lunes, 8 de octubre de 2012

Saints and Sinners (2010)







Con: Johnny Strong, Kevin Phillips, Costas y Louis Mandylor, Sean Patrick Flanery, Tom Berenger, Method Man, Kim Coates, Bas Rutten, Jürgen Prochnow y Jolene Blalock

Dirección: William Kaufman


Resulta que Joven Recio es un duro, canchero y varonil policía dueño de una atractiva barba insipiente y de una exquisita y torpe manera de actuar que vive en New Orleans, esa ciudad que, lejos de haber sido asistida y levantada de sus escombros por el gobierno estadounidense luego del paso del huracán K-Othrina, lo único que consiguió fue que docenas de pedorrísimos directores de cine de clase B inunden sus calles abandonadas para filmar cuanta pelotudez se les ocurra en esas cabezotas vacías que portan con desparpajo aprovechando las casas abandonadas y los autos inundados.

Así es que Joven Recio va con su compañero de trabajo a buscar a unos malísimos actores de color que hacen de narcotraficantes y el compañero le va contando un chiste, que es lo que hacen los compañeros de los protagonistas que morirán en la escena siguiente de un desafortunado tiro en la garganta. Entonces le cuenta el chiste, Joven Recio se ríe y al bajar a encarcelar a los narcos el compañero recibe el tiro en la garganta. Y muere.

Dolor. Pavor. Impotencia. Viagra.

Así es que se reúne con Tom Berenger, que necesitaba imperiosamente los cincuenta mil dólares que cobró por participar en esta basura inexplicable componiendo un jefe policial “bueno y padrazo” que le da fuerzas para continuar trabajando más allá de que haya perdido a su cómico partner, y que lo mejor en estos casos es comprarse un caset de Tangalanga si se quiere seguir riendo en la camioneta mientras patrulla las calles en busca de malos actores narcos, que no todo está perdido.

Luego, Joven Recio va al cementerio a visitar la tumba de su pequeño hijito, muerto hace poco por una leucemia fulminante, pero no ingresa al camposanto, no tiene valor. Se queda con los tatuajes que adornan sus torneados brazos mirando una fotito de su retoño muerto doblada y arrugada acomodado en una linda camioneta setentosa en perfecto estado. Y cuando vuelve de noche a su casa se encuentra con “Mejor Amigo de la Infancia que luego fue por la senda del mal y entonces sus senderos se bifurcaron” que lo invita a tomar unos tragos y él acepta de mala gana y, por la cara que porta “Mejor Amigo de la Infancia que luego fue por la senda del mal y entonces sus senderos se bifurcaron” mientras degustan una estúpida cervecita, Joven Recio nota que tiene los días contados, que se metió en algo oscuro.

Y le suena el celular, hubo un nuevo homicidio en la ciudad, unos policías están tomando huellas en una casa donde todos están muertos a tiros salvo uno de los cadáveres, que está atado con alambre y quemado vivo hasta convertirlo en un humeante y recontra pasado filete de persona. Joven Recio llega al lugar y se encuentra con Detective Negro Sin Onda, que intenta sin lograrlo actuar en esta tontería y que mira el cadáver rostizado con una cara de pavor que solo él se cree acompañado por el “experto en balística” que por supuesto usa lentes y que también trabaja bien como el culo. Y se ponen a debatir qué podría haber sucedido en la escena del crimen, y se hacen amigos y compañeros de trabajo.

Así es que empiezan a “peinar” New Orleans en busca de los asesinos maltratando a unos malos actores que realmente jamás hubiera imaginado que existían hasta que llegan a una absurda conclusión que ni vale la pena señalar encontrando sin duda alguna a los hacedores de estas barbaries: Son unos excombatientes del Golfo, que están asesinando gente porque ya no me acuerdo por qué y “Mejor Amigo de la Infancia que luego fue por la senda del mal y entonces sus senderos se bifurcaron” tiene un tape donde los malos claramente están escrachados con algo insignificante que hicieron en la guerra del Golfo y entonces ahora están matando gente para recuperar el casetito.

Entonces Joven Recio se da cuenta que “Mejor Amigo de la Infancia que luego fue por la senda del mal y entonces sus senderos se bifurcaron” seguro está escondido en la vieja y abandonada casa de su abuelo y lo va a buscar a esas ruinas, lo encuentra y “Mejor Amigo de la Infancia que luego fue por la senda del mal y entonces sus senderos se bifurcaron” le dice, temblando y llorando, que tiene el tape donde claramente se ve que “hay tipos a los que les interesa la guerra por lo que ésta significa económicamente...”, que hay gente que “no quiere que la guerra termine...” y que “la guerra es un gran negocio...”, asombrando muchísimo a Joven Recio, que se queda impávido, tomándose el mentón como si le hubieran revelado un secreto insospechado e imposible cuando en realidad es como si a usted le dijeran entre sollozos que “Clarín miente” o que “Ricardito Alfonsin no tiene códigos”. Una tremenda pelotudez.

Y bueno, vienen los malos, empiezan los tiros y “Mejor Amigo de la Infancia que luego fue por la senda del mal y entonces sus senderos se bifurcaron” le dice que se vaya y que lo deje a él encargarse de esto, y Negro Mal Actor y Joven Recio corren y escapan de la casa de madera sin techo y sin ventanas donde se oculta “Mejor Amigo de la Infancia que luego fue por la senda del mal y entonces sus senderos se bifurcaron” y éste corre una vieja cocina, patea el caño de gas y luego le disparan y queda tirado en el piso como el negro de Terminator II pero con cero onda y prende un Zippo y vuela todo a la mierda cuando no debería haber explotado nada, en primer lugar, porque aquel rancho inundado y arrasado por el huracán debería tener los servicios cortados desde hace varios años, y en el hipotético y delirante caso de que aún conservare el suministro de gas, al no tener ventanas o techo que resguarden ese gas, no debería haberse producido explosión alguna ya que éste, el gas, se volatilizaría como aquel refrán cantonés milenario reza: “como un pedo en la mano”.

Así es que el más malo escapa en un auto y Negro Mal Actor y Joven Recio lo corren a pata, lo alcanzan, lo cagan a tiros y la película termina con Joven Recio entrando finalmente a ver la tumba de su hijo, consiguiendo de una vez por todas el valor para poder hacerlo.


Una de las grandes malas películas del año, sin dudas.

Sorprende ver a Jürgen Prochnow y Tom Berenger colaborando en esta idiotez. Se ve que cuando hay cuentas que pagar, no queda otra que trabajar de lo que sea.

No le pongo ningún Juanpablo.

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