lunes, 2 de marzo de 2015

Dying of the Light (2014)






Con: Nicolas Cage, Anton Yelchin, Alexander Karim, Irene Jacob, Adetomiwa Edun y elenco

Dirección: Paul Schrader



Resulta que Nicolás Cage, ya decidido y encomendado sin remordimiento alguno a prestar su reconocido nombre para engalanar las más malísimas producciones fílmicas que usted imagine y, por ello, devenido sin remedio en una alerta indiscutida que debería producirnos rechazo absoluto cuando uno intenta elegir qué mirar esta noche y de pronto advierte su nombre por sobre el título del film, se pone en la piel del mítico Evan Lake, un casi jubilado agente de la CIA que pasa sus últimos días de servicio dando la bienvenida a nuevos agentes que recién comienzan en esta heroica, patriótica y mal remunerada tarea de ser espía de los Estados Unidos de Norteamérica ofreciendo el discurso de iniciación más tremendamente patético que haya usted contemplado en su entera existencia conformado por cursilerías desbordadas del estilo de Brave Heart con sorprendentes movimientos pélvicos típicos de High School Musical cuando de pronto, un día común y corriente, le llega información de que el malvado Banir, un sádico terrorista musulmán que lo mantuviera de rehén 20 años atrás y le cortara una oreja, no está muerto como suponían y sigue con vida.

Esto modifica para siempre su supuesto camino hacia la jubilación sin beneficios y una inusitada y desbordada mala actuación lo toma por sorpresa y comienza a temblar de venganza, y a pesar de que su jefe le prohíbe ir en su búsqueda, él agarra y va lo mismo en compañía de su coequiper –quien para variar es un joven con todo el futuro por delante-, así que van y llegan a la ciudad pobre llena de rocas polvorientas, varones en pijama, ojotas y chalequitos marrón caca y mujeres disfrazadas de fantasma que se ganan la vida vendiendo frutas en el medio de la calle (porque esa es la única aspiración a la que puede acceder un iraní, iraquí, libanés, sirio, jordano, turco, afgano, armenio y/o pakistaní, que solo vinieron al mundo a respirar polvo de rocas, tener la barba sucia, vender frutas rarísimas y poner bombas en EEUU) y de inmediato consiguen habitación en un lujosísimo hotel que no se entiende cómo genera ganancias siendo que está enclavado en el medio de esto que les describí y nadie -salvo agentes de la CIA- podría acceder a pagar una noche de sueño en ese horroroso país donde ya los espera una sugestiva veterana que seguro ha tenido un affaire pasado con nuestro protagonista quien les consigue un maquillador amanerado –que tampoco se entiende de dónde lo saca- que tratará de lookear a Cage como el “doctor Smith”, quien fuera solicitado por los secretarios del malvado terrorista para, previo suculento pago y estrictos controles de enfermiza seguridad, dejaran acceder a la mugrienta pieza donde se esconde desde hace 20 años para intentar contrarrestar un feo mal congénito que tan a mal traer lo tiene y que ya no puede ocultar y necesita imperiosa ayuda para poder seguir viviendo oculto en esa mugrosa habitación vaya uno a saber para qué.

Así que nuestro amiguito de Rising Arizona, ya disfrazado del Dr. Smith siendo su disfraz solo una barbita candado y un plastiquito que oculta su malograda oreja derecha, acude en su ayuda con el oscuro y oculto anhelo de acabarlo (de terminar con su terrorista vida, no de eso que imaginó, contrólese).

Pero no todo es tan sencillo ya que el malvado Banir no es el único que padece una enfermedad terminal. El propio Cage carga con su triste flagelo: tiene demencia senil y por momentos pierde noción del tiempo y la razón, así que ni bien accede a la habitación del malo, un cruento episodio de su propio mal lo bloquea como no podría haber sido de otra manera y terminan luchando como dos impedidos viejitos seniles, no solo el uno contra el otro sino que también cada cual con su propio mal.

Y eso es todo lo que puedo decirle de esta nueva tontería filmada por este actor tan extraño que un día agarra y te colabora en un film re pulenta como Joe y al ratito nomás se sube al más patético barco sin importarle una real mierda de nada.

Así que le pongo 2 Juanpablos y lo invito a que no pierda el tiempo



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