Con: Dylan O'Brien, Kaya Scodelario, Will Poulter, Thomas
Brodie-Sangster y montón de jovencitos más
Dirección: Wes Ball
Resulta que un muchachito despierta y está
encerrado en una gigantesca jaula de canario gigantesco subiendo como por un
ascensor y unos roídos engranajes abren con pesar unas metálicas y herrumbrosas
compuertas y de pronto la luz todo lo envuelve y el joven se protege
demostrando que estuvo mucho tiempo con los ojos cerrados hasta que comienza a
advertir las suaves siluetas de un grupete de jovencitos que, con informales
poses, esperan a que despierte del todo.
Y la posta la toma Coloradín, un típico
jovencito tejano de la década del ’50 a
quien la madre debería haberle escondido y/o tirado a la basura aquella pincita
de depilar ya que se le hizo un vicio y se construyó unas cejas diminutas y muy
bien curvadas que le irían fenómeno a Edith Piaf y no a un boludo
diecisieteañero y tejano que pretende demostrar lo recio que es.
Así es entonces que Coloradín salta dentro de
la gran jaula, toma por la camisa al “nuevo” y le da una calurosa bienvenida.
Nuevo está muy confundido, no sabe qué hace
ahí, porqué lo creyeron gigantesco canario ni quiénes son todos estos
diecisieteañeros mal vestidos, bien parecidos, sucios y atrapados que viven en
ese enorme predio abrazado por monumentales muros metálicos imposibles de
escalar. Y para colmo de males ni siquiera recuerda su propio nombre.
Así es que los días pasan y la vida continúa y
Nuevo observa cómo se las rebuscan para subsistir en ese extraño lar donde
están hacinados mientras puede avistar que todas las mañanas, un grupo de
“corredores”, mochila al hombro, se pierde en el imbatible laberinto que ocultan las enormes paredes, el cual es
accesible solo de día para cerrar su puertas por la tardecita, y si aquellos
que se dignaron a visitarlo ya están de vuelta, genial, si no: “ajo y agua”,
decía mi abuela Teresita y cuánta razón tenía.
Así es que una mañana Mulato (jefe de la manada
de jovencitos por ser el primero en llegar al lugar) sale a dar una enésima
recorrida por el laberinto en busca de la salida pero, qué macana, con su
compañero chino tienen un confuso inconveniente y no llegan a volver antes que
cierren las compuertas, y todos los advierten con pasmo, del lado seguro, y
nadie se anima a entrar y ayudarlos a acelerar el paso, solo Nuevo, en el
último minuto, decide entrar a dar una mano, esa mano que debería haber dado por
lo menos tres minutos antes y no entrar como un boludo justo cuando las
compuertas ya están cerrándose, porque eso que hizo no sirve para nada y acaba
de matarse en vida, como bien le advierte con pesar Chino, que trae colgado del
hombro a Mulato mal herido con dificultad.
Así que los tres quedan dentro, a merced de
unas gigantescas arañas metálicas que por largo tiempo no solo fueron
imbatibles sino que aquel que osare enfrentarlas moría en el más inmediato
primer intento pero no contaban con Nuevo, quien sin la más mínima experiencia
consigue escapar toda la noche, esconder a Mulato para que no se lo coman e
incluso aniquilar al bicho, quien posee una pila recargable o algo así, toda
llena de baba y moco, que es la que señala el camino hacia la libertad.
Y así comienza entonces esta nueva atracción
adolescente hecha por completo para jovencitas dispuestas a deleitarse con un
desfile de modelos masculinos salidos de una propaganda de Benetton, que no es
tan pero tan infumable como todas las demás que están saliendo a borbotones por
el caño roto que es Hollywood, pero tampoco para no formar parte de este
singular segmento “Película Mala de Lunes”
Así que ya lo sabe, amigo. Una más para chicos,
igual de boluda, igual de plástica y con cejas depiladas.
Le pongo 3 Juanpablos
No hay comentarios:
Publicar un comentario