Con: Barbara Crampton, Andrew Sensenig, Lisa
Marie, Larry Fessenden, Monte Markham y elenco
Dirección: Ted Geoghegan
Resulta que una pobre pareja de maduros papá y
mamá pierden a su joven, único e irremplazable hijo recién recibido y la vida ya
no tiene sentido y entonces deciden mudarse a otra localidad para así no
recordar al amado Bobby en cada rincón del hogar y el barrio y deciden comprar
una casa embrujada. Bah, más que embrujada súper endemoniada en donde el malvado
“Dagmar” asesinó a toda su familia y entonces los fantasmas están ávidos de
carne nueva y entonces estos dos maduros y olvidados actores otrora con mejor
suerte laboral les vienen como anillo al dedo, porque de carne fresca no tienen
mucho pero como dijo Ralph Fiennes en The Grand Budapest Hotel
–maravillosa e insuperable película- “Gallina vieja hace buen caldo”.
Entonces una sucesión ininterrumpida de
portazos, caminares en planta alta, corridas, susurros, cosas que caen al piso
y abundante calorazo en el sótano hacen que el viejo Paul llame al calderista
para que arregle la caldera y el calderista –horrible extra- muere porque
Dagmar lo toma del brazo y entonces su esposa llama a la mejor amiga y a su
marido fumón, quienes hacen espiritismo y entonces estos vienen y de inmediato
sienten presencias y no podrían haber colaborado peor en el film y todos
terminan muertos salvo Paul y Anne, quienes son perdonados por el viejo Dagmar
y entonces ellos se dan cuenta que también fueron víctimas de la casa, culpable
y asesina de almas en pena desde hace 2 siglos, después de todo.
Así que déjeme de joder con esta basura, que
para lo único que sirve es para ver cómo un actor que ha tenido sus quince
minutos de gloria (Crampton en los ’80 con
Re-Animator, qué buena que estaba; y
Lisa Marie en “Wood”, dios mío, cómo
un actor puede caer tan bajo) terminan colaborando en este tipo de films
que sería mejor evitar por respeto a lo poco o mucho que hayan hecho en sus
días de gloria.
Le pongo 2 Juanpablos. La escena en donde
Fumón queda poseído por Dagmar es tan pero tan mala que entra en otra dimensión
y se convierte en buenísima y para cagarse de la risa.
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