lunes, 15 de octubre de 2012

Dylan Dog (2010)






Con: Brandon Routh, Anita Briem, Sam Huntington, Taye Diggs, Kurt Angle y el sorprendente Peter Stormare

Dirección: Kevin Munroe


Resulta que el nuevo Superman, luego de quedarse esperando que su película tuviera vuelo y que su personaje fuera a conquistar el corazón del público presente sin conseguirlo para así confeccionar una segunda, una tercera e incluso una cuarta parte, se dio cuenta de que debía poner las barbas en remojo cuanto antes para no perder el hilo conductor que dejara una oportunidad tan importante aunque desaprovechada como fuera “Superman” cuando cayó en sus manos, componiendo con destreza ese personaje rígido, inexpresivo y plástico que compusiera con ahínco en 2006 y que fuera quizás el culpable directo del fracaso de la remake tan esperada, ahora se pone en la piel de Dylan Dog, un rígido, inexpresivo y plástico detective privado de New Orleans (…) que se gana la vida sacándole fotos a maridos infieles cuando de pronto es requerido por una insulsa flaca que, mientras cocinaba unos ricos platos de porcelana vacíos en el horno (esto es así, si no me cree alquíle la película y véalo con sus propios ojos, la Rubia está "haciendo que cocina", le suena el reloj del horno y abre la tapa y retira de adentro sin ponerse guantes unos pulcros platos de porcelana sin nada dentro), descubre que a su padre le han matado en una habitación de la planta alta. Así que llama al rígido, inexpresivo y plástico detective privado y le pide que desarticule el intrincado intríngulis.

Al principio el rígido, inexpresivo y plástico detective privado se niega, ya que se prometió no volver a trabajar en “ese tipo de casos” (el padre de Rubia Insulsa fue muerto de un arañazo producido por un hombre lobo que lo esperaba agazapado en su despacho para asesinarlo), pero luego acepta el trabajo, seguramente aconsejado por su representante legal mientras descansaba entre toma y toma en su caravana, quien le debe haber manifestado que, de seguir en su rígida postura, lo más probable es que contraten a otro actor ya que la película debía filmarse con o sin él.

Entonces va a su casa y retira de un doble fondo del piso una vieja y sucia maleta de médico, se pone una camisa roja que le queda absolutamente patética y se encomienda a visitar a Rubia Insulsa para revisar el despacho e intentar encontrar pistas sobre el asesino.

Las pistas aparecen de inmediato, como si se tratara de un viejo capítulo de “Las Pistas de Blue”, esa perrita azul que mirábamos con mi hija más chica cuando ésta era un bebé de dos años y encontraba las pistas como las encuentran los niños de dos años: “¿Alguien ha visto la maceta? ¡Ahí! ¡Ahí! ¿Dónde? ¡Yo no la veo! ¡Ahí!, ¡Ahí!” que en el caso de un niño de esa edad funciona bien pero tanto en nosotros, como en nuestro rígido, inexpresivo y plástico detective privado, queda para la mierda y aburre como loco cuando recién pasaron solo cinco minutos de filme.

Así es que encuentra unos pelos de hombre lobo, los compara con otros que tiene en un frasquito, descubre de quién son y va a visitar al clan de hombres lobos a donde pertenecen dichos pelos. La familia de hombres lobos regentea (como no podía ser de otra manera) una gran carnicería, y papá hombre lobo no es otro que el viejo, olvidado y banquinado Peter Stormare, que ya está devuelta de todo, que ya asumió que lo suyo en el mundo del “cine serio” acabó y que ya asimiló, con gran poder de auto convencimiento, que no le importará colaborar en películas sumamente malas a pesar de haber sido miembro del staff de uno de los filmes que dejaren su marca en la historia del cine como fuere “Fargo”. Hay que venir de “Fargo” y aterrizar en “Dylan Dog”, gran mérito de Stormare.

Y bueno, rígido, inexpresivo y plástico detective privado comienza a hacerle preguntas incómodas que lo incomodan de manera incomodante al punto que comienza a incomodarse y convertirse en hombre lobo. Entonces rígido, inexpresivo y plástico detective privado decide que quizás lo mejor sea irse y volver en otro momento, pero lo agarra Hijo Hombre Lobo y lo caga bien a cachetazos antes de que Superman lograse acceder a la puerta de salida.

Y la película continúa así: Rígido, inexpresivo y plástico detective privado sigue intentando dar con el asesino y visitando a todos los hombres lobos, vampiros y zombies que habitan el mundo (que son muchos, aunque usted no lo crea, como en MIB, pero muy mal, muy plagiado y con hombres lobos, zombies y vampiros en lugar de extraterrestres) hasta que llegamos a Negro Vampiro, que es más malo que la mierda, que regentea un boliche de onda donde todos los vampiros van a bailar y a aspirar sangre en lugar de cocaína y entonces rígido, inexpresivo y plástico detective privado debe acabar con él, que es el malo.

Lo único que podría denominarse “rescatable” en esta troup de pelotudos que integran el filme es la actuación de Sam Huntington, que compone al partenaire zombie de Superman, pero su original rol se pone denso demasiado rápido, al punto de que, cerca del final, uno sueñe con que lo pise un camión de carga de una vez por todas así deja de horrorizarse por las cosas que debe afrontar con su nueva condición de zombie.

Una horrenda manera de volver a aparecer en la pantalla grande luego de haber mal hecho el rol de Superman en una pobre remake del hombre de acero envuelto en una calza de lycra.

No pierda el tiempo con esta basura inadecuada.

Le pongo 2 Juanpablos.


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