lunes, 4 de agosto de 2014

Oculus (2013)






Con: Karen Gillan, Brenton Thwaites, Katee Sackhoff, Rory Cochrane y gran elenco

Dirección: Mike Flanagan



Resulta que los Russell, una familia perfecta y estadounidense de comienzos del 2000, consigue mudarse a un flor de caserón que desataría la envidia de cualquier nabo como usted o yo que no tiene la bendición de vivir en esa tierra próspera y libre que es Norteamérica.

Y papá Russell es un exitoso, trabaja en algo que jamás queda claro sobre diseño de software, labor imprescindible a la hora de pintar sin demasiado esfuerzo a un empresario en ascenso que consigue subir un importante peldaño en la escalera del sorpresivo y meteórico logro económico solo tangible en EEUU. Y se pasa horas frente a una computadora de hace 15 años haciendo que trabaja mientras mamá Russell (Katee Sackhoff, quien acostumbra colaborar en toda película de terror mala que últimamente ha salido) le pide a los empleados de la mudanza que tenga cuidado con esta caja, que sean misericordiosos con aquel mueble y que pongan toda su mejor voluntad a la hora de transportar aquel espejo antiguo mientras hijo e hija pre adolescentes juegan a tirarse tiros y corretean por el lugar con esa inocencia y desconexión que todo niño de 10-12 años lleva consigo donde sea que vaya.

Y la vida es perfecta. Todo funciona bien dentro de la casa de los Russell. Papá hace que trabaja tipeando incongruencias en su teclado, mamá luce vestidos de entre casa de mujer de mediana edad con un cómodo pasar económico y los niños juegan siempre pero siempre a tirarse tiros con aquellas estúpidas pistolitas mientras papá, cuando es inevitablemente desconcentrado de su trabajo, los regaña nombrando “campeón” a su hijo y “princesa” a su hija, conformando así el trato más plástico y falto de afecto que he visto en los últimos catorce meses.

Pero no todo es color de rosa ni su cómoda vida en un país libre es garantía de seguridad, el nuevo poder adquisitivo de los Russell los animó a comprar ese viejo espejo enmarcado en finísimo cedro emperifollado sin conocer que aquel impactante espejo estaba maldito y tenía un extraño poder con el que, muy de a poco, comienza a comer el coco de don Russell, convenciéndolo de que se lastime, primero a él y luego a los suyos.

Así es que comienza a comerse las uñas con más fruición de la habitual, al punto de arrancárselas. Y cambia su de por sí estado catatónico de padre inexistente a uno aún peor y la vida se transforma en una horrorosa pesadilla, igual que la que vivían semanas atrás pero esta vez sin hipocresía de por medio.

Y el tiempo pasa y los niños se hacen grandes y dos completos desconocidos pero muy apuestos jovencitos, un varón y una mujer con perfecto target para atraer público adolescente, quienes se disponen a continuar la historia. El joven Russell acaba de ser dado de alta del manicomio donde fue confinado el día que mató de un balazo a su padre supuestamente protegiendo a su hermana, quien en la actuaidad es una bella y colorada exitosa jovencita que trabaja en una galería de arte y que, luego de un exhaustivo seguimiento que le llevara años, lograse re adquirir aquel espejo mala onda para así, ahora que su hermano fue liberado, volver juntos a la vieja casa de sus padres, re colgarlo en la pared y, mediante un inaplicable sistema computarizado, lograr destruirlo ya que éste no permite que lo dañen de ninguna forma.

Así es que colorada compra en el Easy un ancla, la suelda a una pesada mancuerna, abulona todo a un temerario brazo metálico amurado al techo para así, cuando se dieran a la vez cuatro o cinco factores inexplicables (debe aumentar la temperatura, deben hidratarse y comer manzanas y deben asegurarse de estar divagando –no sé cómo es que harían esto último-) activar un timer que soltase el ancla que pivotaría con velocidad y rompería finalmente el espejo. Pero colorada debe luchar contra su propio hermano quien, recién dado de alta del manicomio, se pasa la película entera intentando demostrarle que todo lo que ocurrió cuando ellos eran chicos fue solo producto de la coincidencia y la frondosa imaginación que sus inocentes cabecitas habían forjado más allá de haber sido testigos del aparatoso y mal actuado cambio en el semblante de su padre y del horroroso final de su madre, quien fue encadenada en su alcoba por don Russell como si fuese un perro rabioso y obligada a comer platos de cerámica sin comida para así perder todos los dientes.

Y las discusiones sobre quién tiene o no la razón se tornan inaguantables hasta que de pronto el espejo comienza a escupir fantasmas que no asustan ni a mi perra, quien es bastante asustadiza y siempre mira las películas conmigo, y yo no puedo concebir que haya salido esta tonta película coprotagonizada por Cochrane, que no es guau, el actor bisagra que ha dado este mundo, pero generalmente nos ha dado entretenidos momentos fílmicos.

Así que ya lo sabe, no pierda el tiempo con esta pelotudez insoportable porque no tiene sentido y es más mala que no sé qué


Le pongo 2 Juanpablos, al menos los fantasmas que escupe el espejo, de tan mal hechos, dan risa.


  

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