jueves, 28 de julio de 2011

The King's Speach (2010)



Con: Colin Firth, Geoffrey Rush, Helena Bonham Carter, Guy Pearce, Timothy Spall

Dirección: Tom Hooper


Es difícil, porque si tengo que criticarla me puedo pasar hojas y hojas haciéndolo y contando con lujo de detalles miles de cuestiones que me parecieron hipócritas e indignantes. Pero me empalarían en la Plaza San Martín si lo hago, ya que Colin Firth se ganó un merecido pelado de oro por su actuación.

Entonces voy a hacer así: Les voy a reconocer que ambos dos trabajan muy bien. Tanto Geoffrey como Colin se morfan la historia y la actúan de manera más que respetable. Colin se metió en la piel de ese rey como si tuviera mucho frío y Geoffrey siempre garpa.

Pero después, el papel de Guy Pearce es de cuarta. Ya van 2 en que Guy me decepciona y me sorprende, porque hasta hace un ratito nomás era un buen actor. Salvo que el director le haya dicho que componga el papel de esa estúpida manera, que también puede ser, cuando usted vea la película quizás coincida conmigo en este punto.

El papel de Winston Churchil es muy choto y acá no lo salva nadie, don Spall, vaya y póngase una verdulería, no actúe más porque actuar no es lo suyo. O mátese, mejor mátese y métase en una bolsa de consorcio y colóquese en un contenedor de esos verdes que hay en las calles. No joda más con eso de actuar.

Y la historia también, porque yo ya estoy un poco podrido de los reyes y la sangre azul y toda esa obscena mierda que nos rodea desde hace milenios. Por mí, mañana mismo a todos los reyes y duques del mundo les puede explotar el ojete en mil pedazos. Y lo más triste es que nadie irá después a comprar la revista Caras para ver cómo les quedó el trasero, porque eso es lo más indignante, que si se casan o se muestran en un yate, los boludos van y compran las revistas para verlos, pero si uno muere nadie dice nada. Es un mundo loco éste en que vivimos, sin dudas. Y la culpa de que haya reyes en yates con un paje que les pasa bronceador por el miembro es nuestra, de nadie más.

Así que no me importa verdaderamente cuán bueno, cuán justo y cuán sufrida haya sido la infancia de este señor que fue el padre de la vieja chota esa que hoy es reina de Inglaterra. Fue un rey. Un rey es un tipo con mucha plata al que sus súbditos les lamen las botas y les limpian el orto cuando deponen. Y eso a mí no me genera ningún sentimiento de pena o de lástima o de consideración. Y me importan muy poco todos los acontecimientos y las tensiones que tuvo que pasar este rey tartamudo para darle un discurso más o menos aceptable al pueblo británico el día en que se inició la 2da guerra mundial, cuando hacía muy pocos meses que había asumido el cargo y aún no había podido solucionar el tema de su tartamudez.

Así que le pongo 5 Juanpablos por las actuaciones de ambos dos. El resto se puede ir a la recalcada panocha de su hermana.

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