Con: Keir Gilchrist, Stella Maeve, Maestro
Harrell, Peter Stormare y un par más
Dirección: Paul Solet
El pobre Daniel es injustamente encarcelado en
una casa con una tobillera para que no escape. Tiene algún entrevero con la
policía porque una jovencita murió por internet y el joven protagonista, en
apariencia, habría tenido que ver con su deceso. Y como no pueden probarlo pero
saben que el muchachito te agarra una notebook y te la da vuelta como una
media, a prisión domiciliaria y totalmente prohibidos los aparatitos con wifi,
no vaya a ser que siga haciendo de las suyas y acabe con algún otro
adolescente.
Pero misteriosamente, cada vez que Peter
Stormare (el policía que debe custodiarlo) deja la casa, dos amigos de la
infancia, una muchachita muy tentadora y un morochín más extra que aplaudidor
de gobierno kirchnerista, visitan al joven y le llevan montones de celulares y
laptops y tabletas y entonces deben entre todos buscar la forma de demostrar
que lo que en realidad ocurrió con la muchachita muerta fue que hay un fantasma
y entonces el fantasma intenta con infructuosidad impedir que lo deschaven y
los jovencitos se hunden en las más vívidas pesadillas y la película no podría
ser más aburrida y más falta de acción y suspenso.
Así que ni siquiera la terminé de ver -seguro que para escapar de la casa se termina hachando el pie-, un poco
más allá de la mitad me tenía re podrido.
Le pongo 2 Juanpablos a lo que vi, no creo que
justo cuando decidí levantarme del sillón me haya perdido el final más
descollante y bisagra de la filmografía mundial.
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