lunes, 8 de agosto de 2011

Tides of war (2005)




Con: Adrian Paul, Catherine Dent, Mike Doyle, Matt Battaglia, Mark Deklin y Eitan Kramer (que ni foto en internet tiene)

Dirección: Brian Trenchard-Smith

El comandante Frank Habley es un gran hombre. Comanda con bravura un submarino norteamericano y todos sus súbditos lo respetan mucho y son como una gran familia. Incluso son todos muy creyentes y cuando están de vacaciones usan camisas floreadas.
La vida les sonríe a estos militares estadounidenses. Son prósperos, tienen camionetas y son muy malos actores, pero un día, durante el transcurso de una inentendible misión en aguas japonesas, un submarino amarillo con una nueva tecnología que lo hace invisible les pega flor de escopetazo agarrándolos por sorpresa. Y el submarino yankie es herido, al igual que el mejor amigo del comandante, al que las quemaduras del accidente en la sala de máquinas lo dejan al punto mismo de la muerte, justo-justo cuando habían quedado con su superior que cuando termine la misión irían a jugar al golf… (Qué macana eso, ¿no? ¿Vio que siempre pero siempre, cuando dos actores que están pasando un momento difícil o a punto de arriesgar su vida y prometen que van a hacer algo copado luego, uno de ellos muere horriblemente? Deberían dejar de prometerse esas cosas, al menos por cábala, qué se yo).

Entonces el comandante se acerca a enfermería a ver a su mejor amigo y le dice que resista, que recuerde que luego irían a jugar golf, pero su amigo le dice que no, que no llegará a la base, y él le dice que sí, que resista, que no tiene nada, mientras el enfermero lo mira como diciendo “oiga, comandante, no sea pelotudo… El muchacho está hecho mierda y no es idiota, sabe que está muriendo…”, en el preciso instante en que su amigo muere.

Entonces vuelven de la inentendible misión y el pentágono le hace juicio al comandante por haber dañado un submarino de mil millones de dólares y por haber perdido a 4 oficiales (porque los comandantes de submarinos cobran una ponchada de dólares de sueldo por año, pero llegan a devolver el submarino rayado o con una goma pinchada y los meten en cana para siempre, son muy estrictos en eso)

Y le inician juicio y Frank sale de la primera sesión muy acongojado mientras sus súbditos lo apapachan y le hacen mimos, pero él está devastado y pone mucha cara de devastado, quizás más de lo lógico, ya pareciera que hubieran sido pareja en lugar de grandes amigos con el que iba a ir a jugar golf. Y en la puerta del nosocomio militar se topa con la hermana de su amigo muerto, a la que la cámara justo la toma cuando un actor de octava, vestido de cura, le da el pésame y se retira sin abrir la boca creando una de las tres o cuatro escenas más mal actuadas de la historia universal, créame. Y la joven lo mira con recelo y le dice que no va a parar hasta encontrar al culpable de la muerte de su hermano (lo tiene delante de sus ojos, ¿no se dio cuenta?) y el comandante la mira completamente devastado y le dice que él quería mucho a su hermano (sí… estos dos se enfiestaban) y ella lo mira con desprecio y se va.

Mientras tanto, en las oficinas de la cúpula mayor de generales pentagonísticos, un alto mando ordena a un muchacho de color a que vaya en una nueva misión con el comandante Habley. Muchacho de color, perplejo, le pregunta si con el mismo comandante Habley que acaba de romper un submarino, con aquel que acabare de matar a 4 oficiales por sus lunáticas decisiones y que estuviere siendo procesade (se dice así, ¿no?) en este mismo instante por una corte marcial. Y el alto mando le dice que sí, con él mismo. Pero que en realidad lo mandan para que lo controle, y que una vez que estén bajo el agua lo vigile muy de cerca.

Y empieza entonces esta delirante película en donde no hay un solo momento bien hecho y donde las contradicciones del libreto parecen competir entre sí a ver cuál es la más grotesca, sin que consigamos alzarle la mano a la ganadora.

Entre los marinos hay un buscapleitos que se la pasa buscando pleitos sin ton ni son, ¿qué cosa eso, no? Siempre tiene que haber un buscapleitos en una película mala.

Como también nunca puede faltar el de nombre pelotudo o difícil, encima que son malos actores deben pronunciar nombres complicados para que se les note más aún la falta de escuela. Hay un personaje que se llama Ruperto. Pero Ruperto así, como suena: “Ruperto”, con "o". Y lo llaman a cada rato: “Ruperto, fíjate tal cosa” – “Ruperto, ven aquí” – “Ruperto, cierra la válvula de escape”. Y no les sale ni en pedo ese nombre, y se traban, meta “wrupewrtou””rwuperwtouw”. Cualquiera dicen.

Y después hay uno que se llama Paglialunga también. Imagínese un yankie diciendo Paglialunga y descompóngase de risa. Es una orden.

En fin, amigos, una gran pelotudez falta del más mínimo y fugaz momento de buena actuación. Un hito de la mala filmografía estadounidense, sin dudas.

No va a ser tan nabo de ver esto.

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