lunes, 14 de enero de 2013

Just Business (2008)








Con: Gina Gershon, Jonathan Watton, Earl Pastko, Zachary Bennett, John Robinson y la endiablada colaboración de “Mif”, nombre pelotudo si los hay, pero así se hace llamar el incongruente.

Dirección: Jonathan Dueck



Resulta que luego de mucho esfuerzo por permanecer agarrada aunque más no sea con los dientes del "pseudo éxito" que lograse participando en The Insider con Al Pacino y Russell Crowe allá por fines del milenio pasado, Gina Gershon metió todas las fichas y todos sus ahorros, a los pedos y sin pensarlo demasiado, en esta delirante ¿historia? coprotagonizada por un sin número de fracasados como ella y con un guion digno de un nene de 5 años a quien acabaren de obligar con un chumbo en la cabeza a que escribiere cualquier boludez que se le ocurriese y de inmediato.

Así es entonces que Gina compone a una abogada “cuarentona y sexy” que tiene un padre que, aunque ya retirado, en sus años mozos había hecho de las suyas como exquisito ladrón de obras de arte.

Y Gina es consultada por el poderoso ricachón de la ciudad en donde ambos viven, ya que ha sido asaltado. Le han robado, qué casualidad, unos cuadros costosísimos que si usted los viera no daría por ellos ni siquiera el valor del torpe y berreta marco de madera que los contiene, y que a todas luces son obras sin valor alguno, incluso para ignorantes en lo que a arte se refiera como usted o como yo.

Así es que Gina pone cara de seductora e intrigante abogada sexy (y no le sale ni por casualidad) y le dice al joven millonario que investigará lo ocurrido o algo así cuando, de pronto, le suena el teléfono: Es la policía, que está en la puerta dispuesta a indagarla sobre el mismo asunto de los pedorros cuadros robados.

Y bueno, los policías no entienden que ella no sabe nada de su padre y que su padre está retirado y que ya, no solo no roba más obras de arte, sino que encima se presta para colaborar y mal actuar en esta tonta y deficiente producción cinematográfica. Pero los malísimos actores que hacen de policías no le creen, e insisten con que la van a estar vigilando.

Uy, qué miedo.

Y a medida que esta huevada biónica va transcurriendo, uno no puede dejar de admitir que éste “ensamble de inoperantes” está componiendo una tonta, vil y desfachatada copia de la célebre historia de Oscar Wilde Dorian Gray, ya que el poderoso y joven millonario, al no tener el cuadro en su poder, comienza a experimentar inmediatas arrugas confeccionadas por un pésimo maquillador mientras por las noches despierta de oscuras pesadillas donde él mismo corre por un prado, bayoneta en mano y espléndido casco de la primera guerra mundial en la capocha, sugiriendo con esto que el tipo es más viejo que Silvio Soldán y su madre juntos, por lo que uno exclama, sorprendido: “No…, no pueden ser tan hijos de puta.” Y la película sigue y sigue hasta que de pronto tomamos nota del nombre del millonario: David Gray, y ahí ya empezamos a señalar indignados y con la palma de la mano abierta en dirección a la pantalla de TV, atacados por una cruenta irritación.

Y el Sr. Gray tiene un pelado que va detrás de él a todas partes que seguro se lo mueve por las noches, que pone cara de patovica y no le sale, que en la vida real se llama "Mif", que no sé qué es eso y que tampoco voy a investigar de qué se trata ya que la gente que se llama "Mif" me da urticaria, al que Ricachón ordena que busque al padre de la abogada sexy y lo torture hasta que confiese el robo, entonces Mif, el hombre del nombre más pelotudo del mundo, lo secuestra, lo ata a una silla y le clava unos brutos clavos en las manos para que el viejito confiese y éste no lo hace y uno se aburre muchísimo y no puede creer lo que está viendo mientras las escenas tontas se suceden unas a otras hasta culminar en un desenlace por demás de pelotudo que lo dejará con la convicción de que, en lo que a estupideces se refiera, aún no ha visto nada.

Just Business mezcla, en un poderosísimo cocktail, 3 cucharadas de malas actuaciones con 2 litros de plagio a Dorian Gray, una pizca de mala edición y ¾ kilos de torpeza, todo espolvoreado con abundante falta de respeto. Así que si pretende pasar una tarde entretenida delante de su TV no alquile esta película aburrida como discurso pelagatos de Alcira Argumedo.


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