Con: Clint Eastwood, Amy Adams, John Goodman, Justin Timberlake, Ed Lauter, Bob Gunton, Robert Patrick y Scott Eastwood
Dirección: Robert
Lorenz
Resulta que Clint es un viejo cazatalentos que se está quedando ciego, no
lo admite y para colmo está peleado con su hija, quien es una próspera abogada
que vive en otra ciudad y que -usted no
va a creer la explosión de originalidad y nuevas ideas que volcaron en esta
producción cinematográfica- está por conseguir un importante asenso a
“socia del bufete de abogados” si gana el juicio de la importante empresa “Tal”,
tan determinante a la hora de cerrar un exitoso año en lo económico para sus jefes. ¿No es
genial? ¿Cuántas películas hicieron ya con ese trilladísimo argumento? ¿Mil?
¿Cien mil? ¿Un millón? ¿Qué pasará por la cabeza de los Story Tellers de
Hollywood? ¿No conocen otra labor para endilgarle al rol de un personaje joven que pueda ser rentable
o exitosa que no sea ser un abogado responsable en sufrido y sacrificado ascenso
dentro de un importante y prestigioso bufete de abogados viejos carcamanes que
lo están poniendo a prueba en el momento más importante de su vida para
entonces ver de promoverlo como socio y así jugar golf con ellos en estúpidos
pantaloncitos celeste claro bajo una tarde de sol mientras el mundo se viene
abajo a sus espaldas? ¡Basta! ¡Termínenla con eso, loco! ¡Merecemos un poco de
respeto, carajo!
Así es entonces que Clint está viejo (gran novedad) y la vejez le trajo de regalo una amplificación bien
marcada de su ya conocida actitud de cabrón (chocolate
por la noticia), pero él es Clint Eastwood, y ninguna ceguera inminente lo
doblegará ni lo hará pedir ayuda, así que comienza a chocarse los muebles, a
quemar la comida que se cocina y a pagarle al muchacho de las pizzas mucha más
plata de la que debe pagarle porque, admitámoslo al menos nosotros, Clint no ve
un mamut embarazado de mellizos dentro de un ascensor.
Entonces una tarde lo visita Goodman, su viejo socio, quien lo viene a
tantear, porque hace rato que lo ve raro y el jefe de ambos está por despedirlo
y contratar a un cazatalentos mucho más joven pero malísimamente mal actor. Y
Goodman se da cuenta de que algo no anda bien y le pide a la bella Amy Adams
que lo visite y que intente convencerlo de que pida ayuda en aquello que
todavía no queda claro qué es lo que le aflige.
Pero Amy está justo por cerrar el importante juicio de la importante
empresa que le dará, luego de siete años de incansable labor día y noche, un importante
lugar en la placa de mármol del importante edificio donde hoy figuran los tres importantes
apellidos de sus jefes, quienes no le pierden pisada y le piden cosas todo el
tiempo, asegurándole de manera muy discreta pero entendible, que cualquier
tropiezo, por más insignificante que éste sea, hará que decidan asociarse con
Pirulo, el otro abogado de la firma que ni en pedo le llega a los talones a Adams y que
no merece ni el cargo de cadete (porque
hay que generar una situación de tensión para que uno sienta el sacrificio que
Adams debe hacer al viajar al pueblo de su padre y entonces ayudarlo con una
mano mientras con la otra atiende a sus jefes que la solicitan todo el tiempo).
Y la amenazan y amenazan toda la puta película. Así que tensiónese. Es una orden.
Entonces Adams viaja a lo de su padre, quien está preparando una
exquisita hamburguesa quemadísima, llenando todo el condado de humo (se ve que aparte de ciego se está quedando sin olfato o sin criterio,
porque tampoco la pelotudez, cuando algo se quema así no hacen falta los ojos para
adivinarlo, se huele…) y comienza entonces esta película de enredos familiares
donde la joven Adams debe luchar por convencer a su padre que permita ayudarlo
mientras sus jefes la atosigan por teléfono amenazándola con darle el puesto a
Pirulo mientras aparece en escena Justin Timberlake, quien hace de un fracasado
basebolista que ahora intenta encarar su vida como joven “cazatalentos”
siguiendo de cerca a Eastwood y anotando en un papelito todo lo que el viejo
hace hasta que Adams le echa el ojo y Timberlake también y se hacen amigovios y
entre los dos ayudan a Clint mientras los abogados atosigan a Admas y los
diálogos comienzan a tornarse demasiado basebolianos al punto de que comenzamos
a leer que los “Strikes” no sé qué cosa, o que “Nadie puede tocar las lanzas de
Pepito”, o “¿Sultanito no tiene tres de tres?”, o “dame ese jardinero”. Todo
roseado de “jomrones”, “bateadores”, “Lanzas por bolas”, cubierto con una
tupida ración de frases inexplicables del estilo “El taimado vive en las
esquinas”, o “Expertos en bases por bolas”, o también “Si Fulanito batea un roletazo a primera, nadie la va a atrapar” y ese tipo de sandeces pelotudas
que sólo a un norteamericano faltito nacido en el corazón mismo de una cancha da
baseball le puede interesar un poco.
Pero no crea que todo termina ahí, no. No conformes con habernos hecho
ilusionar con ver una película linda de Clint Eastwood, el zapato que escribió
esto resuelve el final como corresponde a este tipo de películas hechas en dos
cachetadas y a los apurones. Finalmente aquel mal actor que viniera a serrucharle el piso a Eastwood insiste en que su equipo contrate a GordoCreído, un joven de
una escuela que le pega a todas las pelotas mientras Eastwood dice que no es
bueno no sé por qué cuestión técnica, entonces el presidente del club le hace
caso a Mal Actor y despide a Eastwood y ¿qué sucede? Eastwood tenía razón,
GordoCreído tiene un claro problema cuando le tiran una bola no sé con qué
efecto y no la agarra nunca, entonces el equipo despide a Mal Actor mientras
los abogados amenazan a Adams con que si no está en la oficina en 20 minutos le
darán el puesto a Pirulo, pero Adams acaba de encontrar a un lanzador que tiene
gran talento y lo lleva al equipo, entonces el director del club re contrata a
Eastwood, quien dice que no ya que está viejo, y Adams tira el celular a la
basura y es contratada como cazatalentos con un sueldazo por mes por los próximos 4 años y uno se queda pensando, ¿no? Qué fácil que la hacen
siempre en EEUU, por eso son seres tan superiores. La tipa acaba de renunciar
al trabajo de su vida y a los 15 minutos consigue un contrato por un montón de
plata en una labor fresca y distinta que no le sumará fichas a una probable enfermedad de Alzheimer en su vejez. Yo hace 5 años que estoy intentando cambiar de rubro sin conseguirlo,
debe ser porque vivo en Argentina, seguro.
Váyanse a cagar con esta película hija de su madre. Indignan cuando
hacen estas basuras a los apurones engañándonos o cebándonos con actores
interesantes.
Son de cuarta.
Le pongo 1 Juanpablo.
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