Con: Sylvester Stallone, Harrison Ford, Arnold Schwarzenegger, Mel
Gibson, Wesley Snipes, Jason Statham, Dolph Lundren, Randy Couture, Terry
Crews, Kelsey Grammer, Antonio Banderas, Jet Li (6 minutos), Robert Davi (2 minutos,
o menos), Gelnn Powell, Victor “el Kun Agüero” Ortíz, Ronda Rousey, Kellan Lutz
y algunos más, convirtiendo este film en uno en donde son más los actores que
trabajan dentro que los espectadores que están del otro lado de la pantalla
Dirección: Patrick Hughes
Resulta que mi primo, envidiablemente
desconsiderado con la audiencia que alguna vez lo respetó y ya apostándolo todo
al ridículo más mega dimensionado que haya existido ganándose un incuestionable
lugar en el libro Guiness de los records, goloso del dinero y solo del dinero
haciendo que Don Cangrejo deje de ocupar el primer puesto del “amante de la
guita, que lo demás no importa nada”, agarró y triplicó su apuesta en esta
nueva e insufrible secuela de Expandables III en donde los clichés
más viejos del mundo se montan en temible competencia por superarse entre sí
mechados con inexplicablemente torpes “contrastes tecnológicos” que pudiesen
tener a favor musculosos de ésta era -de
esos contrastes tecnológicos que solo sorprenderían a un colectivo de jubilados
prestos a vacacionar en abril en Las Toninas- mientras una horda
desesperante de viejos en desuso se suman desesperados y sin vergüenza a
colaborar en este tonto film trillado como promesa de político bonaerense.
Entonces Barney (si a propósito mi primo hubiese querido buscarse un nombre más
imbécil, menos valiente y por completo inofensivo, no lo hubiese logrado)
debe rescatar de una injusta prisión de la Europa del Este a su fiel amigo (nunca trabajaron juntos, ni siquiera en
estas tontas secuelas) Wesley Snipes para entonces acometer su nuevo
trabajo encomendado por la CIA: acabar con un maléfico traficante de armas que
le vende instrumentos de muerte a los más despiadados líderes locos que haya en
el planeta (a excepción del líder más
loco, que es el presidente de los Estados Unidos, a ese nunca lo meten en la
tétrica bolsa), entonces todo listo para dar el golpe, ya todos los
musculosos de otrora están dispuestos a desfilar sus arrugas aceitadas por el
set de filmación y el avión ya levantó vuelo en busca de aquella locación
despiadada y tercermundista en donde el Malo hace de las suyas sin imaginar que
el dinosaurio Barney está llegando para encarcelarlo.
Pero el malo no es otro que Mel Gibson, un
viejo enemigo de Sly quien aparte de malo y sádico es muy temerario y lanzado,
por lo que cuando casi le atrapan, éste dispara en la nalga a un negro del
equipo del dinosaurio Stallone y lo hiere.
Y mi primo no puede contener su enojo. Si hay
algo que lo saca de quicio es que un integrante de su equipo reciba un disparo
en el culo, y cuando va a cobrarse venganza no puede creer lo que sus ojos ven
y quedan aún más pasmados de lo que de por sí las reiteradas cirugías se los
dejaron, el malo no es otro que el malvado Mel Gibson, a quien mi primo mató
hace años en una vieja trifulca (en
serio, Sylvester, ¿no te parece que es demasiado pelotudísima la trama? ¿te
importa?), y Mel huye, envuelto en una socarrona carcajada y demostrándole
a mi primo que no solo aquella vez no murió sino que ahora será una cuestión “personal”
(Dios mío).
Y Barney Stallone sabe que esta vez será muy
difícil, y teme por su equipo, a quien quiere como si fuesen sus propios hijos,
así que los reúne en un bar y, cervecitas pelotudas y yankies de por medio, les
dice que hasta acá llegó su amor, y que no volverá a contar con ellos. Esto
encoleriza al grupo, que pareciera que no ha visto una sola de estas películas
con argumento tan pero tan elemental y se recontra cree que Stallone los está
despidiendo en lugar de en realidad protegerlos del malo, e intentan
persuadirlo de que se está equivocando, pero el viejo Rambo los deja hablando
solos y se va en busca de un nuevo equipo de Expendables de corta edad,
completa falta de cartel y óptima carencia de apego con él, de manera que si
reciben un tiro, bueno, que se jodan.
Así que sale en busca de estos cuates y
consigue tres torpes jovencitos musculosos, una chica (porque siempre tiene que haber una) y a Antonio Banderas, quien
compone por lejos su peor colaboración fílmica desde que lo descubriera Pedrito
Almodóvar.
Todo listo entonces, el avión hasta la
coronilla de armas, extras reemplazables en serio y Antonio Banderas, así que,
a por Mel Gibson.
Pero resulta que tan difícil no era capturarlo,
en la primera intentona van y lo agarran sin contemplar que el viejo Mel podría
tener un chip con GPS (a Stallone, como a
mi padre, lo superan todos estos artilugios tecnológicos modernos y siempre les
da una importancia que ya de por sí no tienen), así que Jo, Jo, Jo, lo
rescatan y se llevan de rehén a los extras jovencitos, por lo que a Stallone no
le queda otra (Dios santo bendito),
de reunir a su viejo grupo para así rescatar a los jovencitos y aniquilar al
malvado Mel…
El otro día Antonio Banderas, de paseo por
nuestro país y en conferencia de prensa en la presentación de su nuevo perfume,
se quejó abiertamente de la “mala suerte” que tuvo este film, que fue víctima
de la piratería cibernética y tuvo 17 millones de bajadas gratuitas, y que el
cine de esta manera terminará desapareciendo y blá, blá, blá. Y yo le digo al
querido Banderas que es cierto que hay piratería, pero este tipo de films
pelotudísimos y obvios hasta la patada en el culo no solo merecen ser víctimas
de este flagelo, directamente deberían salir gratis para que todo aquel que
quiera verlo no tenga que gastar un solo peso en disfrutarlo.
Yo era muy chico y en 1982 vi Airplane
II, no tan buena como la primera pero muy divertida, en donde mostraban
un futuro cercano con vuelos al espacio y en el aeropuerto futurista había
propagandas de “Rocky XXXVIII” con un senil viejo decrépito y guantes de box
ridiculizando a un Stallone que no paraba de publicar Rockys y Rambos sin
importarle una mierda. Y todos nos reímos con esa escena. A nadie se le hubiese
ocurrido en aquel entonces que Stallone, convertido en un viejo, seguiría
haciendo de las suyas. Y la verdad que es admirable su físico, no es el viejito
que imaginaban en los ochentas, pero seguir insistiendo siempre sobre lo mismo
es algo que, en aqeulla época, nadie hubiese apostado.
Así que le pongo
3 Juanpablos al espíritu joven de este hombre de casi 70 años que no acepta el
paso del tiempo, pero nada más que eso. Si le gusta divertirse con sus viejos
amigos allá él. De ahí a quejarse por las bajadas gratis de internet… Demasiado
pedido.
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