Con: Jamel Debbouze,
Roschdy Zem, Sami Bouajila y gran elenco
Dirección: Rachid Bouchareb
La película comienza mostrando una humilde
villa en el medio del desierto donde una pobre familia argelina intenta sembrar
polvo sobre más polvo, o algo así, pero nuestro director deja bien claro que ni plata para granos tienen. La familia está
compuesta por un laborioso y refunfuñador padre y una arruinada madre que
tienen tres hijos comenzando la adolescencia.
Y viene un gendarme, transcurre el año 1912 y
uno de los hijos está sobre el techo de la polvorienta y pobre casa y lo ve
venir caminando de la nada misma por el horizonte y sale corriendo a avisarle
al padre: “Viene un gendarme, viene un gendarme”. Y el gendarme viene y le dice
que tiene que abandonar la casa, ya que no tiene los papeles que dan fe de que
esas tierras le pertenecen. A lo que el padre, humillado y ofendido en su honor, le espeta, encolerizado: “En esta tierra nacieron mis ancestros, ¡mi abuelo!, ¡mi
padre creció aquí!. ¡¿Qué importan unos papeles?!” A lo que el gendarme le
dice que mucho, y que si no los tiene debe abandonar la casa.
Así que todos lloran, mientras la mujer le
dice que prefiere morirse, manifestándole a su marido que tienen tres hijos
(como si este no lo supiera, y como si nosotros necesitáramos la aclaración
habiendo sido notificados previamente en varias escenas que dan fe de ello) y
el padre comienza a llenar la polvorienta carreta de mugrosas y marrones pertenencias
y mira a uno de sus hijos, el de lentes, y le dice que ya no podrá ir más a la
escuela. A lo que el hijo se enoja y le manifiesta: “¡Soy el mejor estudiante
de la clase!” y ¿la verdad? Me rompe soberanamente las pelotas cuando hacen
eso, ¿para qué? ¿qué pretenden con ese vomito de información falto de cualquier
sutileza? Me da mucha bronca cuando destruyen una
historia de esa manera. Bronca y aburrimiento, por lo que me dormí y desperté
cuando la película ya terminaba, y le dí una segunda oportunidad. Habían pasado
como 40 años y los hermanos ahora eran adultos, transcurría la década del 50 y
el hermano de lentes era un político de raza que bogaba por una Argelia libre
mientras que su hermano, al que le falta un brazo, intentaba vivir del boxeo,
preparando a una joven promesa.
Y llega el ansiado día de la pelea y el hermano de
lentes va a ver a su hermano manco y le dice que cancele la pelea, que lo van a
matar, pero Manco no quiere cancelar la pelea, por lo que Lentes lo toma de los
hombros y le dice: “Hermano, eres mi único hermano vivo, ya que mi otro hermano
murió” y ¿la verdad? La saqué, me pone del tomate cuando insisten con esa
pelotudez de hablarse así, ¿quién le dice "hermano" a un hermano? ¿el director
piensa que no alcanza con la patética escena inicial en donde en tres trompadas
explica con lujo de detalles cosas elementales como las que explicó que me
hicieron dormir de la bronca? ¿Y el manco necesita que su hermano de lentes le
aclare que es el único hermano vivo que tiene? Si ya lo sabe, ¡también es su
hermano!
Me da mucha pena cuando destruyen así una
historia que seguro debería haber estado buena si la hubieran contado de manera
un poco menos infantil.
No le pongo ningún Juanpablo. Me da lástima
por Debbouze, que siempre trabajó
en producciones serias.
Esta no lo es ni en pedo.
Esta no lo es ni en pedo.
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