Con: Gerard Butler, Aaron Eckhart, Rick Yune, Morgan Freeman, Melissa Leo, Radha Mitchell, Cole Hauser, Finley Jacobsen, Dylan McDermott, Angela Bassett y gran y patriota
elenco
Dirección: Antoine Fuqua
Resulta que en una nueva,
súper insistente, ya cansadora y mega reiterativa intentona por continuar
pretendiendo dejar en claro un torpe y trillado metamensaje que ya de
metamensaje no tiene más nada donde vuelven a la carga con su necio patriotismo
desmedido, su constante defensa de ese hipócrita “estilo de vida” y su torpe e
inexacto posicionamiento en el lugar de "los buenos”, EEUU nos regala para
nuestro deleite “Olympus Has Fallen”, una simpática película que nos pinta con
paranoia yankie sin igual el cruel escenario del que aparentemente tienen tanto
miedo que lo exteriorizan cada tanto como en una suerte de impensada catarsis
fílmica donde los norcoreanos finalmente logran conquistar Norteamérica (¿Tanto miedo les tienen? ¡No les hubiesen
dejado hacer tantos juguetes!).
Entonces la película comienza
con el presidente, joven, apuesto y patriótico hasta la médula misma del gen
patriota, teniendo que acudir a una importante cena de gala en lo de un
ricachón y en el viaje es víctima de un cruel accidente y su limusina
presidencial cae por un puente mientras Mike (Gerard Butler), su más experto, voraz, tenaz, patriota y fiel
guardaespaldas logra retirarlo del vehículo aunque no así salvar a la primera
dama, quien cae con la limo a las frías aguas del río Hudson y muere ahogada.
Tristeza. Desazón. Impotencia.
Viagra.
Este triste episodio deja al
pobre Butler sin trabajo, lograr salvar al presidente y no así a la primera
dama no lo deja bien parado delante de sus jefes y lo reasignan a un lugar
menos necesario, poniendo sellos en algún escritorio olvidado del ministerio de
hacienda. Y la vida continúa y nuestro patriota presidente es escoltado por
nuevos agentes súper entrenados que portan blancos cables enroscados en sus
orejas y pulseras de reloj con micrófonos mientras Butler pone y pone sellitos
como un infeliz, perdiéndose para siempre estar al frente de “la acción” por la
que pasó gran parte de su vida entrenándose.
Pero un buen día, justo cuando
Butler le propone a su enfermera mujer que “a la noche van a ir al cine”, viene
sobrevolando los cielos yankies lo más campante un avionazo de guerra norcoreano
armado hasta los dientes que recién es avistado por dos intimidantes F-15
cuando ya está encima de unas casitas de los alrededores del mismísimo
Washington D.C., cosa que de inmediato hace que uno se pregunte cómo pueden
haber llegado hasta ahí luego del triste episodio de las Torres Gemelas donde
el planeta debió para siempre acostumbrarse a viajar descalzo, a no portar
siquiera un alicate de uñas en un bolsillo y ese tipo de flagelos crónicos,
pero bueno, misterios de este mundo.
Y de inmediato los cazas lo
escoltan y le dan la voz de alerta: “Está
usted sobrevolando cielo patriota sin permiso. Dé la vuelta o se las verá con
nuestras implacables balas”, pero los pilotos coreanos se ríen con sorna,
abren unas escotillas de los costado y disparan sin temor, demostrándoles en un
terrible instante que ellos también tienen balas y que saben dispararlas.
Un caza cae, derribado. El
otro logra escapar y da la voz de alerta. De inmediato, en un patriota
santiamén relámpago, los custodios del presidente lo interrumpen en su reunión
con unos chinos y lo llevan a patadas en el culo al P.E.O.C. (President’s Emergency Operation Center),
un recontra subsuelo en la Casa Blanca separado por inmensas paredes de
concreto donde el susodicho pueda continuar haciendo de las suyas sin que nadie
le ponga un tiro en la oreja, pero como está en esa reunión con chinetes, los
agentes bajan a todos en el ascensor al P.E.O.C. (quién sabe para la próxima bajen sólo a aquellos que sí deben estar
ahí dentro y no a todo el mundo. Uno debe aprender de sus errores…). Y una
vez todos debajo de metros y metros de imbatible portland, uno de los chinos
muestra un arma, otro hace lo mismo, matan bastante rápido a los
“entrenadísimos” custodios del presi y todos secuestrados. Mientras arriba, en
las puertas mismas de la Casa Blanca, miles de chinos que se hacían los que
caminaban justo por ahí cubren sus rostros, pelan furtivas metralletas y hacen
mierda a todo el mundo, inclusive a los cientos, quizás miles de agentes oficiales que custodian
la Casa Blanca, el lugar más seguro del planeta. Y lo hacen con gran soltura y
sin grandes impedimentos, como si estuvieran volteando conejitos de lata en una
kermesse para ganarse un trofeo, una cosa así.
Sorpresa. Indignación. Disparate
total.
Y todos mueren, cada agente
súper entrenado de traje y audífono cae ante las norcoreanas balas de los
conquistadores asiáticos. Todo se pone confuso, ya ni se sabe si el presidente
está con vida y el gobierno nombra como presidente interino a Morgan Freeman,
el vocero presidencial, quien ni bien es nombrado se le acercan dos temibles y
súper grandotes agentes secretos como diciendo “no se preocupe, señor, está usted
a salvo” mientras a las puertas de la Casa Blanca una alfombra de agentes súper
entrenados muertos demuestran con gran expedición que no solo Freeman no está a
salvo sino que, por el contrario, debería comenzar a preocuparse por su destino.
O cambiarse el nombre, aunque sea. Deadman es más descriptivo de su triste presente.
Pero el coreano secuestrador y
sus secuaces no contaban con la astucia de Butler, quien al oír desde su inocuo
despacho los disparos y las corridas de inmediato se apersonó en la Casa Blanca, y como jamás
dejó de ser agente de seguridad, puede ingresar, entrar a las computadoras,
armarse como Bruce Willis en Die Hard 1 y combatir a los cientos
de coreanos conquistadores desde las sombras de los muebles de los salones de
la casa de gobierno, ese lugar que conoce mejor que la propia palma de su mano, ocultándose en las paredes internas de la propiedad y
mojándole todo el tiempo la oreja a Corenao Maldito, quien se pone más y más
tenso ante el avance de Butler hacia el búnker, por lo que ordena a su
compinche (un agente secreto
estadounidense traidor que se vende a Corea del Norte y nunca queda claro por
cuál motivo lo hizo, ni siquiera cuando en un momento mira al presidente con desprecio y
le dice que no lo votó y pareciera que va a explicar el por qué pero no lo hace)
que vaya arriba, busque a Butler y lo mate. Compinche sube y lo encuentra, y
Butler no sabe que Compinche es un traidor a la patria y éste lo engatusa de la
misma forma en que Hans Gruber lo hace con John McLane en Die Hard 1, ¡prendiéndose
incluso un cigarrillo y todo! Pero luego, en un torpe intento por tomar a Butler
del cogote, pierde inevitablemente ante los puños desmedidos de nuestro agente
estrella, quien no solo logra anularlo sino que, aparte, consigue convencerlo
de que confirme por radio a Coreano Maledetto que consiguió matarle.
Y de ahí en más todo continúa
de lo más obvio que he visto en esta tremebunda catarata de destreza física, empalagoso patriotismo y heroísmo
sin igual mientras Coreano Maledetto tortura vicepresidentes y secretarios
presidenciales en busca de las claves de "Cerbero"
-el programa que hace explotar bombas
nucleares- y de las tres claves que necesita, solo consigue dos, porque el
presidente es demasiado patriota para agarrar y darle la clave así porque sí,
por lo que a Coreano Maledetto no le queda otra que secuestrarle a su pequeño hijo,
quien está oculto en algún doble fondo de la Casa Blanca que sólo el pequeño y
Butler, quien hasta el día de la muerte de su madre era como un tío para el
niño, conocen. Así que nuestro protagonista logra sacarlo por una tubería y la
película termina con el bueno de Butler ingresando al búnker, peleándose
terriblemente con Coreano Maledetto a quien finalmente mata de un cuchillazo en
el cerebro como bien le había señalado con antelación por walkie talkie que lo
haría en lugar de decirle el célebre “yippie kay yay mother fucker” para de inmediato salir corriendo desesperado hacia dentro del bunker y así cancelar la cuenta regresiva a la que le falta menos de un minuto para
hacer volar por el aire a EEUU completo.
Tensión. Transpiración.
Patriotismo. Hepatalgina.
Pero tranquilícese, Butler
consigue apagar el aparato faltando solo cuatro segundos (este final nunca antes lo hemos visto en la historia del cine de
acción y suspenso), y ayuda a salir de los escombros de la Casa Blanca al
presidente, quien tiene un disparo en una costilla pero zafará, y cuando salen rengueando
a los patios a la vista de miles de marines que están en posición de disparar
pero que jamás ingresaron al predio no se sabe por qué,
Butler contempla los destrozos, mira al presidente y le dice:
“Lamento lo de la casa, señor”
Y el presidente, colgando de
su hombro como una novia embelesada, susurra:
“Está bien, creo que tiene
seguro”
Mientras en el bunker de
Freeman todos aplauden y se abrazan y una música patriota todo lo inunda y la
película viaja a un futuro muy cercano, donde el presidente, ya repuesto y en su
primera conferencia de prensa luego del triste episodio, dice a la población:
“Hemos perdido buenos amigos,
familiares, toda gente buena. Héroes. Todos ellos. Nuestro sentir y plegarias
acompañan a sus familias. Y serán recordados. Tampoco olvidaremos a los que
sirvieron detrás de escena, a quienes les debemos la mayor gratitud.
Nuestro rival no solo vino a
destruir lo nuestro y nuestro pueblo, vinieron a profanar un estilo de vida, a
embarrar nuestras creencias. A pisotear nuestra libertad. Y en esto no solo han
fracasado, sino que nos han dado el mayor regalo (en este momento el director del filme nos muestra
como izan la bandera), la oportunidad de
renacer. Nos elevaremos. Renovados. Más fuertes y unidos. Este es nuestro
momento. Nuestra chance de recuperar lo mejor de nuestra esencia. De liderar
dando el ejemplo, con la dignidad, integridad y honor que construyeron este
país y que construirán una vez más. Que Dios los bendiga. Y que Dios bendiga a
Estados Unidos de América” (aplausos y la
cámara gira y nos muestra a Butler, serio y firme como rulo de estatua
nuevamente en su función de protector personal del presidente, con su oreja
audiofoneada y todo. Y luego la imagen cambia hacia la bandera norteamericana,
flameando altiva con una música superadora donde redoblantes bélicos resuenan
con eco al fondo, como diciendo “somos los mejores”, o como diciendo: “Viva
nuestro estilo de vida”, o como diciendo “Que Piñón Fijo viva por siempre en
nuestros corazones”, y yo me pregunto:
¿Estos tipos no saben todavía que
ya todos sabemos que ese “estilo de vida” que tanto defienden lo tienen a costa
del sacrificio de la humanidad toda?
¿Puede ser de dios que en 2013
aun sigan con ese discurso hipócrita y pelotudo y yo esté mirando esta
estupidez indescriptible?
¿Puede alguien por favor al
menos ir a darle una cachetada a estos actores pelotudísimos que acceden a
colaborar en este tipo de huevadas indigantes?
Le pongo 1 Juanpablo, la parte
en que los coreanos arrancan la bandera yankie del mástil yankie de la Casa Blanca yankie
y la tiran por los balcones y esta cae en cámara lenta y toda
cagada a balazos es lo más cursi que vi en mi vida. Y me hizo reír un montón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario