Con: Brendan Isabelle, Brendan Shanks, Brendan Fehr, Brendan Fletcher, Brendan Moran, Brendan Moss y varios actores más que también se llaman Brendan, así que vamos a dejarlo ahí que al fin de cuentas no es tan relevante.
Dirección: Brendan Dean
Resulta que en el más petético comienzo de film
que alertaría al más inexperto cazador de películas malísimas, un grupo de
inoperantes jóvenes se disponen a partir en un viejo autobús escolar hacia las
entrañas mismas de Eerie, un pueblo abandonado donde unos profesores aún más
horribles actores que los jóvenes protagonistas de esta mierda, están “preparando
el terreno” para cuando sus alumnos arriben y así poder comenzar a dictar
clases prácticas sobre muerte y cadáveres descompuestos en la impensada carrera para obtener el título de “Agente
D-Mort” (Equipo de Respuesta Operacional para Desastres Mortuorios).
Así es que la cámara entonces nos va mechando
partes del viaje en colectivo y escenas de los profesores ubicando los cadáveres
debajo de un viejo automóvil, dentro de una casa abandonada, semi hundidos en agua
estancada, etcétera. Y deben apurarse, ya que el alumnado está por llegar.
En la siguiente escena, los alumnos bajan del cascajo y saludan a su profesor con respeto y alegría, distendidos, pero éste los re ningunea y los trata con muchísima mala onda. A pesar de que le ofrecen la mano, él no solo no extiende la suya sino que, por el
contrario, esquiva la mirada con una altanería muy poderosa, se hace el lindo y
continúa enumerando las distintas vicisitudes a las que deberán enfrentarse en
aquel agotador fin de semana donde el estudio, la práctica y el aprendizaje no darán
lugar a otra cosa, ni siquiera a darle la mano al profe para saludarlo, así que deberán hacerse a la idea de
que esto no es jauja, y que acá hemos venido a aprender (nunca queda claro por
qué motivo los trata tan pero tan mal ya que todos los alumnos, ni bien bajan
del colectivo, demuestran gran interés por las clases que recibirán y ya son gente grande, no adolescentes, pero bueno, es el constante flagelo de no tener material para rellenar escenas).
Entonces está todo listo para comenzar con esta
boludez inescrutable. Profesor designa al más idiota del grupo, a quien no
brindará educación alguna, y lo pone a preparar las baterías de los
walkie-talkie ya que en ese pueblo abandonado no hay internet ni señal de
teléfono.
Idiota toma un cajón de manzanas lleno de
walkies talkies y parte rumbo a un ranchito donde deberá montar su centro de
operaciones (cargar las baterías de los comunicadores, cocinar y fumarse de
cuando en vez un charuto) así que ¿qué mejor momento que este ahora que todos se fueron
para fumarse un charuto? Seguro que ninguno, entonces lo prende, pero de manera
muy exagerada, y en la acción de prenderse el faso tira de una mesa un bidón lleno de un espeso
líquido negro que gotea con espanto sobre los walkie talkies. Idiota no nota
esto que le digo, sigue fumándose el charuto haciendo honor a su pobre condición intelectual mientras los jóvenes ingresan a la habitación donde
dormirán y retiran de los colchones un sinnúmero de gatos muertos y esqueletos
de animalitos que alguien les dejó con el oscuro fin de hacerles una chanza.
Luego, la película vuelve a los profesores, que se
encuentran chusmeando por las cámaras de seguridad qué es lo que están haciendo
sus alumnos mientras uno le pregunta al otro si estarán preparados para lo que
se viene y el otro no le responde, haciéndose también el recio con su compañero de trabajo (¿?).
Mientras tanto, en el ranchito, el alumno sin
muchas luces comienza a cocinar 3 pollos en una parrilla y apoya un
suculento corte de bola de lomo sobre la mesada y toma un hacha enorme que
eleva hacia el cielo con el fin de fetear dicha carne y ahí nomás la saqué, usted perdone, pero yo puedo soportar cualquier cosa, puedo ser testigo de la
pelotudez inviable más absurda que usted imagine, pero esto ya es demasiado.
Nadie en este mundo prepara milanesas de esa manera, ni siquiera el samurai más
avezado que haya pisado este planeta.
Las milanesas se fetean despacio, con un
cuchillote de hoja ancha muy afilado, poniendo siempre la palma de la mano
abierta sobre el corte, para presionar y acompañar el suave camino del cuchillo
en su anhelo por cercenar una lonja de seis o siete milíemtros de magra carne
que luego será empanada y puesta al horno o en aceite.
El sólo hecho de suponer que ese imbécil envión encomendando un hacha al cielo como quien luego bajará a toda velocidad y conseguirá el mismo resultado explicado en el párrafo anterior es suficiente para levantarme de mis aposentos, expulsar el DVD y ponerme a mirar otra cosa.
El sólo hecho de suponer que ese imbécil envión encomendando un hacha al cielo como quien luego bajará a toda velocidad y conseguirá el mismo resultado explicado en el párrafo anterior es suficiente para levantarme de mis aposentos, expulsar el DVD y ponerme a mirar otra cosa.
Ya estoy viejo y el médico me prohibió las
emociones fuertes, así que no puedo calificar esta bosta incalificable, pero le
advierto que absolutamente nada en esos 17 minutos que vi daban pistas de estar
ante una película aunque sea mala.
Esto no es ni malo.
Esto no es ni malo.
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