Con: Bruce
Willis, Amber Childers, Thomas Jane, Bryan Greenberg (glande verde),
Jonathan Schaech y gran elenco
Dirección: Bryan A Miller
Resulta que un empresario mega millonario norteamericano
compuesto con la más rígida expresión facial con la que Bruce Willis aún no nos
había siquiera deleitado, consigue de a poco pero de manera sostenida hacer
crecer su empresa de robots mientras endulza congresistas que le aprueban los
proyectos al punto en que finalmente la población se encuentra rehén de VICE,
un mega shoping diseñado para satisfacer los deseos más perversos del yankie
tipo para que pueda violarse una linda rubia, ahorcar a un negro o matar a
trompadas a una ancianita minusválida pero solo como un hobbie o como un “tratamiento
de liberación de tenciones” ya que las víctimas que reciben estos terribles
flagelos no son otra cosa que unos robots muy bien hechos.
Así que uno va, paga la entrada como quien
visitase Epcot, y entra a un bar montado, se toma un whisky y si justo cuando
la moza se lo trae le vienen ganas de agarrar una silla y partírsela en la
cabeza y luego violarla delante de todos, es libre de hacerlo y nadie le hará
pagar por su crimen –igual que en todas
las películas del género, de esas que ya hay al menos cuatro docenas-.
Así que Bruce Willis es súper poderoso e
intocable y está re duro de pastillas y la policía puede combatir el crimen en
todos lados excepto en el parque de diversiones y todo está bien aceitado y
marcha sobre ruedas pero no contaban con la astucia de Roy Tedeschi -o Vaschetti, no me acuerdo el apellido pero
era igual al de la casa de loterías o del vino berreta, uno de esos dos-,
un implacable y recio policía lamentablemente compuesto por Thomas Jane, quien
no es Marlon Brando pero casi siempre colaboró en films razonables con
discretas actuaciones, y Tedeschi o Vaschetti no jugará el juego de ese
siniestro parque de diversiones, y vive peleándose con su jefe –como en cada una de las películas de
policías que hemos visto, más de mil- quien se la pasa advirtiéndole que no
se meta con Willis, se deje de joder y se vaya a perseguir motochorros señalándolo
desde detrás del escritorio.
Pero Tedeschi o Vaschetti no acata una sola
orden, es un duro detective de pelo largo que ha vivido montones de situaciones
difíciles, y para colmo hace poco dejó el cigarrillo, así que no le van a
contar justo a él lo que es sufrir y se pasa las noches intentando encontrar la
forma de terminar con el parque de diversiones y encarcelar a Willis antes las
continuas y nada creíbles amenazas de su jefe, quien todos los días le advierte
que le quitará la placa.
Pero un buen día, como todo concluye al fin
según Ricardo Soulé, un robot tiene un desperfecto extraño y esa mañana
despierta con los recuerdos del día anterior que deberían haber sido borrados –el que escribió la historia es un genio de
la originalidad- y entonces un compendio de intrínsecas situaciones
pavorosas lo excluyen de su rol de “bonita mesera” por un momento quedando
acurrucada en el piso, víctima de un sueño sin igual, y luego escapa,
perseguida por una incontable horda de agentes de seguridad sin una mínima puta
puntería o criterio de tiro, quienes la disparan todo el tiempo y desde todos
los ángulos sin conseguir acertarle aunque más no sea un corchazo en el medio
de la espalda mientras los tiros pegan en cualquier lado muy lejos del robot
que pretenden detener demostrándonos claramente que Bruce Willis puede saber
mucho de robots pero no tiene idea sobre cómo contratar buenos agentes de
seguridad.
Entonces Evan, un joven bueno que va todos los
días a tomarse una copa al bar donde el la bella robota sirve tragos (la rubia linda de la película que tiene
estos terribles episodios memoriosos), y al advertir que la compañía busca
eliminarla, la esconde en una iglesia y decide liberarla.
Así que escapan juntos a la casa de un malísimo
actor que hace de hacker a quien le piden que haga “pim-pam-pum” y meta un
virus en el sistema de VICE y el tipo va, prende su computadora, hace
“pim-pam-pum”, mete el virus y todos los robots recuperan la memoria de golpe y
se arma flor de quilombo en el parque de diversiones y Roy Tedeschi o Vaschetti
aprovecha para intentar detener a Willis pero termina matándole aunque en
realidad no porque el film termina con Willis abriendo de pronto los ojos, como
diciendo: “Yo también soy un robot” o
como diciendo: “Uy, hoy tenía partido de
truco con los muchachos de Die Hard”, o como diciendo “¿Cerré la puerta del patio antes de irme?”
Y eso es todo lo que puedo decirles de esta
tontísima huevada sin igual, así que haga el favor de no perder el tiempo, que
éste es oro.
Ponerle 1 Juanpablo sería nocivo para la salud