Con: Fernanda Andrade,
Simon Quarterman, Evan Helmuth, Ionut Grama, Ionut Grama, Suzan
Crowley y Bonnie Morgan, gran contorsionista.
Dirección: William Brent Bell
Resulta que en 1989, en la tranquila localidad
de Nosédónde, una mujer llama al 911 y avisa que acaba de matar a tres
personas, y cuelga.
La escena siguiente nos muestra una vieja
filmación a cinta que tiene fecha de 1989, de unos policías que ingresan a la
propiedad, completamente desordenada al punto que uno suponga que por ahí
dentro pasó el huracán Kaotrina, de Bayer°, y descienden al subsuelo, donde tres cadáveres
muy bien dispuestos y muy ensangrentados se presentan en sociedad dando gran impresión.
Son un par de curas y una monja, que están
hechos percha a golpes y cuchillazos.
La escena que sigue nos muestra una grabación
del programa noticioso de aquel día, donde una periodista de
estudios relata los hechos acontecidos mientras las imágenes del plasma arriba
de su hombro izquierdo muestran a la policía llevándose esposada a una mujer
muy desvencijada, muy despeinada y con mucha cara de loquita.
Y pasan un montón de años y la película se
convierte en un documental, donde algunos señores muy poco creíbles explican
las desventajas de ser poseídos por un demonio, una bestia del inframundo o un
equipo de futbol de primera D, hasta que el documentalista entrevista
finalmente a Isabella Rossi, quien acepta contar su terrible historia,
describiendo con lujo de detalles cómo fue que su madre terminó internada en un
psiquiátrico de alta seguridad en Italia luego de haber asesinado a dos curas y
una monja.
Y a pesar de que tanto la joven como el
documentalista insisten con que María está guardada con cien mil llaves en el loquero
de más alta seguridad en el mundo donde habitan las almas más caprichosamente poseídas
que nunca pudieron ser exorcizadas y a las que el Vaticano oculta e impide salvación ya que no acepta más el exorcismo como medida cautelar para quitar al
diablo del cuerpo de un vecino, todo hace entender que, a pesar de esto, ellos podrán ingresar y
filmar y ver a la pobre mujer, de lo contrario no podría seguir habiendo
minutos de filmación y la película hubiera durado un cuarto de hora.
Así es que el filme comienza a estar filmado
con camaritas (igual-igual que The Blair Witch Project, haciendo que a uno le
den extravagantes ganas de visitar las mansiones de Daniel Myrick y Eduardo
Sánchez, creadores de Blair Witch, y batirlos a duelo de pistolón antiguo por haber descubierto
esta imbécil manera de engatusar televidentes que tanto éxito les remuneró y
que tantos estúpidos ya copiaron convirtiendo el estilo en una huevada digna de
Topa y Muni) y nos muestran a la joven Isabella yendo en auto a visitar por
primera vez en 20 años a su madre y temiendo que no le permitan verla, ya que varios le
dijeron que el Hospital Centrino no permite visitas. Y tal cual, llegan con el
auto y un par de intimidantes y rigurosos carabinieri les prohíben el paso, pero ella les dice
que viene a ver a su madre, que está internada dentro, les muestra una
tonta documentación y los policías acceden con mucha precaución a que ingresen,
advirtiéndoles un riguroso “non può sparare qui, spegnere la videocamera”,
pero no quitándosela como hubiera correspondido si fuera en serio o para tanto, y tampoco
no haciendo nada cuando claramente ven que el documentalista los sigue filmando
mientras Isabella pone primera y entra el auto en el Hospital.
En
el loquero son recibidos por un pelado muy parecido a John Carroll Lynch, que
les advierte que María vive sedada con un implacable cocktail conformado por miles de pastillas antidepresivas,
antiespasmódicas, antiácidas, anticomunistas, antiniebla, antibalas, antiparras
y antisemitas, y que no les puede permitir la visita ya que es la paciente más
peligrosa del lugar, mostrándoles pruebas de archivo de cómo reacciona la
internada ante la visita del médico con las grabaciones que tienen de las
cámaras de seguridad, que son terribles, pero dándoles, inmediatamente después de haberles dicho
que no y haberles mostrado los inquietantes videos, vía libre para que entren, visiten seguido e incluso traigan dos malos actores que hacen de curas exorcistas para quitar el demonio a la madre de Isabella en sesiones de dos horas diarias que, para colmo, duran un par de semanas haciendo que uno se pregunte si estos son todos pelotudos o piensan que
uno no sabe sumar dos más dos.
Y
así empieza esta estupidez que vive contradiciéndose de escena en escena, que
tiene la estética inaugurada por Blair Witch Project que fue copiada ya en una docena
de tontas producciones, que se nota por todos lados que es mentira, que está
protagonizada, como corresponde en estos casos, por actores que hace diez años
que no pegan un laburo para que uno no los reconozca y se crea que ésta es una
historia verdadera, que se la pasa advirtiendo que el Vaticano “no permitió que
se filme la película” cuando hay escenas filmadas dentro de la ciudad del
Vaticano, que se regodea de manera absurda con que el Vaticano “no aportó dinero para la filmación”,
contradiciéndose una vez más ya que si el Vaticano “no permitió que se filme la
película” seguramente “no habrá puesto un solo centavo para promoverla”, donde
vuelven a contratar a una contorcionista del carajo para que las escenas de
posesión sean lo más reales posibles y donde realmente consiguen, por momentos,
hacer asustar, y acá es donde me detengo y me pregunto, enojado:
¿Cuál
es la necesidad imperiosa de los últimos años en construir estas películas
disfrazadas de reales al pedo?
¿No
hubiera sido mejor hacerla sin más, sin tanta alaraca?
Toda
la parte de las sesiones de exorcismo están muy bien, re grapan. Pero tanto la
historia, como la estética Blair Witch, Paranormal Activity y Rec ya tuvieron
suficientes adelantados que hicieron bien los deberes (Blair Witch, Rec y
Paranormal Activity, por poner tres ejemplos).
Basta
de esta estupidez de las camaritas en mano, termínenla. Ya dan gracia con eso
de “basada en hechos reales”.
Y
otra cosa, la monja ciega de la tapa no tiene nada que ver con la película, hay
una escena, más o menos por la mitad, en donde Isabella camina las calles vaticanas
y hay un grupo de monjas charlando en un puente, y cuando Isabella les pasa por
al lado la monja ciega se da vuelta y la mira, exactamente como se ve en la
tapa del DVD. Y eso es todo, no aparece nunca más, no tiene nada que ver con la
historia, no rescata ni asesina a nadie, no vende fasos, nada. Hubieran puesto
un Fiat 600 intentando atravezar una bocacalle luego que el semáforo le diera
verde, si era lo mismo...
Basta
de estas películas ridículas, por dios. O por satán, si quieren. Pero basta.
Le
pongo 1 Juanpablo.
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