lunes, 27 de julio de 2015

Danny Collins (2015)






Con: Al Pacino, Bobby Cannavale, Annette Bening, Jennifer Garner, Christopher Plummer, Josh Peck, Melissa Benoist, Katarina Cas y Giselle Eisenberg

Dirección: Dan Fogelman


Cuando uno no tiene más nada para dar, no hay caso. No tiene nada más para dar.

Y Al Pacino ya nos dio demasiado en su juventud y deberíamos estar agradecidos por lo que nos dejó y no vapulearlo inútilmente.

Al menos tiene el decoro de colaborar en films tontos e irrelevantes como Danny Collins a diferencia de su colega igual de jubilado Robert DeNiro a quien solo le apetece firmar contratos para protagonizar las películas más vergonzosas y malísimas que ha visto esta última década. Pero en fin, ninguna de las dos cosas son buenas aunque hay que reconocer una brisa de “mal menor” acariciando las trémulas mejillas de este petiso y tano actor que en esta misma vida caminara con un pañuelo en la mejilla por la zona de Corleone cuando se encontrara como una fea mueca del destino con Apollonia, o años más tarde cuando con las manos en los bolsillos le dijera a Fredo que éste ya no era nada para él, ni hermano, ni amigo ni nada.

Pero volviendo a lo que hoy nos reúne, Danny Collins es una suerte de Neil Diamond (casi con seguridad dibujaron al judío cantor melódico, la canción que pregona es una vil copia de Sweet Caroline aunque en realidad en la internete se comenta que emula a un tal Steve Tilston) quien en las puertas de su tercera edad se presenta en shows “de taquito” y vistiendo una faja debajo de su camisa, chupando un whisky detrás de otro y sin nada que lo emocione hasta que un buen día su manager le regala –creo que para los 70- una carta que el propio Lennon le escribiera cuando Danny se iniciaba en donde le manifestaba que le gustaba lo que hacía y que cualquier duda o consejo que pretendiese de él no tenía más que llamarlo y la carta nunca le llegó y se pasaron 40 años sin recibir ése consejo. Entonces una copiosa lluvia de obviedad y tosca decantación baña la historia: Pacino recibe un shock de frescura al limón al advertir que su vida podría haber sido distinta, se separa de su jovencita mujer quien lo gorrea con un muchacho y decide cancelar las giras e ir a conocer a su hijo, a quien nunca le dio pelota y ahora es un hombre grande de clase media baja con una hijita con problemas de atención, un hijo en camino y una siniestra enfermedad que en cualquier momento se lo lleva, por lo que el odio inicial y la lucha de Cannavale (hijo no reconocido del famoso cantante) por no hacer contacto con su padre abandónico van virando de la seca mala onda a la neutra relación para finalizar abrazados esperando juntos el parte médico.

Y la verdad es que si uno rememora la historia de Al Pacino no tiene más que exclamar “Qué poco amor propio”, pero de inmediato y sin remedio viene el cachetazo de lo que DeNiro hizo con su carrera, y uno no puede más que admitir que los años pasan y la gente se pone vieja, y ni remotamente todo el mundo tiene ni la energía ni el talento innato luego de pasar 40 años por este planeta, así que no sé qué decirle de Danny Collins, una película obvia y sonsa que enternece e indigna por igual.


Le pongo 4 Juanpablos.

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