(No hay ninguna explosión en toda la película, así que no le de bola al traicionero afiche que la promociona)
Con: Val
Kilmer, Shawn Roberts, Daniel Booko, Matt Dallas, Steven Grayhm, Scott Whyte, Levi
Fiehler, David O'Donnell, Diana DeGarmo, Trace Adkins, Kaitlyn Black y Mason
Cook
Dirección: Michael Feifer
La película, que trata de describir sin éxito
cómo fue que un honorable sheriff se cargó a un maléfico bandido porque le mató
a la novia, comienza con un extra haciendo que trabaja duro en el campo, y como
no tenían qué darle para que haga sin arruinar el campito que les prestaron con
la condición de “dejar todo en su lugar” y no podían ponerlo a hacer un pozo o
a cortar maleza con una guadaña ya que el dueño no se los permitió, le dieron
un martillo y le dijeron que le pegue unos martillazos a una planchuela de
hierro. Entonces el extra comienza con los inexactos martillazos a la
planchuela y claramente uno ve que no sirve de nada lo que está haciendo,
porque le está pegando en cualquier lado, donde no hay ni siquiera un remache
que sacar o una abolladura que enderezar, nada. Es una planchuela de hierro, un
martillo y un pelotudo que la golpea sin criterio.
Y llega el bandido, que es un gran mal actor,
a caballo, y le pide agua y avena y esas cosas que comían los cowboys de fines
del siglo XIX. Y el tipo le da todo lo que le pide, pero él es un bandido muy
mala leche. Y lo mata.
Y sigue yendo de un pueblo a otro matando
pobres familias trabajadoras y cristianas que le ofrecen asilo, "así los roba y
viola", hasta que aparece en un pueblo dónde intenta vengarse de un alcalde al
que le dispara desde afuera de la casa y al tún tún (el tipo dispara a la
bartola desde arriba del caballo a corta distancia, pero no logra agujerear las
paredes ni romper los vidrios, por lo que no entiendo cómo hace para lograr su
cometido), matando tontamente a Dora (la novia de Wyatt Earp, el joven y
temerario Sheriff del momento), que misteriosamente está justo torrando del alcalde...
Y entonces Earp y cuatro leyendas del gatillo fácil de aquella incomprobable época, deciden montarse en una cruzada por
encontrar al bandido y hacerlo mierda para quedar por siempre y para la
posteridad como unos héroes del carajo.
Y la película va mechando dos épocas, la del
camino a la leyenda, donde Earp y sus secuaces buscan, encuentran y matan al
bandido, y una más actual, de principios del siglo XX, donde Earp ya es un
viejo bigotudo que está contando la historia por enésima vez a un periodista
en la cálida y confortable habitación del hotel más canchero de la ciudad. Y
acá es amigos donde aparece en escena el venerable, el majestuoso, el
inconfundible y el sorprendente Val Kilmer, actor al que ya no ponen como hasta
hace quince minutos en la tapa de los DVD en los que participa porque se dieron
cuenta que, lejos de garpar como otrora, el mundo entero ya le cazó la onda transformándolo de la noche a la mañana en un actor muy piantavotos.
Y ya no se puede seguir defenestrando a este
hombre, porque realmente da mucha pena, es increíble lo que ha hecho con su
carrera, increíble e imperdonable. Porque Val Kilmer ya no es un actor que está
pasando un “mal momento”. Val Kilmer es un mal momento caminando, Val Kilmer es un tipo
que vive en un muy mal momento
crónico y que alguna vez ha tenido un “buen momento”. A esta altura, los malos
momentos de la vida de Val Kilmer superaron por mucho a los buenos momentos.
Así que el director le enchufó un sombrero que
le queda chico y le pegó con plasticola unos bigotes que ni siquiera son de
buena calidad (para ponerle esos bigotes que le puso hubiera ido a Cotillón
González y le hubiera comprado una nariz con lentes de Dante Caputo, si era lo mismo…)
y lo mandó al plató, pa’ lo que guste mandar.
Entonces Val le cuenta al periodista cómo fue
que logró apresar al temible bandido y la película vuelve a mostrar escenas del
lejano oeste a las que les falta el típico polvo, la característica tierra árida y las distintivas casas
ruinosas de aquella época, porque ni siquiera tuvieron en cuenta esos detalles.
Entonces todos los extras, ataviados de “lejano oeste”, pareciera que están
participando de alguna fiesta de disfraces con temática “John Wayne”, y
muestran a los tipos en un bar muy pulcro y recién terminado de montar, con
unas chicas muy planchaditas y unos vaqueros impecables y es todo así.
La parte final, cuando el periodista le pide a
Kilmer una última reflexión sobre lo acontecido y Val se queda mirando un punto
en blanco, intentando mostrarse nostálgico y por supuesto no lográndolo, está
muy pero muy mal construida, haciendo que uno note claramente que Kilmer está
pensando en qué va a comer a la noche:
Y yo sé que usted no me cree y que seguro señalará que exagero. No se haga
problemas, vaya al video club y pídale a los chicos que le alquilen Wyatt Earp´s Revenge, con Val Kilmer, llévesela a su
casa, póngala, y dígame después si exagero.
He visto muchas películas malas. Muchísimas.
Wyatt Earp’s Revenge entra sin dudas entre las peores veinte de mi colección
privada.
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