Con:
Ethan Hawke, David Thewlis, Emma Watson, Lothaire Bluteau, David Dencik,
Dale Dickey, Devon Bostick y elenco
Dirección: Alejandro Amenábar
Qué bárbaro, ¿cómo puede ser que un tipo como
“Alejandro Amenábar” -y lo pongo entre
comillas porque en alguna ocasión hace tiempo atrás me han ridiculizado en vivo
porque no había visto “Abre los Ojos” señalando a este director como uno de
esos que no se empardan, como si fuese un Buñuel y la verdad es que a mí jamás
me ha hecho la gran cosa. Puedo rescatar la simpleza con que nos miente en The Others o la tremenda actuación de
Bardem en Mar Adentro y sí, aún no
vi y calculo que después de esto ni siquiera lo intentaré Abre los Ojos-, salga con esta estupidísima película que no
deja nada, que amenaza con plantear una situación estremecedora, que nos lleva
por la trama con franco estilo medio pelo pero uno junta paciencia y pierde
objetividad porque está viendo una película nada menos que del gran “Alejandro
Amenábar”, y al final, cuando ya nada queda por contar, el film va concluyendo
y uno se queda con las manos y la expresión vacías, no pudiendo comprender qué
carajos fue todo esto? Cosa de Mandinga, diría mi abuelo Héctor. O demasiadas expectativas
sobre un director que perdió el toque o que nunca lo tuvo.
Emma Watson es de madera balsa, Hawke pone el
casét y a cobrar. Thewlis no llega a desplegar su talento, y tiene bastante.
Bluteau, un monigote irremediable.
Quien sabe el único que tiene un momento
mágico es Dickey, cuando se quiebra de impotencia en la cárcel, realmente hay
que sacarse el sombrero, construyó un insuperable instante, pero todo
absolutamente todo lo que rodea ese instante es tan naif, tan recontra
pelotudo, tan obvio y tan carente de cualquier cosa que la verdad no se puede
creer.
Así que ya lo sabe. Haga lo que quiera. Si
prefiere ver esto porque es de “Alejandro Amenábar”, y entonces se ubica en el
sillón con un whisky, un habano y pone cara de Humberto Eco para verla, hágalo,
está en todo su derecho. Pero después no venga a querer debatir un carajo de
esta huevada con un canapé en la manita y un espléndido tuxido ataviando su
impertinencia. Al menos no conmigo. Búsquese otro porque se la voy a incinerar
en dos palabras.
Le pongo 2 Juanpablos, sin la escena de Dickey
era incalificable.
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