Con: Chiwetel Ejiofor, Margot Robbie y Chris
Pine
Dirección: Craig Zobel
Está bien. Funciona con casi nada. Ejiofor deja
la vida en su composición, no tiene mucho más para dar y es el típico caso del
actor que consigue dudosos laureles oscareanos (esa película papa frita 12 años
de esclavitud tan mala y previsible que lograra tantas pero tantas
nominaciones y no era para tanto) y después viene la parte en que la fiesta
termina y hay que seguir rodando películas y no quedar en offside. Y acá está
bien, bien en su máximo techo.
Sorprende Robbie, quien vino a este mundo a
mostrar su blonda belleza noventosa que tan bien le cae a todos y a mí no me
mueve un pelo y acá se lava el teñido Susana Giménez, se deja sus pelos
naturales medio rubios, medio cobrizos y se quita todo ese inmundo maquillaje
que siempre carga, y es muy linda así nomás. Y hace muy bien su parte. Deberían
darnos más de esta Robbie que de la otra, pero ya sabemos que es inútil pedir
peras a un Olmo.
Y Chris Pine, como siempre, bien. Justo. Gran
empleado logró ser este carilindo hollywoodense, lo que le piden va y lo hace,
como un perrito muy bien adiestrado.
Ahora, eso sí. Yo llego a ser Ejiofor y me
pasa lo que le pasa en la película y me corto las pelotas con un tramontina y
me las como crudas.
Qué mala suerte, negro. Te mando un abrazo. No
te merecías esa injusticia.
Le pongo 6 Juanpablos
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