Con: Jason Statham,
James Franco, Izabela Vidovic, Kate Bosworth, Don Cangrejo, Winona Ryder, Frank
Grillo, Pruitt Taylor Vince (70 segundos)
y gran elenco
Dirección: Gary
Fleder (aunque escrita por mi primo)
Resulta que Jason
Statham es un temerario policía encubierto de largo pelo y tupida barba infiltrado en una temible banda narco que caerá en sus garras en los próximos dos minutos.
Entonces Narco,
quien quiere a Jason como si fuese su propio hijo dándole celos al suyo propio, acepta
el consejo de Statham de llevar la droga en tres motos en lugar de en dos taxis
como había señalado Narquito, su hijo y heredero del ilegal negocio, sangre de
su sangre, astilla de su propia madera. Y este trato que Statham recibe de su
padre enoja mucho al joven, quién ya no soporta ni a Statham ni al cariño que su
padre siente por él. Y para colmo de males, cuando salen a llevar la droga ¡Zas!,
la policía está en las puertas de la fábrica de cocaína ¡Corramos! (¿ninguno de los secuaces de la temible banda narco notó que el predio estaba rodeado de autos de policía o este tipo de situaciones sólo ocurren en la mente de un inocente creador de scripts de medio pelo?)
Narco y Narquito
suben a un viejo y poderoso Impala verde y rajan del lugar como cabaret en
quiebra y la policía los persigue, junto con Statham, quien elige una mítica
Harley-Davidson (las Harleys no están buenas para perseguir narcos, son muy pesadas y no doblan, según un amigo mío, lo mejor en estos casos es una buena moto japonesa de las pisteras) y se les pega en el paragolpe trasero. Narquito le grita a su
padre que todo esto seguro es por culpa de Statham, que él siempre supo que era
un policía infiltrado. Narco desecha la idea y siguen escapando pero tumban, se golpean
y la policía los acorrala. Narco queda perplejo y con escoriaciones varias en el suelo mientras Statham lo
esposa por la espalda y Narquito sale de su auto todo ensangrentado mirando a
su padre con cara de “¿viste que te dije que éste era un buchón?” e intenta
sacar un arma. Statham pide a sus compañeros que no disparen y advierte a Narquito
que no lo haga, apuntándolo a la rodilla. Narquito insiste y Statham lo pone en
la articulación, ya no volverá a bailar. Pero esto no amedrenta a Narquito, quien
ya se imagina preso por largo rato y, haciendo una tierna cara de despedida a su padre, vuelve
a buscar su arma en la chaqueta al momento en que recibe una catarata de balas
en el pecho, y muere.
Dolor. Sorpresa.
Venganza en puerta.
Narco es enviado a
un penal y Statham cambia su apellido, se afeita y corta su pelo al ras, y se muda bien lejos con su pequeña hija.
Como en casi todas las películas de este peladito, Statham es viudo o debe
encargarse en soledad de un pequeño retoño o retoña. Y una vez mudados de
condado, disfrutan de una espléndida vida plena de esmero, sol radiante, trabajos de
carpintero y gorritas de baseball, y todo fluye con normalidad y americanismo hasta
que Pequeña Retoña da un soplamocos a un sonso gordo en el colegio que estuvo
molestándola de la misma exacta manera en que han molestado todos los niños que
practican bullying en Norteamérica, que es quitándole la gorra de un cachetazo en la visera y arengando a sus
compinches a reír socarronamente de su víctima para luego manifestarle que si
quiere la gorra de nuevo, deberá pagar por ella o quitársela por la fuerza.
Esto enfurece a la niña, quien le da una tunda para que tenga y guarde y la
sexy maestra cita a los padres a una reunión con el solo fin de enamorarse
perdidamente de Statham.
Y todo no hubiese pasado a mayores si el gordito abusivo no hubiese sido sobrino del narco del pueblo, quien recibe el pedido de su hermana para que “haga justicia” y le dé su merecido a Statham por tener una hija tan buscona (le prometo que así es). Así que Nuevo Narco, compuesto por James Franco, se da una vuelta por la casa de Statham y descubre con pavor que este pelado corpulento no es otro que el otrora pelilargo y barbudo corpulento culpable de la muerte de Narquito, el hijo de Narco preso, tan pero tan amigo de Franco Narco.
Y todo no hubiese pasado a mayores si el gordito abusivo no hubiese sido sobrino del narco del pueblo, quien recibe el pedido de su hermana para que “haga justicia” y le dé su merecido a Statham por tener una hija tan buscona (le prometo que así es). Así que Nuevo Narco, compuesto por James Franco, se da una vuelta por la casa de Statham y descubre con pavor que este pelado corpulento no es otro que el otrora pelilargo y barbudo corpulento culpable de la muerte de Narquito, el hijo de Narco preso, tan pero tan amigo de Franco Narco.
Sorpresa.
Indignación. Inusitada y exageradísima sed de venganza.
Franco, perplejo,
llama a su amiga Winona Ryder, quien es el nexo entre él y Narco Preso, y le
dice que esta es su oportunidad para no sé qué, que le cuente a Narco Preso a
quién tienen viviendo en el pueblo y que le deje bien claro que, si lo matan,
no sé qué otra cosa.
Así es entonces
que, una vez obtenido el obvio visto bueno de Narco Preso, todos los narcos del sur
de EEUU se unen en una cálida noche de verano con el fin de azotar hasta el
mismísimo delirio a Statham y su pequeña retoña, pero no contaban con la
destreza física de Jason ni con sus implacables puños, y terminan todos muertos
y triunfa el bien.
Suerte que Statham
se las tuvo que ver con dos narcos de pacotilla que no mataban y vengaban como
los verdaderos que vemos día a día en los diarios, que cortan en pedacitos a
sus enemigos y los mandan luego a sus familiares en cajas de cartón húmedas de
sangre, que si no, ¡nos hubiésemos quedado sin Jason Statham para la próxima
tontería!
Realmente, me
pregunto, ¿Sylvester Stallone no lee los diarios, no guglea al menos sobre el
tema que lo decidió sentarse a escribir una trama? O quizás en EEUU no saben lo
que ocurre en México con el Chapo Guzmán o en rosario con el Pájaro Cantero.
Quien sabe sea hora de que Stallone ponga en imágenes del google “muertos por
narcotráfico”, para tener un bosquejo más cercano de lo que los narcos de veras
están dispuestos a hacer cuando descubren un impostor o un infiltrado.
Absurda, ilusa,
inocente e incalificable.
Me da pena por Don
Cangrejo, que me cae tan simpático. El resto, inclusive Franco, se puede ir
bien a los recalcados genitales de sus respectivas madres.