Con: Jemma Dellander,
Yavor Baharov, Joe Absolom, Aleksandar Aleksiev, Mary Stockley, Valentine
Pelka, George Zlatarev y la importantísima colaboración de Peter Silverleaf
como “el gordo pervertido más mal actor del mundo”
Dirección: Steven
R. Monroe
Resulta que
Katie, una joven morochita más flaquita e insulsa que no sé qué, tiene una vida
muy sacrificada y pretende triunfar como modelo (Guau, cuando se sentaron a
pergeñar la trama se ve que se estaban meando o en breve les cerraba el banco
porque la primer idea que salió fue inmediatamente aprobada), entonces tiene un
book de fotos, pero la empresa a la que ofrece sus servicios le dice que con
esas fotitos de morondanga no va a ir a ningún lado, que para
triunfar debe primero invertir en una buena sesión de fotos de esas que salen
varios miles de dólares.
Katie no
tiene varios miles de dólares, solo tiene el pelo lacio e insulso, así que de pronto y
como por arte de magia, en la coincidencia más genial del cosmos y la galaxia
toda, encuentra en el transparente del bar donde trabaja una propaganda de un
estudio fotográfico que ofrece sesiones de fotos para modelos sin costo alguno.
Katie no
puede creer (y nosotros tampoco) su buena suerte y envía un mensaje al teléfono del volante que rápidamente es respondido pidiendo una foto suya (mmm, cualquiera sentiría al
menos el vago olor a una futura violación en masa, pero Katie es muy confianzuda y se saca
una foto con el móvil y la envía gustosa).
De
inmediato, un joven con voz de "violador ruso secuestra jóvenes morochitas" llama a su número y le cuenta la buena nueva: Acaba de ganarse el set de fotos
gratis, solo tiene que ir a tal dirección y llevar su mejor ropa y un tarro de
vaselina, seguramente para lubricar la cámara de fotos. Y Katie salta de la emoción, carga
en una mochilita sus mejores vestidos y parte rumbo al oscuro galpón donde
finalmente podrá acceder a esa maravillosa sesión de profesionales fotos que le
darán el éxito y el aplauso inmediato, y se presenta, muy pizpireta, y los tres
rusos fotógrafos la observan con esa cara tan evidente de depravado social que cargan y la
invitan a que se cambie para la sesión y ella lo hace y le sacan fotos con un
ventilador (con la cámara le sacan fotos, el ventilador lo usan para mover un
poco ese lánguido y falto de onda lacio pelo), y mientras el mayor de los
rusitos fotografía a la insulsa joven su hermano se toca el bulto y mira a la
modelo con franca cara de excitado para luego pedirle que se saque el vestido y
muestre bien las tetas, así de corta.
Insulsa se ofende. Fotógrafo le pregunta
qué esperaba de una sesión de fotos gratis (nosotros nos preguntamos lo mismo).
Insulsa aumenta su grado de ofensa y se va.
Pero esa
noche, mientras duerme en su departamentito de poca monta de moza que intenta
triunfar como modelo, un suave “click” de cámara de fotos rompe el silencio
sepulcral que reina en su habitación. Al principio cree que es un sueño, pero
otra vez “click”, y cuando prende la luz del velador no puede dar crédito a lo
que ven sus ojos: El ruso que se tocaba mientras ella modelaba para la cámara de oferta se encuentra en su habitación sacándole más y más fotos sin su permiso, así que salta de la
cama, enojada y en bombacha y remerita, lista para ser embrochetada. Ruso le salta encima
y la ata con el cable del velador, le arranca las braguitas e intenta
penetrarla, pero el vecino de la joven, más bueno que Clarence, el león bizco,
ingresa en el lugar al haber escuchado gritos y Ruso lo
acuchilla todo para luego volver a su quehacer de violador y finalmente
penetra a Insulsa, quien recibe la violación a los gritos con la imagen de su
amigo muerto a metros de sus narices.
Horror.
Vejación. Humillación. Desmayo.
Luego Katie
despierta anhelando haber sido víctima de un horrible sueño, pero no, ahí está
ella, desnuda, violada y maniatada. Allá está el ruso, en otro rincón, llamando por teléfono a sus hermanos. Y aquí está su vecino, muerto y desangrado en la alfombra. Oh,
dios santo, qué terrible presente el de esta joven...
Llegan los
hermanos y retan a Ruso por lo que hizo: malo, Ruso, malo. Drogan a la
muchacha, la meten en un anvil de esos que usan los fotógrafos profesionales y
se la llevan a Bulgaria. Y ahí usted dirá: No, momentito ¿Cómo harían semejante
cosa? ¿Cómo podrían sacar de EEUU en avión a una modelo violada dentro de un
cajón tipo anvil de trasladar instrumentos fotográficos? ¿Nadie le va a decir
al director de esta película que esta situación es inaplicable en esta era post
Torres Gemelas?, pero no, aparentemente nadie se lo ha advertido.
Katie
despierta de su estado lelo y ve con pavor que se encuentra encadenada a un
caño en un mugriento sótano, no sabe que no está más en los Estados Unidos de
América, pero sabe que sigue secuestrada por estos tres rusos que utilizarán su
cuerpo de todas las maneras que puedan. Y así es, los rusos se turnan para
violarla y violarla hasta que le toca el turno a quien le sacaba fotos mientras
dormía, que se nota claramente por su mala actuación que está enamorado de
ella. Y tanto es su enamoramiento que no toma en cuenta las más mínimas normas
de seguridad a la hora de maniatar a una violada y esta se libera, le da un
feroz baldezazo en la cabeza y huye por una ventana pidiendo ayuda a los paseantes, quienes la señalan hablando en un extraño idioma mientras viene la
policía y se la lleva y le explica que está en Bulgaria.
Morochita no puede creerlo y llora, desconsolada, cuando entra a la oficina la secretaria
del hogar de chicas violadas en Bulgaria para llevársela a la embajada de los
Estados Unidos, pero Katie se encuentra ataviada solo con una frazada, por lo
que la mujer la invita a pasar primero por su casa y así buscar algo de ropa. Katie
acepta (siempre fue una chica muy confiada a pesar de todo lo que le viene
ocurriendo) y la mujer la hace entrar en su casa y le dice (esta es la mejor
parte de la película), que baje al sótano, que la mejor ropa está ahí abajo.
Al principio
Katie desciende los escalones con un poco de cautela, tampoco es que baja
saltando una soga como en la propaganda de Dánica Dorada, al menos el director
se dio cuenta de lo estúpido de lo que está contando, y cuando llega al sótano
una vez más no puede creer lo que sus ojos ven: ¡Es el mismo sótano donde hace
apenas horas atrás tres rusos o búlgaros muy pervertidos no paraban de violarla sin cesar!
Y se da vuelta, ofendida y enojada con la mujer que la llevaría a la Embajada pidiéndole explicaciones, pero esta la escupe en la cara y le dice que nunca
más vuelva a golpear a uno de sus hijos.
Así que
Katie vuelve a ser violadísima por los jóvenes y por vecinos que aparte de
violarla la picanean, todo muy desagradable a la vista, para luego ser enterrada viva
en un anvil en el sótano, pero un sorpresivo socavón de terreno hace caer
el baúl-féretro donde la enterraron en un viejo y milenario túnel, y Katie logra salir, alimentarse
de palomas y vestirse con unas viejas camperas mientras hace un rastrillaje del
lugar: un viajo pasadizo de cientos de años que da a una iglesia (que se
encuentra a metros de la casa de los rusitos) y gracias a la colaboración de un
cura bueno que la alimenta y le da ropas, Katie se hace fuerte y toma venganza con sus violadores, capturando a Enamorado, atándolo desnudo y
haciéndole diversos cortes en el cuerpo para luego introducirle enfermedades
venéreas que aparentemente en Bulgaria vienen en lata, luego rapta al segundo,
a quien ahoga en diarrea en un baño de boliche y al tercero, al más malo, lo
ata a una mesa de trabajo que hay ahí en el túnel y le aprieta las pelotas con
la morsa hasta que estas estallan, todo ante la mirada pavorosa de la madre de los
niños, quien no puede soportar tanto dolor mientras el policía que le dio cobijo
llega tarde al lugar y al ver que la muchachita cobró venganza la deja ir y
Katie sale a la luz del día y camina con cara de pocos amigos a la Embajada de
los Estados Unidos de América y vuelve a ser libre, como el sol cuando amanece
ella es libre, como el mar..., libre como el ave que escapó de su prisión y puede al
fin volar..., libre como el viento que recoge su lamento y su pesar, camina sin
cesar detrás de la verdad y sabrá lo que es al fin la libertad.
Le pongo 1
Juanpablo, la escena en que la madre de los niños violadores la invita a pasar
al sótano merece un monumento a la escena más estúpida de la historia
universal.
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