lunes, 23 de septiembre de 2013

Olympus Has Fallen (2013)






Con: Gerard Butler, Aaron Eckhart, Rick Yune, Morgan Freeman, Melissa Leo, Radha Mitchell, Cole Hauser, Finley Jacobsen, Dylan McDermott, Angela Bassett y gran y patriota elenco

Dirección: Antoine Fuqua


Resulta que en una nueva, súper insistente, ya cansadora y mega reiterativa intentona por continuar pretendiendo dejar en claro un torpe y trillado metamensaje que ya de metamensaje no tiene más nada donde vuelven a la carga con su necio patriotismo desmedido, su constante defensa de ese hipócrita “estilo de vida” y su torpe e inexacto posicionamiento en el lugar de "los buenos”, EEUU nos regala para nuestro deleite “Olympus Has Fallen”, una simpática película que nos pinta con paranoia yankie sin igual el cruel escenario del que aparentemente tienen tanto miedo que lo exteriorizan cada tanto como en una suerte de impensada catarsis fílmica donde los norcoreanos finalmente logran conquistar Norteamérica (¿Tanto miedo les tienen? ¡No les hubiesen dejado hacer tantos juguetes!).

Entonces la película comienza con el presidente, joven, apuesto y patriótico hasta la médula misma del gen patriota, teniendo que acudir a una importante cena de gala en lo de un ricachón y en el viaje es víctima de un cruel accidente y su limusina presidencial cae por un puente mientras Mike (Gerard Butler), su más experto, voraz, tenaz, patriota y fiel guardaespaldas logra retirarlo del vehículo aunque no así salvar a la primera dama, quien cae con la limo a las frías aguas del río Hudson y muere ahogada.

Tristeza. Desazón. Impotencia. Viagra.

Este triste episodio deja al pobre Butler sin trabajo, lograr salvar al presidente y no así a la primera dama no lo deja bien parado delante de sus jefes y lo reasignan a un lugar menos necesario, poniendo sellos en algún escritorio olvidado del ministerio de hacienda. Y la vida continúa y nuestro patriota presidente es escoltado por nuevos agentes súper entrenados que portan blancos cables enroscados en sus orejas y pulseras de reloj con micrófonos mientras Butler pone y pone sellitos como un infeliz, perdiéndose para siempre estar al frente de “la acción” por la que pasó gran parte de su vida entrenándose.

Pero un buen día, justo cuando Butler le propone a su enfermera mujer que “a la noche van a ir al cine”, viene sobrevolando los cielos yankies lo más campante un avionazo de guerra norcoreano armado hasta los dientes que recién es avistado por dos intimidantes F-15 cuando ya está encima de unas casitas de los alrededores del mismísimo Washington D.C., cosa que de inmediato hace que uno se pregunte cómo pueden haber llegado hasta ahí luego del triste episodio de las Torres Gemelas donde el planeta debió para siempre acostumbrarse a viajar descalzo, a no portar siquiera un alicate de uñas en un bolsillo y ese tipo de flagelos crónicos, pero bueno, misterios de este mundo.

Y de inmediato los cazas lo escoltan y le dan la voz de alerta: “Está usted sobrevolando cielo patriota sin permiso. Dé la vuelta o se las verá con nuestras implacables balas”, pero los pilotos coreanos se ríen con sorna, abren unas escotillas de los costado y disparan sin temor, demostrándoles en un terrible instante que ellos también tienen balas y que saben dispararlas.

Un caza cae, derribado. El otro logra escapar y da la voz de alerta. De inmediato, en un patriota santiamén relámpago, los custodios del presidente lo interrumpen en su reunión con unos chinos y lo llevan a patadas en el culo al P.E.O.C. (President’s Emergency Operation Center), un recontra subsuelo en la Casa Blanca separado por inmensas paredes de concreto donde el susodicho pueda continuar haciendo de las suyas sin que nadie le ponga un tiro en la oreja, pero como está en esa reunión con chinetes, los agentes bajan a todos en el ascensor al P.E.O.C. (quién sabe para la próxima bajen sólo a aquellos que sí deben estar ahí dentro y no a todo el mundo. Uno debe aprender de sus errores…). Y una vez todos debajo de metros y metros de imbatible portland, uno de los chinos muestra un arma, otro hace lo mismo, matan bastante rápido a los “entrenadísimos” custodios del presi y todos secuestrados. Mientras arriba, en las puertas mismas de la Casa Blanca, miles de chinos que se hacían los que caminaban justo por ahí cubren sus rostros, pelan furtivas metralletas y hacen mierda a todo el mundo, inclusive a los cientos, quizás miles de agentes oficiales que custodian la Casa Blanca, el lugar más seguro del planeta. Y lo hacen con gran soltura y sin grandes impedimentos, como si estuvieran volteando conejitos de lata en una kermesse para ganarse un trofeo, una cosa así.

Sorpresa. Indignación. Disparate total.

Y todos mueren, cada agente súper entrenado de traje y audífono cae ante las norcoreanas balas de los conquistadores asiáticos. Todo se pone confuso, ya ni se sabe si el presidente está con vida y el gobierno nombra como presidente interino a Morgan Freeman, el vocero presidencial, quien ni bien es nombrado se le acercan dos temibles y súper grandotes agentes secretos como diciendo “no se preocupe, señor, está usted a salvo” mientras a las puertas de la Casa Blanca una alfombra de agentes súper entrenados muertos demuestran con gran expedición que no solo Freeman no está a salvo sino que, por el contrario, debería comenzar a preocuparse por su destino. O cambiarse el nombre, aunque sea. Deadman es más descriptivo de su triste presente.

Pero el coreano secuestrador y sus secuaces no contaban con la astucia de Butler, quien al oír desde su inocuo despacho los disparos y las corridas de inmediato se apersonó en la Casa Blanca, y como jamás dejó de ser agente de seguridad, puede ingresar, entrar a las computadoras, armarse como Bruce Willis en Die Hard 1 y combatir a los cientos de coreanos conquistadores desde las sombras de los muebles de los salones de la casa de gobierno, ese lugar que conoce mejor que la propia palma de su mano, ocultándose en las paredes internas de la propiedad y mojándole todo el tiempo la oreja a Corenao Maldito, quien se pone más y más tenso ante el avance de Butler hacia el búnker, por lo que ordena a su compinche (un agente secreto estadounidense traidor que se vende a Corea del Norte y nunca queda claro por cuál motivo lo hizo, ni siquiera cuando en un momento mira al presidente con desprecio y le dice que no lo votó y pareciera que va a explicar el por qué pero no lo hace) que vaya arriba, busque a Butler y lo mate. Compinche sube y lo encuentra, y Butler no sabe que Compinche es un traidor a la patria y éste lo engatusa de la misma forma en que Hans Gruber lo hace con John McLane en Die Hard 1, ¡prendiéndose incluso un cigarrillo y todo! Pero luego, en un torpe intento por tomar a Butler del cogote, pierde inevitablemente ante los puños desmedidos de nuestro agente estrella, quien no solo logra anularlo sino que, aparte, consigue convencerlo de que confirme por radio a Coreano Maledetto que consiguió matarle.

Y de ahí en más todo continúa de lo más obvio que he visto en esta tremebunda catarata de destreza física, empalagoso patriotismo y heroísmo sin igual mientras Coreano Maledetto tortura vicepresidentes y secretarios presidenciales en busca de las claves de "Cerbero" -el programa que hace explotar bombas nucleares- y de las tres claves que necesita, solo consigue dos, porque el presidente es demasiado patriota para agarrar y darle la clave así porque sí, por lo que a Coreano Maledetto no le queda otra que secuestrarle a su pequeño hijo, quien está oculto en algún doble fondo de la Casa Blanca que sólo el pequeño y Butler, quien hasta el día de la muerte de su madre era como un tío para el niño, conocen. Así que nuestro protagonista logra sacarlo por una tubería y la película termina con el bueno de Butler ingresando al búnker, peleándose terriblemente con Coreano Maledetto a quien finalmente mata de un cuchillazo en el cerebro como bien le había señalado con antelación por walkie talkie que lo haría en lugar de decirle el célebre “yippie kay yay mother fucker” para de inmediato salir corriendo desesperado hacia dentro del bunker y así cancelar la cuenta regresiva a la que le falta menos de un minuto para hacer volar por el aire a EEUU completo.

Tensión. Transpiración. Patriotismo. Hepatalgina.

Pero tranquilícese, Butler consigue apagar el aparato faltando solo cuatro segundos (este final nunca antes lo hemos visto en la historia del cine de acción y suspenso), y ayuda a salir de los escombros de la Casa Blanca al presidente, quien tiene un disparo en una costilla pero zafará, y cuando salen rengueando a los patios a la vista de miles de marines que están en posición de disparar pero que jamás ingresaron al predio no se sabe por qué, Butler contempla los destrozos, mira al presidente y le dice:

Lamento lo de la casa, señor

Y el presidente, colgando de su hombro como una novia embelesada, susurra:

Está bien, creo que tiene seguro

Mientras en el bunker de Freeman todos aplauden y se abrazan y una música patriota todo lo inunda y la película viaja a un futuro muy cercano, donde el presidente, ya repuesto y en su primera conferencia de prensa luego del triste episodio, dice a la población:

Hemos perdido buenos amigos, familiares, toda gente buena. Héroes. Todos ellos. Nuestro sentir y plegarias acompañan a sus familias. Y serán recordados. Tampoco olvidaremos a los que sirvieron detrás de escena, a quienes les debemos la mayor gratitud.

Nuestro rival no solo vino a destruir lo nuestro y nuestro pueblo, vinieron a profanar un estilo de vida, a embarrar nuestras creencias. A pisotear nuestra libertad. Y en esto no solo han fracasado, sino que nos han dado el mayor regalo (en este momento el director del filme nos muestra como izan la bandera), la oportunidad de renacer. Nos elevaremos. Renovados. Más fuertes y unidos. Este es nuestro momento. Nuestra chance de recuperar lo mejor de nuestra esencia. De liderar dando el ejemplo, con la dignidad, integridad y honor que construyeron este país y que construirán una vez más. Que Dios los bendiga. Y que Dios bendiga a Estados Unidos de América(aplausos y la cámara gira y nos muestra a Butler, serio y firme como rulo de estatua nuevamente en su función de protector personal del presidente, con su oreja audiofoneada y todo. Y luego la imagen cambia hacia la bandera norteamericana, flameando altiva con una música superadora donde redoblantes bélicos resuenan con eco al fondo, como diciendo “somos los mejores”, o como diciendo: “Viva nuestro estilo de vida”, o como diciendo “Que Piñón Fijo viva por siempre en nuestros corazones”, y yo me pregunto:

¿Estos tipos no saben todavía que ya todos sabemos que ese “estilo de vida” que tanto defienden lo tienen a costa del sacrificio de la humanidad toda?

¿Puede ser de dios que en 2013 aun sigan con ese discurso hipócrita y pelotudo y yo esté mirando esta estupidez indescriptible?

¿Puede alguien por favor al menos ir a darle una cachetada a estos actores pelotudísimos que acceden a colaborar en este tipo de huevadas indigantes?


Le pongo 1 Juanpablo, la parte en que los coreanos arrancan la bandera yankie del mástil yankie de la Casa Blanca yankie y la tiran por los balcones y esta cae en cámara lenta y toda cagada a balazos es lo más cursi que vi en mi vida. Y me hizo reír un montón.
 


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