Con: Steven Seagal, Dan Badarau, Darren Shahlavi, D. Neil
Mark, Jorge Remes Lenicov (increíble aporte del conocido economista platense), Claudiu Bleont, Calin Paula, Cosmina Pasarin,
Alexandra Coman (no tomen café express),
y una horda de actores tan o más desconocidos que los arriba mencionados que usted no se imagina.
Dirección: Lauro Chartrand
En este simpático y trillado policial de Steven Seagal en donde no
hay un puto momento no copiado de miles de películas de policías igual o peor
de malas que esta mierda incongruente que publicó sin vergüenza alguna ni
reparo en su dudoso prestigio la Paramount Pictures, Steven Seagal es Robert “Bobby” Samuels, un veterano, correcto,
karateka, escrupuloso y honorable policía que recorre la ciudad acompañado de
un importante equipo de malísimos actores que lo escoltan y hacen de compañeros
más jóvenes e inexpertos cuando deben ingresar en una propiedad con una orden
de allanamiento para lograr encontrar pruebas y así encarcelar a un grupo de
narcotraficantes que no tienen nada que envidiarle a ningún otro grupo de narcotraficantes de ninguna otra escena igual a esta ya descripta en las (no
quiero exagerar, pero este hombre logra hacerme indignar hasta límites insospechados) ¿mil? películas malas de policías
versus vendedores de droga y/o narcotraficantes.
Y entonces entran y Steven “Bobby” Seagal, que aun no logra quitarse ese imbécil tapado de
cuero que se clavare hace ya dos décadas y que se le mimetizare en la piel
al punto de seguro concurrire a echarse un garco con el estúpido pilototóte ese puesto, entra primero, mostrando a sus incapaces compañeros cómo es que se
entra en la casa de un narcotraficante, con la pistola en mano y el tapado de cuero chingándole
por todos los wines ya que Seagal está abrumadoramente panzón y el capote le
queda muy ajustado. Y apenas entran, como corresponde a estas escenas las
cuales conocemos de memoria, el narcotraficante o algún muy mal actor secuaz de éste se
ve sorprendido contando plata o empaquetando merca y toma la metralleta que
tiene sobre la mesa y apunta al techo, ya con los brazos abiertos para
recibir el disparo y con tal desparpajo y torpeza que tira tiros para cualquier lado
menos hacia donde se encuentran las recién llegadas visitas y por su imbécil error es
muerto de un certero tiro en la frente o en el pecho por el más punteril y
sangre fría mal actor que ha dado este mundo que es Steven Seagal.
Así es que ingresan y en la habitación contigua, Narco y
Jovencita Desnuda escuchan los disparos y comienzan a armar un bolso para
escapar (porque siempre arman un bolso a
las apuradas, y no entiendo para qué, porque ¿qué tanto necesitan llevarse en
ese bolso? Si cuando pinta la yuta lo mejor es salir tocando los tarros, nada
de bolsito, si no te agarran, ¿o no?). Y bueno, el torpe narco es agarrado,
Seagal lo prende de la larga cabellera y el doble de éste (de Seagal) da su primera
escena de trompadas y tomas de karate de la película haciendo de cuenta que es el
propio Steven el de las tomas pero no lográndolo, ya que todos advertimos que es
su doble (aunque en realidad, el doble de Steven Seagal debería denominarse el
“un doceavos” de Steven Seagal, ya que es mil veces más flaquito, mucho más petiso
y rubio, o con claritos, solo tienen en común que usan un tapado de cuero negro).
Y cuando las piñas terminan y Seagal se lleva a Narco de los
pelos a la vereda, de debajo de la cama sale un tercer y chotísimo extra con un
pistolón en busca de roña, consiguiéndola de inmediato a manos de Steven, que
justo antes de abandonar la habitación con Narco oye al extra asomándose de ahí
abajo, se da vuelta y lo pone de una patada, enojándose de inmediato con sus
malísimos actores compañeros que no “limpiaron” como es debido la habitación antes de
ingresar, explicándoles como un maestro Ciruela que podrían haber muerto
tontamente por el descuido.
Entonces Steven se va con Narco y lo lleva a la jefatura de
policía donde, durante todo el transcurso de la escena, desfilan decenas de prostitutas
llevadas con desgano de un brazo por extras de extras que hacen de policías
haciendo que me pregunte si los directores de films de clase B, por más malos
que estos sean, no supieran que el relleno “policía llevando del brazo a
prostituta” ya estaba gastado en 1947.
Y Steven sienta en una silla metálica a su apresado Narco y le pide
información, y el Narco, mirándolo con gran admiración (porque este es un requisito fundamental si usted es actor y pretende
trabajar en una película de Steven Seagal, debe entender y aceptar que su rol,
sea este el que fuera, será el de un lenguaraz admirador de Steven Seagal y
deberá no solo mirarlo con obcecada idolatría durante todo el filme, sino que también
deberá decírselo, estará estipulado en el guión, dos por tres usted deberá mechar un: “qué bueno que sos”, o “Usted es un gran policía, le tengo un gran respeto”,
o “qué lindo que le queda ese tapado de cuero”, o “que bien que pega piñas, don
Steven”, o “ese peinado teñido de negro que aplasta rulos para atrás le queda
realmente bien”), le dice que le va a dar toda la información que le
solicita ya que se dio cuenta que es un gran policía, que sabe tratar muy bien a los
narcos y que nunca en su puta vida vio a
un tipo tan pero tan buen cana, tan correcto, que le quede tan pintado ese tapado
de cuero que tiene puesto, que es muy guapo y que le gustaría darle un beso,
que él nunca tuvo relaciones con personas de su mismo sexo pero que estaría
dispuesto a ingresar en ese mundo si aquel que lo pusiere fuera él, el mismísimo Steven
Seagal. Y le bate todo lo que Seagal desea saber sobre un maléfico malhechor
que se carga gente por gusto cuando ingresa en sus propiedades con el afán de
afanarlos.
Y así empieza esta idiotada monumental que logra superar por
mucho a la anterior bosta policíaca que vi de este insuperable tarado, que fue
“Kill Switch”, donde supuse que estaba siendo testigo de la mayor película mala
de policías y de la más majestuosa huevada biónica filmada por Steven Seagal, y
me equivoqué.
Steven Seagal es el ser más sorprendentemente absurdo que ha dado este
mundo.
Steven Seagal debería entender que lo que hace no es ni malo. Las películas malas se verían ofendidas en su honor si uno mancillare su buen nombre incluyendo una de Steven Seagal.
Steven Seagal debería, por el amor de dios lo pido, sacarse
ese tapado de cuero y peinarse de otra manera. En este instante. Que alguien
haga algo, por favor.
Steven Seagal debería ser internado en un nueropsiquiátrico
y que no joda más. Alguien debería tomar cartas en el asunto.
No mire esta película. Es nociva para la salud. Como bien reza el título del film: Born to rise hell, Steven Seagal nació para desatar el infierno en este humilde servidor, que queda alelado de sorpresa cada vez que se fuma una película de Steven Seagal.
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