lunes, 16 de abril de 2012

The Clearing (2004)

Con: Robert Redford, Helen Mirren, Willem Dafoe, Alessandro Nivola, Matt Craven y Melissa Sagemiller

Dirección: Pieter Jan Brugge


Una destemplada mañana de ¿otoño?, Juan Carlos Dafoe se despierta a regañadientes en su casa de medio pelo y se dispone a afeitarse y comerse su cereal con leche antes de partir hacia su trabajo de medio pelo vestido bien de medio pelo y tomándose el metro, que es el modo en que los humanos de medio pelo van y vienen por la vida.

Mientras tanto, en la misma ciudad, Juan Carlos Redford también despierta a regañadientes, pero lo hace sobre una espléndida cama en un espléndido dormitorio de una espléndida casa con jardín y pileta y perro Golden mientras su espléndida mujer le recuerda que por la noche vendrán a comer Pipo y Pepa, aquellos amigos tan malos actores que ni para extra sirven que hace rato no ven y que les deben una cena.

Redford reniega de su cita pero la que manda en casa es su señora, así que acepta y promete llegar a las 6, que es la hora en que todo termina en yankielandia.

Así es que Redford sube a su espléndido auto y abre su portón eléctrico de mansión súper espectacular y se dispone a encarar su día de trabajo. Pero a la noche, ya pasadas las 6, incluso las 7, Pipo y Pepa, protagonizados, insisto, por los dos actores más extras que vi en toda mi vida, llegan a casa de los Redford y son recibidos solo por Helen Mirren de Redford, que los hace pasar inquieta por la tardanza de su marido. Y a eso de las 9, cuando ya terminaron de comer, Helen Mirren de Redford se disculpa y el extra varón le dice que no se preocupe, que ya conocen cómo es Redford, la extra mujer solo asiente con la cabeza, no emite sonido en toda su colaboración. Cincuenta dólares para ese extra.

Pero Redford no aparece, pasan las 10, las 11, así que Helen Mirren de Redford llama a la policía, que manda de inmediato al FBI y se instala en la casa.

El FBI, compuesto por un actor de sumo medio pelo y una actriz que ni siquiera eso ya que, como la extra de la cena, tampoco emite sonido en toda la película, comienzan a perturbar a Helen con preguntas íntimas mientras los hijos de la familia Redford van llegando a casa ya que son maduros y viven en otro lado con sus mujeres e hijos y no se dan mucha bola que digamos, salvo cuando un integrante de la familia es desaparecido y ahí sí se juntan.

Y entonces la película vuelve al comienzo y muestra a Redford que al salir de su propiedad encuentra un periódico tirado en el piso que lo indigna y encoleriza un toque, ya que se baja del auto y lo recoge con sutil mal humor, mirando a ambos lados preguntándose por qué insolente motivo el diariero dejó ese periódico doblado y embolsado tirado en la vereda de su propiedad. Quizás si Redford no fuera tan pelotudo o no se encolerizara por tamaña estupidez y dejara que el día fluya con normalidad a pesar del periódico en la vereda, nada de esto hubiera sucedido, incluso hubiéramos evitado todos ser víctimas de esta inviable producción cinematográfica que escogí de la góndola porque en la tapa se encontraban Willem Dafoe, Robert Redford y Helen Mirren suponiendo un éxito en lo que a entretenimiento visual se refiera, pero no.

Y bueno, Redford es secuestrado tontamente por Dafoe, que mal actúa su papel de manera envidiable y lo lleva a punta de pistola por una montaña hacia una cabaña donde deberá dejárselo a los otros secuestradores, culminando así su parte del trabajo mientras Redford camina con sus muñecas precintadas, transpirando como un jabalí en celo.

Y Helen, mientras tanto, espera en casa muy mal actuando su papel de mujer sesentona angustiada por el secuestro de su marido ante la mirada patética del actor que hace de agente del FBI y, sobre todo, de los arranques de cólera más sobreactuados que vi en mi vida del que hace de hijo de Redford, que es sin dudas el ganador del premio a "más mal actor" de aquel 2004 en que se filmó este delirio.

Y Dafoe y Redford continúan con su trekking montañés y hacen catarsis y comparten intimidades que no conducen a ningún lado ni son lo suficientemente relevantes como para haberlas derramado en la historia haciendo que uno se pregunte con gran preocupación qué hizo que estos 3 actores de renombre participen en esta inviable y estúpida mala película.

Y los diálogos siguen sin ir a ningún lado mientras la tensión y la intriga no florecen y los minutos pasan peligrosamente hacia un desenlace tan pero tan absurdo como la película misma, obligando el director a Dafoe a pegarle un tiro a Redford cuando jamás uno lo hubiera imaginado y cobrando los 10 millones de dólares de recompensa para ir y gastarlos a propósito en un mercadito de a la vuelta de su casa, así es aprehendido. Y es aprehendido, y el FBI le pregunta por qué motivo fue a pagar con 100 dólares marcados al mercadito de a la vuelta de su casa y Dafoe se encoge de hombres y dice “qué sé yo…” ante la mirada insurrecta de Helen Mirren de Redford, que observa todo con altanera compasión (le juro que su rostro demuestra ese estado) desde detrás de un vidrio de esos que se ve de un lado pero del otro no.

Fin.

Realmente no entiendo qué pretendieron hacer con esta película.

No vaya a ser tan nabo de perder el tiempo viéndola, no sirve ni para sala de espera de centro odontológico.

Le pongo 1 Juanpablo aunque no debería ponerle ni siquiera eso.

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