viernes, 28 de agosto de 2015

Spaceballs (1987)






Con: Mel Brooks, John Candy, Rick Moranis, Bill Pullman, Daphne Zuniga, George Wyner y John Hurt

Dirección: Mel Brooks


¿Qué decir de esta obra maestro que ridiculiza de una vez por todas a esa saga tan salame llamada Star Wars que hipnotizara a tanto treintañero inmaduro eterno?

John Candy en su major momento. Pullman, irreemplazable. Zuniga, Hermosa. El resto: Exquisito.

Creo que puedo entender la decision de Rick Moranis de alejarse definitivamente de la actuación luego de este papel. Uno sabe cuál es su techo y pocos tienen el valor de enfrentarlo y dar un paso al costado. Rick supo de inmediato que Casco sería su obra maestra y no podría superarse jamás, y todos deberíamos aceptar esta decision en lugar de pedirle que vuelva al cine, y aplaudirlo de pie con este regalo desinteresado que nos dejó para la posteridad. Amo a Casco. Amo lo que representa y adoro la forma en que lo ridiculiza.

Loas a Rick Moranis.

Y luego el Viejo Mel, quien ya no divierte como en los setentas y al que se le empieza a ver el plumero. Pero se la perdonamos porque todo lo que lo rodea está más que bien hecho y era lógico que luego de tanto sacrificio pretendería gastarse toda la guitar en esta costosa súper producción dándose un último lujo luego de haber agotado todo su potencial.

Spaceballs no es ni remotamente la mejor película de Mel Brooks pero me hace recontra re cagar de la risa. De todo lo que sucede en el film me quedo con:

“-¿Vio algo, Sandurz?  

-¡No, señor. No lo vi jugando a las muñecas de nuevo!”

, es una de las escenas que más me hace reír de todas las películas cómicas que haya visto en mi vida. Pero de inmediatoque  me acuerdo de esta escena rememoro el momento en que le advierten que se ponga el cinturón y Casco desecha esa recomendación como quien la tiene re clara y después frenan de golpe y se la re da de lleno en la frente.

Mel Brooks es un genio. Un distinto que tuvimos la gloria de disfrutar en vivo, y sería un pecado que se perdiera esta otra obra maestra del Viejo Mel, el rey indiscutido del humor pelotudo.


Así que le pongo 100 Juanpablos y le ordeno que la vea

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