Con: Álex Brendemühl, Florencia Bado, Diego Peretti, Natalia Oreiro,
Elena Roger, Alan Daicz (cuando digo que
este chico es el hijo no reconocido de Diego Peretti no estoy equivocado) y
gran elenco
Dirección: Lucía Puenzo
Más o menos. Brendemühl está bien, muy bien
caracterizado. Muy parecido. Bado acompaña y Oreiro no desentona, que no es
poco. Pero no me gusta el mensaje que deja la película. Ojo, quizás sea una
sensación mía, pero me parece que pintan a un Menguele talentoso y fascinado
con su profesión que, lejos de haber sido como todos escuchamos, en realidad
fue un incomprendido de su época que luchaba por encontrar la cura a ciertas
enfermedades genéticas. Y no me parece una buena manera de describir su paso
por Argentina.
Menguele fue un hijo de mil putas, un sádico enfermo
de mierda que tenía vía libre y rienda suelta para elegir al judío que quisiera,
meterlo en un laboratorio y experimentar con la libertad de quien tiene a su
merced millones de ratas para probar con ellas lo que sea y cómo sea. ¿Cuánto
peso soporta una extremidad antes de desmembrarse de su coyuntura?, ¿qué daño
produce la ingesta desmedida de lavandina?, ¿cuánto tiempo vive un ser humano,
a ciencia cierta, sin dormir, o sin comer, o sin hidratarse?, ¿cuántos
martillazos podía soportar un niño en su cabeza antes de volverse loco o morir?,
¿a qué temperatura se congela una persona?, ¿qué dosis de distintos venenos
eran mortíferas para el hombre? y demás masacres investigativas que dejaron
miles de muertos de las peores maneras, muy por encima de su interés en
solucionar problemas congénitos en hermanos gemelos o cómo dejó sentado en una
libretita sus avances en materia de estudio a la falta de crecimiento. Y todo
lo que verdaderamente causó su paso por este mundo aún no ha sido lo
suficientemente contado, ni siquiera en la película Los Niños del Brasil.
Y eso me ocurrió con Wakolda.
Luego, el Llao Llao luqueado antiguo en aquel Bariloche
no tan turístico como hoy infestado de nazis y toda la ambientación de época es
realmente admirable y hay que quitarse el sombrero. Muy bien lograda en ese
aspecto.
Una lástima porque podría haber sido una gran
película y se quedó a mitad de camino.
Le pongo 5 Juanpablos
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