Con: Brandon
Routh, Anita Briem, Sam Huntington, Taye Diggs, Kurt Angle y el sorprendente Peter Stormare
Dirección: Kevin Munroe
Resulta que el nuevo Superman, luego de
quedarse esperando que su película tuviera vuelo y que su personaje fuera a conquistar
el corazón del público presente sin conseguirlo para así confeccionar una segunda, una tercera e
incluso una cuarta parte, se dio cuenta de que debía poner las barbas en
remojo cuanto antes para no perder el hilo conductor que dejara una oportunidad
tan importante aunque desaprovechada como fuera “Superman” cuando cayó en sus
manos, componiendo con destreza ese personaje rígido, inexpresivo y plástico
que compusiera con ahínco en 2006 y que fuera quizás el culpable directo del fracaso de
la remake tan esperada, ahora se pone en la piel de Dylan Dog, un rígido, inexpresivo
y plástico detective privado de New Orleans (…) que se gana la vida sacándole
fotos a maridos infieles cuando de pronto es requerido por una insulsa flaca
que, mientras cocinaba unos ricos platos de porcelana vacíos en el horno (esto
es así, si no me cree alquíle la película y véalo con sus propios ojos, la
Rubia está "haciendo que cocina", le suena el reloj del horno y abre la tapa y retira de
adentro sin ponerse guantes unos pulcros platos de porcelana sin nada dentro),
descubre que a su padre le han matado en una habitación de la planta alta. Así
que llama al rígido, inexpresivo y plástico detective privado y le pide que
desarticule el intrincado intríngulis.
Al principio el rígido, inexpresivo y plástico
detective privado se niega, ya que se prometió no volver a trabajar en “ese
tipo de casos” (el padre de Rubia Insulsa fue muerto de un arañazo producido
por un hombre lobo que lo esperaba agazapado en su despacho para asesinarlo),
pero luego acepta el trabajo, seguramente aconsejado por su representante legal
mientras descansaba entre toma y toma en su caravana, quien le debe haber
manifestado que, de seguir en su rígida postura, lo más probable es que contraten a otro actor ya que la película debía filmarse con o sin él.
Entonces va a su casa y retira de un doble
fondo del piso una vieja y sucia maleta de médico, se pone una camisa roja que
le queda absolutamente patética y se encomienda a visitar a Rubia Insulsa para revisar
el despacho e intentar encontrar pistas sobre el asesino.
Las pistas aparecen de inmediato, como si se
tratara de un viejo capítulo de “Las Pistas de Blue”, esa perrita azul que
mirábamos con mi hija más chica cuando ésta era un bebé de dos años y encontraba
las pistas como las encuentran los niños de dos años: “¿Alguien ha visto la
maceta? ¡Ahí! ¡Ahí! ¿Dónde? ¡Yo no la veo! ¡Ahí!, ¡Ahí!” que en el caso de un
niño de esa edad funciona bien pero tanto en nosotros, como en nuestro rígido, inexpresivo
y plástico detective privado, queda para la mierda y aburre como loco cuando
recién pasaron solo cinco minutos de filme.
Así es que encuentra unos pelos de hombre
lobo, los compara con otros que tiene en un frasquito, descubre de quién son y va
a visitar al clan de hombres lobos a donde pertenecen dichos pelos. La familia
de hombres lobos regentea (como no podía ser de otra manera) una gran
carnicería, y papá hombre lobo no es otro que el viejo, olvidado y banquinado
Peter Stormare, que ya está devuelta de todo, que ya asumió que lo suyo en el mundo
del “cine serio” acabó y que ya asimiló, con gran poder de auto convencimiento, que
no le importará colaborar en películas sumamente malas a pesar de haber sido
miembro del staff de uno de los filmes que dejaren su marca en la historia del
cine como fuere “Fargo”. Hay que venir de “Fargo” y aterrizar en “Dylan Dog”,
gran mérito de Stormare.
Y bueno, rígido, inexpresivo y plástico
detective privado comienza a hacerle preguntas incómodas que lo incomodan de
manera incomodante al punto que comienza a incomodarse y convertirse en hombre
lobo. Entonces rígido, inexpresivo y plástico detective privado decide que quizás lo mejor
sea irse y volver en otro momento, pero lo agarra Hijo Hombre Lobo y lo caga bien a cachetazos antes de que Superman
lograse acceder a la puerta de salida.
Y la película continúa así: Rígido, inexpresivo
y plástico detective privado sigue intentando dar con el asesino y visitando a
todos los hombres lobos, vampiros y zombies que habitan el mundo (que son
muchos, aunque usted no lo crea, como en MIB, pero muy mal, muy plagiado y con
hombres lobos, zombies y vampiros en lugar de extraterrestres) hasta que
llegamos a Negro Vampiro, que es más malo que la mierda, que regentea un
boliche de onda donde todos los vampiros van a bailar y a aspirar sangre en
lugar de cocaína y entonces rígido, inexpresivo y plástico detective privado
debe acabar con él, que es el malo.
Lo único que podría denominarse “rescatable”
en esta troup de pelotudos que integran el filme es la actuación de Sam Huntington, que compone al partenaire zombie de
Superman, pero su original rol se pone denso demasiado rápido, al punto de que,
cerca del final, uno sueñe con que lo pise un camión de carga de una vez por
todas así deja de horrorizarse por las cosas que debe afrontar con su nueva
condición de zombie.
Una horrenda manera de
volver a aparecer en la pantalla grande luego de haber mal hecho el rol de
Superman en una pobre remake del hombre de acero envuelto en una calza de
lycra.
No pierda el tiempo
con esta basura inadecuada.
Le pongo 2 Juanpablos.
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