Con: Bill Murray y un montón de amigos tan
conocidos como él mismo
Dirección: Sofia Coppola
No, embole total. No sé qué pretendieron la
hija de Coppola y Murray con esta súper huevada demasiado yankie que despliega
con ternura y tesón todo lo que implica la navidad norteamericana propiamente
dicha con sus crípticos códigos y sus apátridas costumbres.
La verdad es que uno entra como un gil porque
la cara de Murray bien podría vender viejos soretes de perro contaminados que
uno va y los compra gustoso, y si a eso le agregamos que el film está dirigido
por la bellísima hija (Dios mío , qué linda es Sofía…) de uno de los grandes
directores que ha dado el cine quien, además, ya demostró que es astilla del
mismo palo con varios films muy bien resueltos, uno no puede más que ponerse a
verla como un iluso boludo y le da una oportunidad, sobre todo por el desfile
inesperado de todo tipo de actores de renombre que pintan por el set dos o tres
minutos arengando al espectador a que no debe perderse este film que acaba de
comenzar, pero no, nada que ver con lo que cualquier humano no nacido en Norteamérica
esperaría ver de una película con Bill Murray que habla sobre la navidad en
Estados Unidos.
Seguramente los hijos de Donald Trump se
pasaron un lindo momento disfrutando sus disparatadas ocurrencias mientras se
embocaban malvaviscos y desparramaban insípidas botellitas de cerveza Miller en
la mesa ratona, pero a mí no me hizo ni siquiera levantar, aunque más no sea,
un poquito un lado de la comisura de la boca.
Bodrio total.
Le pongo 2 Juanpablos
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