Con: Eric Bana, Rebecca Hall, Jim Broadbent y gran elenco
Dirección: John Crowley
Mmm, no, para nada.
Aún no entiendo qué
quiso hacer Crowley con esta absurda película de ¿suspenso? que comienza con
una clara connotación romántica que hace que uno se pregunte en qué cabeza cabe
montar toda una historia de atentados religiosos para que dos abogados ingleses
que una vez tuvieron un romance deban elegir si aceptar quizás el reto más
importante de sus carreras o declinar la oferta reconociendo el amorío del
pasado en donde por momentos las situaciones bobas del estilo Disney de
mediados de siglo pasado rebosaban a borbotones la trama (el momento en que Bana se dispone a comer en el comedor colectivo de
los jueces y ella lo mira con pícaro sarcasmo y le dice que ya se había sentado
allí primero y lo hace ir a buscar otro sitio es una escena típica de Mary
Poppins, un verdadero e inaplicable asco empalagoso).
Y realmente imaginé
que todo quedaría en una sonsa atracción romántica encubierta, pero después se
pone un poco más obvia y comienza a caer en los lugares comunes de toda
película de atentados que busca con desesperación que tomemos nota de que
“estamos siendo vigilados por cámaras” de la manera más absurda e inexplicable.
Así que todo mal
para Closed
Circuit, un film protagonizado por tres actores que me caen muy bien
pero que aquí han enterrado la gamba hasta la cabeza del fémur en un profundo
balde de moco.
Le pongo 3
Juanpablos.
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