creada esta pelotudez.
Así que le pongo 3
Juanpablos y le advierto, si usted lo que busca es verse una buena película de
suspenso y engaño, alquílese otra cosa. Ahora, si le re copa la idea de ver a
una rubia y una morocha meta chuponearse y pajearse descaradamente, vaya a
buscar una copia de “Kill for Me” que la va a pasar de re chupete.
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