Con: Andrew Garfield, Teresa Palmer, Vince
Vaughn, Sam Worthington, Richard Pyros, Hugo Weaving, Rachel Griffiths y elenco
Dirección: Mel Gibson
Varias cuestiones atentan contra el anhelo de Mel
Gibson por entregarnos un producto bien construido apuntado a la emoción, el
valor, el honor de soldado y esas cosas.
En primer lugar toda la primera etapa del
film, contada de manera por demás de pelotuda y elevando la bondad del
protagonista hasta la tontería y el absurdo, aburren y desconcentran hasta al
más despistado televidente, y luego, no conforme con venir derrapando desde la
largada, las escenas del cuartel de colimba donde Garfield debe superar los
prejuicios porque no quiere tocar un arma en un batallón de recios compañeros
que lo ningunean y basurean, todos dirigidos por Vince Vaughn... Dios mío, ¿a
quién se le ocurrió poner a este muchacho de estricto y chapado a la antigua comandante
de cuartel? Vince Vaughn no mata ni a una mosca, nació con cara de buenísimo y
sus gestos faciales, con el paso del tiempo y la madurez, solo afianzaron este
rictus con semblantes de “a mí no me importa nada, siempre que seas feliz” o
“ven, te ofrezco un abrazo en este momento difícil que atraviesas” Eso es lo
único que expresa su cara, es inútil y surrealista imponerlo en el rol de R.
Lee Ermey que tanto nos intimidara en Full Metal Jacket. Hay actores que sirven
para una cosa, actores que sirven para otra y casos muy especiales y contados
con los dedos de una mano, actores multifunción. Vince Vaughn solo puede hacer
de grandote boludo y bonachón. Eso le sale fenómeno, como Mendelshon puede
hacer solo de heroinómano sucio. Vaughn de recio no, muchachos, dios santo, qué
pelotudez…
Y bueno, imaginen entonces el sacrificio que
tiene que hacer uno para llegar de una maldita vez a las escenas de guerra,
donde recién ahí la pluma gibsoniana de sadismo, morbo y carnicería explícita
salpican por doquier nuestros ojos con las más burbujeantes vísceras de soldado
despedazado.
Y eso es todo lo que puedo decirles de este
film que habla sobre la vida y obra de un soldadito bueno y querendón que se
alistara para pelear en la 2da Guerra Mundial por sentirse en deuda con su país
luego de Pearl Harbor pero que no quiso tocar un arma por creencias religiosas,
cuestión que le costara tremendo sacrificio para convencer a sus superiores y
así poder ir a la guerra a rescatar soldados heridos y transformarse en un
héroe de guerra quien, muy por encima de lo que sus generales imaginaban antes
de que pisara suelo ponja, ni en el más tísico pedo hubiesen apostado
sucedería.
Así que le pongo 6 Juanpablos, de no ser tan
sonsa al principio y de haber elegido a un actor más acorde al cargo que Vince
Margarito Tereré Vaughn, seguro se llevaba un 8.