miércoles, 12 de agosto de 2015

Forbidden Planet (1956)







Con:   Walter Pidgeon, Anne Francis, Leslie Nielsen, Warren Stevens, Jack Kelly, Richard Anderson, Earl Holliman, Robby the Robot, George Wallace, Robert Dix y gran, gran elenco

Dirección:  Fred M. Wilcox



La semana pasada encontré Forbidden Planet, hace tiempo que con mi hija de casi 14 buscamos películas super boludas hechas en el pasado que hablaran de un improbable y equivocado futuro que, para peor, para nosotros ya pasó, porque nos la pasamos más que bien recagándonos de risa con las infundadas y estúpidas teorías sobre cómo sería la vida en 1988, o cómo el hombre visitaría el espacio en 2200 y ese tipo de desaciertos tan recurrentes en la década del ’50 esa época en que el hombre estaba a punto de saltar de una vez por todas a ese futuro y no se daba cuenta que le faltaban poquitos años para hacerlo, presa de una inocultable ansiedad colectiva.

Y así fue que me choqué con esta maravilla de la ficción errada, quizás la película de aquella época de mayor presupuesto en donde un equipo de ¿astronautas? ¿bailarines? ¿testigos de Jehová del futuro? dirigidos por el comandante Adams (compuesto por el amado Leslie Nielsen cuando tenía pelo castaño) todos perfectamente peinados con glostora y aceites brillantes, descienden en un lejano planeta hecho de cartón pintado para rescatar –por orden del gobierno- al Dr. Morbius (nunca un Dr. Smith, o Dr. Jiménez, el científico perdido en un planeta lejano en el espacio debe tener nombre de malo de película de James Bond, debe cargar 50 años, tener canas en las patillas y trajes siniestros aunque de estilo. Es muy probable que el Dr. Morbius haya sido la matriz de todo lo que vino luego con el Dr. No y esos clichés que tanto nos divirtieron de niños y que fueron incluso utilizados por nuestros superagentes Tiburón, Delfín y Mojarrita).

Así es que finalmente aterrizan lanzando un cono fluorescente muy mal contrastado y, una vez afirmados en suelo alienígena, bajan del plato volador por unas escaleras de shopping con barandita y todo y sin un maldito artilugio para respirar el incierto aire del lugar mientras son recibidos por “Robbie, el robot”, capítulo aparte de esta singular tontería y a quien no podría describir sin quedarme corto.

Pero la estupidez humana no todo termina ahí, espérese un cachito que falta la muchacha del film, porque Robbie y el Dr Morbius no están solos en ese lejano planeta. Mientras el Dr recibe a los astronautas bailarines testigos de Jehová en su mansión (nunca queda claro cómo es que este científico cincuentañero clatramente nacido en el siglo XIX construyó toda esa mansión, las rutas de acceso, las fuentes de adorno e incluso los sillones y la máquina de café –o de dónde extrae los granos de café para hacer una pausa y tomarse un ristretto, pero nuestro director tiene todo resuelto: fue Robbie quien construyó todo con su tosca movilidad y su cuerpo de mascota de Pirelli) aparece por un costado “Alta” (y cuando usted la vea dirá, lleno de menchismo: ¡¡¡Alta minusa!!!), una rubia semi en pelotas que hará las delicias de los astronautas bailarines y le puedo asegurar que esta película que recién empieza -porque no le conté más de 7 minutos- no dejará de sorprenderlo hasta el final.

Así que no sé qué está haciendo que no se puso a bajar Forbidden Planet. Métale pata que ya es miércoles y quien sabe para el finde ya la tiene en la carpeta “Cine” del escritorio de su notebook.


Le pongo 10 Juanpablos. La película más estúpida que vi en los últimos diez años, sin exagerar ni un ápice.

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