lunes, 7 de abril de 2014

7 Below (2012)






Con: Val Kilmer, Ving Rhames, Rebecca Da Costa, Luke Goss, Christian Baha, Matt Barr, Bonnie Sommerville y gran elenco

Dirección: Kevin Carraway



Resulta que un excéntrico, inaplicable e inexplicable grupo de personas que ni se conocen ni van al mismo colegio ni trabajan en la misma empresa y tienen edades tan diversas que no conectarían siquiera como fanáticos pasajeros de banda de rock, viajan por la sinuosa carretera que va hacia aquel destino que nunca conoceremos cuando de pronto una mujer rubia y fantasma los mira desde un verde prado a la vera del camino haciendo que el conductor del Tienda León que los traslada se pegue un sonso palo contra un árbol y muera antes siquiera de mostrar su rostro, consiguiendo que uno no pueda al menos calcular cuánto cobró por su colaboración en esta boludísima película, si es que así podemos llamarla.

El cielo está despejado y el clima es inmejorable, pero mientras retiran el cuerpo sin vida del conductor y piden ayuda a los gritos en medio de la nada aparece en escena Ving Rhames, quien hace muchísimo tiempo que es un impactante mal actor, más o menos desde que nació y a excepción de Pulp Fiction, y les ofrece ayuda invitándolos a pasar la noche en su casa. Se avecina una implacable tormenta y de seguro todos morirán si no se guarecen pronto (aunque el cielo continúa despejado).

Todos aceptan y una vez en la mansión de Rhames, Rubia y Kilmer, quienes son pareja, departen incongruente diálogo cuando Val, aburrido, se pone a jugar con un cuchillo que hay sobre el hogar a leñas. Rhames le advierte que no juegue con eso ya que es una reliquia familiar invaluable, y es muy filoso. Pero Kilmer, en lugar de dejar el estilete donde estaba y pedir perdón siendo que está en casa ajena y le están haciendo un favor para que no muera en una tormenta, le espeta, irónico: “Uy, cuidado” para luego ¿amenazarlo? preguntándole si con ese cuchillo “caza osos que no se puede tocar, tonto” (este insulto lo exclama en perfecto castellano) Kilmer está realmente descontrolado sin aparente motivo (incluso en su vida real, fuera de los platós de filmación), discute cualquier sonsera y con todos pelea, buscando esa roña tan necesaria y desequilibrante en un film carente de monta y sin argumento, por lo que el doctor del grupo (justo hay un doctor en el grupo, aunque debería haber sido visitador médico con todas las pastillas que lleva en su viaje de vacaciones) empastilla al viejo y otrora simpático rubiecito de Top Secret, quien se va a la cama y, desde esta locación, aullará, resoplará y temblará ante la terrible sensación que se apodera de su cuerpo de manera muy tosca que le dice que en aquella casa ha habido al menos siete asesinatos horrorosamente descritos en fugaces flashes visuales que alucinarán a Kilmer, recostado, tembloroso y perdido para siempre.

Mientras tanto, Pipo y Pepo, otros dos protagonistas que hacen de hermanos en este estúpido film para el olvido, deciden que lo mejor es ir a buscar ayuda al pueblo. Rhames les advierte que eso será imposible ya que, a pesar de que el día continúa estable, el editor de sonido del film lanza dos por tres unos atronadores truenos para hacer ver que afuera llueve. Pepo insiste y Rhames le permite llevarse la camioneta, y a los pocos kilómetros encuentra varada en la ruta a una bella joven que mira con desconcierto el motor de su vehículo, seguro ha tenido un desperfecto mecánico y no tienen ni las herramientas ni el conocimiento para resolverlo. Pepo detiene su andar y le ofrece ayuda, preguntándole qué le ocurrió, y la joven sin quitar su mirada del motor le dice que se quedó sin gasolina. Pepo le pregunta entonces (le juro) qué tanto está mirando el motor, ya que si se quedó sin gasolina no hay nada mecánico por resolver. La joven admite que tiene razón y que la escena es una estupidez plena (le prometo que así es, alquílela si no me cree) y parten juntos hacia lo de Rhames.

Más tarde, en un momento de gran presencia de truenos, Rhames le ofrece a la nueva visita un vestido blanco de mujer joven fantasma para que la muchacha “esté más cómoda” (la joven se encuentra a gusto con sus prácticas prendas, tiene unas zapatillas que se sienten como un guante, unos shorts que le quedan muy bien y una remera que incluso hace juego y sus ropas ni siquiera están mojadas) y esta acepta y va al baño a ponerse ese tonto, áspero y duro vestido largo y de viejo encaje cuando ve claramente a un extra que hace de niño fantasma que la mira por el espejo.

Horror. Sorpresa. Fantasmas a la vista.

Luego Kilmer grita, desesperado, y cuando todos llegan a su habitación, éste se encuentra aparentemente muerto y ladeado en posición fetal. Sus compañeros gritan de horror ante la muerte del rubio, a quien se ve que no pudieron siquiera maquillarlo de muerto (no habría presupuesto) por lo que el director, viejo zorro, decidió ubicarlo en esa pavísima pose para ocultarnos el supuesto flagelo soportado por el personaje minutos antes de morir.

Y el mismo trágico destino ataca a Pipo, quien pide a Rhames una linterna y este, enojado con el muchacho sin excusa aparente, le dice que no se la dará y que tendrá que buscarla con sus propias manos (¿?), así que más tarde aparece en escena con la linterna y un pequeño corte en la panza, a la altura del apéndice y todos lo asisten mientras las escenas del pasado en donde el niño fantasma asesina a sus seis familiares se mezclan con las actuales y todos estos malísimos actores van muriendo de la misma forma que las primeras víctimas mientras Rhames sonríe con sorna degustando un puro y construyendo las sonrisas más pelotudas que usted haya visto en toda su vida mientras el director nos muestra dos por tres un viejo reloj de pie que está pronto a dar las siete. Y jamás nos han dicho qué pasará a esa hora. Yo, por ejemplo, a las siete debo estar en la calle sino no llego al trabajo, los días que me levanto siete y diez, siete y cuarto, ya me tengo que tomar un remisse.

Pipo, Pepo, Rubia y la joven deciden huir de la mansión mientras Rhames los acecha con parsimonia y risas indescriptibles a la vez que Pipo y Rubia mueren, solo quedan Pepo y la joven, quienes advierten una casa a lo lejos en el bosque y cuando llegan descubren con horror a los siete muertos del pasado más los cuatro del presente disfrutando de una opípara cena ante la mirada solemne de Rhames, quien oficia de mayordomo.

Esto desequilibra enormemente a nuestros desequilibrados protagonistas, que no pueden caber dentro suyo del espanto -cuando la escena no amerita siquiera que el ser más propenso a espantarse del mundo sufra una ínfima crisis de espanto-, y corren al bosque mientras Val Kilmer los saluda con un levantamiento de copa de vino que está degustando en su condición de fantasma sin maquillaje.

Y al fin, el macabro desenlace: Rhames, construyendo la escena de terror más tonta que hubo y habrá en la historia del cine y ganándose todos y cada uno de los puntos para recibir ahora por todos los espectadores el mote de TONTO que le pusiere Val Kilmer al inicio, relatando a sus próximas víctimas (Pepo y la joven) una sumatoria inexplicable de sucesos que llevaron a que ocurriese todo lo que deviene en la trama y de pronto muere, esfumándose como un terco y oscuro fantasma de pacotilla y el film termina con Pepo y la joven casados, aunque la muchacha, con extraña mirada de asesina, contempla a su marido con ansias de acabarlo, acabando la película y mi suplicio.

Le podría poner medio Juanpablo, pero justo no tengo cambio, no ando con sencillo.  



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